Su nombre es Mia Velasquez, ella justo a dos amigas había habían viajado a una hermosa isla en el mediterráneo remota, con una cultura impresionante aunque desconocida para muchos, lo más atractivo de ese lugar es que aún existía la monarquía.
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Capítulo 13.
Mia seguía pensando en su viaje a Bruselas, tenía la certeza de que Sebastián iba a tratar de tener algo con ella, no había dejado en ningún momento de sus intenciones estar juntos de nuevo pero había dos grandes obstáculos:
Su compromiso con la princesa Helen.
Su noviazgo con Frank.
Con quien justamente esta hablando por teléfono.
- Si, estoy bien. Te llamaré en un par de días.
- ¿En un par de días? Me tienes muy preocupado Mia ¿acaso ese tipo te amenazo?
- No me amenazo— “En cierto modo, si”—Solo tengo miedo que algún juez me la pueda quitar.
- Eso no va a pasar, ningún tribunal en el mundo haría eso. Tú eres su madre.
- Tienes razón pero igual me preocupa. No se que haría yo sin ti, Frank.
- Sabes que estoy aquí siempre cuando me necesites.
Odiaba tener que mentirle, quizás esta siendo egoísta pero no quería perder a Frank, le tenía mucho cariño y había estado con ella incondicionalmente sobretodo con el nacimiento de Julieta.
Después de colgar, guardo la ropa en la maleta, la que se llevaría a Bruselas, aunque tenía que comprar algunas chaquetas para el frío metió lo necesario, ya que Sebastián no lo dijo cuantos días se quedarían.
Mientras el príncipe estaba sentado en su cama, hablando por teléfono.
- Mi amor, lastima que no pueda ir a la fiesta en Bruselas. —Dice Helen con tristeza.
- Si yo también estoy triste por eso, Helen— mintió, al contrario se sentía feliz—Será en otra ocasión que nos veamos.
- Sera, no es justo que a mi tía se le antojara llevarme a Grecia a visitar a la familia, deseaba mucho verte—Sonaba desilusionada la princesa Helen.
- Es bueno visitar a la familia de vez en cuando. No te quejes por eso.
- Lo se pero me fastidia mucho. Debo dejarte Sebastián me llaman para abordar, te llamaré cuando llegue.
- Esta bien, que tengas un buen viaje. —Dice Sebastián a su prometida.
- Gracias, te quiero. Adiós— Luego colgó.
Sebastián no la amaba pero tenia un cariño especial por Helen, durante un tiempo la paso bien con ella, una chica apasionada, graciosa y bella pero no era el prototipo de mujer que le gustaba realmente pero su familia y la de ella, lo presiono tanto que terminaron comprometiéndose.
Pero él no dejaba de pensar en Mia eso comenzaba asustarlo, nunca le había pasado algo así ahora que había dado a luz, se veía más sexy que antes y hermosa. Deseaba con urgencia de volver a tenerla en sus brazos pero tenia que tener mucha paciencia para lograrlo.
A la mañana siguiente, Mia fue a desayunar en compañía de Julieta, todos los empleados del palacio, estaban enamorados de la niña.
Algunos le preguntaron sobre como el príncipe le había dado trabajo como ayudante tuvo que inventar una historia convincente hasta que una chica joven ayudante de cocina, le dijo con curiosidad.
- Tu hija tiene un gran parecido al príncipe.
Mia agradeció estar sentada por poco se desmaya.
- Estas confundida—Carcajeó nerviosa—No tienen ningún parecido.
- Si, lo tienen—Insistió la joven— He visto fotos del príncipe de pequeño y…
- ¡Basta! Julia que tonterías dices deja a Mia en paz y vuelve a tus deberes— La regaño el mayordomo, la joven se disculpó y se fue apenada—Siento mucho lo que pasó.
- No hay problemas. De todos modos el padre de mi hija, es americano y vive muy lejos— Mintió para salir del paso todo el mundo miraba a Julie con curiosidad—Debo irme, gracias por el desayuno.
Subió en el ascensor que había en el palacio, se fue directo al estudio de Sebastián para dejarle al bebé a su cuidado mientras se iba de compras.
- ¿Puedo pasar?— Luego de abrir la puerta.
- Si, claro pasa Mia— Se levanto de la silla, estaba leyendo un sinfín de documentos importantes, cargo a Julie y le dio un beso en su regordete mejilla— ¿Cómo esta, mi princesita bella?
La niña admiraba a su papá como si lo entendiera de verdad que la sangre es fuerte.
- Quiero pedirte un favor.
- ¿Qué es?
- Tengo que salir a comprar varias cosas para el viaje y es paras que te quedarás con Julie.
Sebastián frunció el ceño.
- No puedo Mia, tengo mucho trabajo— Mirando su escritorio lleno de papeles.
- Eres su padre, también te toca cuidarla— Sorprendida por su contestación.
- Lo sé perfectamente no puedo.
- Pues entonces no voy a Bruselas así de fácil—Cruzándose de brazos.
- Ahora resultaste chantajista. —Arqueando una ceja.
- Lo aprendí de ti. —Dice bromeando.
- Esta bien, cuidaré a Julieta, hoy tendremos nuestro primer padre e hija ¿te gusta la idea, princesa?— La niña le sonrió— Claro que si— Le dio un beso.
- Gracias, me voy. Pórtate bien, cariño.
- Siempre me porto bien.
- No hablo de ti, me refiero a Julie. —Lo mira disgustada.
Sebastián se echo a reír.
- No seas mala conmigo Mia— Sonrió, aquella sonrisa perfecta que la deslumbro la primera vez— ¿Necesitas dinero?
- No puedo pagarme mis gastos.
- De todos modos— Se acerco al escritorio, relleno un cheque— Toma— Se lo entrego.
Mia miro el cheque con la boca abierta, lo cerro de golpe ¿Por qué tanto dinero? Es solo un vestido y ropa de invierno lo que iba a comprar para ella y su hija.
- Con esto me puedo comprar un apartamento en Miami y aun me queda. Es mucho dinero.
- No importa, si quieres guarda lo demás— Como si el dinero fuese lo de menos— Cómprate ropa sexy— Le guiño el ojo con una sonrisa picara.
Mia se dio la vuelta para irse antes de que Sebastián Intentará besarla.
Fue a una tienda de disfraces, le pidió a la vendedora varios vestidos de época.
- Con este se vería hermosa. — Le enseño uno blanco largo con varios detalles en dorado.
- No se, se parece mucho al vestido de cenicienta. Tampoco quiero parecerme a un personaje de Disney— Mirándose al espejo con el vestido.
La vendedora se echo a reír.
- Yo creo que le queda mejor que los otros que se probo, aunque le tengo este también que me llego hace unos días. — Le enseño otro que era un vestido pastel con blanco.
- Wow, esta hermosísimo este vestido me encanta, me llevaré este sin duda— Sonriendo.
Sebastián seguía trabajando, mientras Julie estaba entretenida en su sillita de bebé, jugando con su sonajero.
- ¿Cómo que se esta tardando tu mamá? ¿No crees?— Pero la bebé se puso a llorar de repente— ¿Qué? ¿Qué paso, que dije?— Se levanto y tomo a la niña en sus brazos para calmarla— ¿Tienes hambre? Dios, yo no tengo idea de cómo hacerlo. ¿Dónde estará Mia?— Dice nervioso mirando como su hija sigue llorando.
En el centro comercial, Mia se detuvo a comprar un café y un sándwich de jamón en una cafetería.
- Seguro Julie querrá comer que Sebastián se las arregle solo, él no quería hacerse responsable, pues que lo haga— Rio dándole un sorbo a su bebida, ella pensaba que tenía que asumir también esa responsabilidad como padre, cuidar a Julieta cuando ella no esta.
Sebastián tomo el biberón pero aquella tarea es muy difícil, la bebe no cooperaba, solo lloraba.
- Shhh, princesa. Ayúdame por favor. Soy nuevo en esto— Cuando por fin le dio el biberón dejo de llorar y comía a gusto— Eso es...— sonrió— Esa es mi chica.
Mia estaba en la puerta, viéndolos le pareció muy conmovedor tanto que derramo algunas lágrimas, no podía seguir ocultando sus sentimientos lo amaba, estaba completamente enamorada del príncipe Sebastián, no podía negarlo, ver a padre e hija juntos había hecho mella en su corazón.
- Que escena tan conmovedora lastimas que no tenga una cámara— Se levanto, mientras dejaba las bolsas en el suelo.
Sebastián le sonrió de una forma tierna, cuando Julie termino todo su biberón, la meció en sus brazos hasta se quedo dormida la coloco de nuevo en la silla.
- Veo que compraste muchas cosas. — Mirando las bolsas en el suelo.
- Si, Julie necesitaba ropa esta creciendo.
- Claro, será un niña muy hermosa cuando crezca, yo un padre muy celoso no dejare que ningún chico se le acerque— Carcajeó, acerco mas a Mia— Y tu una extraordinaria madre— Le dio un beso con ternura. Ella colocó sus manos alrededor de su cuello mientras él colocaba las suyas en su cintura, incrementando el beso pero Mia tuvo que separarse y tomo las bolsas.
- Tengo cosas que hacer, luego vengo por Julie— Salió de allí prácticamente huyendo de el, puedo escuchar la risa de Sebastián pero no le importo.
Salieron temprano del palacio, Sebastián había arreglado todos los papeles de Julieta de ella para viajar de la manera más rápida gracias a sus influencias.
- Mis antepasados siempre protegieron las islas de Villa Hermosa, hubo una época que los ingleses nos invadieron, mi tatarata tara abuelo el Rey Julián, se enfrente en una guerra que duro por tres años, hasta que por fin los ingleses se rindieron— Le contó Sebastián orgulloso de la historia de su país— Son siete islas la principal que es Villa Hermosa, luego Santa fe, Espíritu, La Romana, Santa marta, Rosmarina y Villa Francia.
- Me gustaría conocerlas todas, en la escuela me encanta mucho la historia de estas islas, como se han mantenido a los largos de los años. — Dijo Mia con mucho interés.
- Con mucho esfuerzo y dedicación. Gran parte de los ingresos son por la pesca, el turismo, venta de barcos y las perlas marinas. Somos un país muy prospero.
- Si que lo son, por esos muchos quieren meter sus manos aquí.
- Pero eso nunca pasara, nosotros los Sessa nunca dejaremos que estas islas caigan en manos de gente escrupulosa.