El mejor amigo y líder de la banda a la que pertenece tu hermano, ¡te besa!
¿Está bien romper los lazos de amistad por la pasión?
Areum siempre tuvo una relación envidiable con su hermano que ahora corre peligro por la lujuria y la pasión.
Acompáñame en esta historia donde la amistad, la familia y el amor están en juego.
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Capítulo 22. Especial Navidad
Era diciembre, cuatro años atrás. Con los padres de Areum y Jeongin fuera de Corea por las fiestas, Chris insistió en que ambos pasaran la Navidad con su familia en Australia.
Su hogar en Sídney, lleno de calidez y tradiciones, se convirtió en el escenario de aquella particular celebración. En ese entonces, Areum acababa de cumplir 18 años, y Chris, con 26, no imaginaba cómo ese tiempo juntos empezaría a alterar lo que siempre había dado por sentado.
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La casa de los Bang siempre había sido un lugar cálido y lleno de vida, especialmente en Navidad. Las luces titilaban por todos lados, el aroma a pavo asado se esparcía desde la cocina y, en la sala, un árbol gigantesco, adornado hasta la última rama, reinaba como el centro de atención.
Chris estaba nervioso, aunque no lo demostraba. Se había esforzado más de lo normal en cada detalle: los adornos, la cena, incluso los regalos cuidadosamente envueltos bajo el árbol. Todo tenía que ser perfecto, aunque él no sabía muy bien por qué.
Cuando Areum y Jeongin cruzan la puerta, la ansiedad en su pecho se calma un poco. Areum está radiante, envuelta en un suéter rojo que parece abrazar su delicada figura.
Sonríe con entusiasmo al mirar alrededor, sus ojos brillando como los de un niño en Nochebuena.
—¡Es enorme! —dice al ver el árbol—. Jeongin, ¿ves esto? ¡No me digas que no es mágico!
Chris no puede evitar sonreír al verla así, como si el cansancio del viaje no existiera para ella. Intenta no mirar demasiado tiempo, no dejar que nadie lo note.
—Bienvenidos —dice, su voz calmada—. Mamá está en la cocina y Hannah anda por ahí. Pónganse cómodos.
Los padres de Chris aparecen para saludarlos. Su madre, con una calidez que rivaliza con la chimenea encendida, los abraza como si fueran parte de la familia.
Su padre, siempre más reservado, les da una bienvenida cordial.
—Vengan, chicos, vamos a decorar el árbol —interviene Hannah, arrastrándolos hacia la sala antes de que alguien pueda negarse.
Más tarde, mientras todos están en la sala, Jeongin está absorto en un juego de cartas con Hannah y los padres de Chris. Areum, por su parte, recorre la casa con curiosidad.
Se detiene frente a una mesa decorada con fotografías familiares, admirando la vida que los Bang han construido allí.
Chris la observa desde la cocina, una taza de chocolate caliente en sus manos. Es un gesto natural, una mirada fugaz que debería pasar desapercibida, pero esta vez no lo hace.
Algo en ella ha cambiado, o tal vez es él quien está cambiando.
Antes, verla era como mirar a una amiga: una presencia cómoda, segura, sin complicaciones. Ahora, cada movimiento suyo parece más significativo.
El modo en que su cabello cae sobre sus hombros, cómo sus dedos trazan los bordes del marco de una fotografía, incluso el leve fruncir de su ceño al estudiar algo.
Sacude la cabeza, tratando de quitarse esa idea. Es Areum, su amiga. La hermana de Jeongin.
—¿Siempre observas a la gente así? —pregunta ella, con una sonrisa burlona, sacándolo de sus pensamientos.
Chris parpadea, sintiéndose atrapado.
—Solo cuando están a punto de romper algo —bromea, señalando el marco que ella sostiene.
Areum se ríe suavemente y lo deja en su lugar.
—Supongo que eso significa que no tengo permiso para explorar más.
Chris se acerca y le tiende la taza de chocolate caliente.
—Puedes explorar todo lo que quieras, siempre y cuando no causes estragos.
Ella acepta la taza, sus dedos rozando los de él por un segundo que parece eterno. Chris siente un leve calor en las mejillas, pero se esfuerza por mantener su compostura.
Horas después, mientras todos están ocupados en la cocina, Areum y Chris se sientan en el sofá. Ella se remanga el suéter para acomodarse, y Chris nota algo en su muñeca. Una línea tenue, como de un golpe, se asoma en su piel pálida.
—¿Te pasó algo? —pregunta, intentando que su tono suene despreocupado.
Areum rápidamente baja la manga y sacude la cabeza.
—Nada importante. Me golpeé con una puerta, eso es todo.
Chris no está convencido, pero no insiste. Se promete a sí mismo averiguar más tarde, aunque la idea de que algo esté mal lo pone en alerta.
Finalmente, llega el momento de abrir los regalos. Hannah reparte los paquetes mientras todos se sientan alrededor del árbol. Cuando Areum recibe el suyo de Chris, lo observa con curiosidad. El paquete es grande y pesado, envuelto con papel dorado que brilla bajo las luces.
—¿Qué es esto? —pregunta, mirándolo de reojo.
—Ábrelo y descúbrelo —dice Chris, con una sonrisa que intenta parecer casual.
Areum tira del papel con entusiasmo y, al descubrir el caballete y los materiales de pintura, se queda en silencio por un momento. Sus ojos se abren de par en par mientras recorre con los dedos los tubos de pintura y los pinceles.
—¿Cómo sabías que me gustaba pintar? —pregunta, con una mezcla de sorpresa y emoción.
—Jeongin lo mencionó alguna vez —responde Chris, restándole importancia, aunque sabe que eso no explica el tiempo que pasó eligiendo cada detalle.
Antes de que pueda decir algo más, Areum se lanza hacia él y lo abraza con fuerza. Chris se queda inmóvil por un instante, sintiendo cómo su corazón se acelera de golpe.
—Es el mejor regalo que alguien me ha dado. Gracias, Chris.
—De nada —responde, tratando de sonar normal mientras se aparta con delicadeza—. Solo pensé que te gustaría.
Areum vuelve a su lugar, absorta en su regalo, y Chris respira hondo. Por un momento, una chispa de lucidez cruza su mente. ¿Por qué hizo todo eso? ¿Por qué le importa tanto su sonrisa? Sacude la cabeza de nuevo. Solo está siendo un buen amigo, se dice, aunque en el fondo sabe que no es tan simple.
La noche avanza entre risas y juegos. Cuando el reloj marca la medianoche, Areum empieza a cabecear en el sofá. Jeongin, siempre el primero en preocuparse, sugiere que alguien la lleve a la habitación.
—Yo me encargo —dice Chris, sin dudar.
Se acerca a Areum, que apenas murmura algo incomprensible antes de dejar que la tome en brazos. Es ligera, y por un momento, Chris recuerda la vez en que la cargó por primera vez, después de aquella fiesta de cumpleaños.
Mientras sube las escaleras, la observa en silencio. Sus facciones relajadas, el cabello cayendo en suaves ondas sobre su rostro. Siente una calidez inexplicable en el pecho, algo que no sabe si quiere analizar.
La acomoda con cuidado en la cama y se asegura de cubrirla con una manta. Antes de salir de la habitación, la mira una última vez.
—Segunda vez que te recuesto, Areum —murmura, con una sonrisa tenue—. Algún día me vas a deber explicaciones.
Cierra la puerta tras de sí, pero su mente sigue llena de preguntas que aún no está listo para responder.
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Nota de autora: Holaaaaaa❤️.
Muchas gracias por leer este capítulo.
Quiero darles mis mejores deseos a todos ustedes, y en especial a aquellas personas que fielmente leen esta historia y muestran su apoyo, de verdad lo aprecio, gracias por dejarme compartir esto con ustedes.
💫Feliz noche buena y feliz navidad 🌲☃️
y si no es mucho pedir no tardes mucho en subir capítulos. Mira que no me gusta leer nivelas en emision porque me he quedado a medias ya que no las concluyen. Gracias de antemano y bendiciones.