Deseo Danzante

...CLARET:...

No entendí nada y no iba a empeñarme en pensar en eso. ¿Me iba a besar? Me dió la impresión de que sí, se acercó demasiado, con ese agarre firme en mi brazo, pude oler su perfume y sentir su calidez, incluso su respiración en mi rostro, luego todo eso se detuvo y ya no estaba cuando abrí mis ojos.

¿Qué rayos ocurría?

Ese hombre era extraño, actuaba de forma indiferente y luego se tornaba desconcertante, como cuando hizo las preguntas personales y cuando estuvimos en el vestidor, ahora en el gimnasio.

No, yo no iba a caer en semejante juego.

Era mi jefe y así se quedaría.

Seguramente solo quería divertirse conmigo, pero no iba a permitir tales actos, yo podía ser una inexperta, un fracaso en el amor y en tener novio, pero no iba a permitir que me trataran para solo desahogarse.

Ni siquiera dijo nada con respecto a mi cambio, al menos por cortesía debió hacerlo.

Lo que tenía que hacer era conseguir un novio o por lo menos empezar a conocer chicos, porque ilusionarme con un millonario era ser una tonta, ningún hombre como ese se fijaría en mí.

Nuestra relación era laboral.

Pasé los siguientes días entrenando y jugando, no me encontré con Cillian y lo agradecí, al parecer estaba lo suficientemente ocupado para cruzarse en mi camino.

Estuve practicando las preguntas para mi primer día de trabajo, leí una y otra vez, mientras me observaba al espejo dije todo lo que memoricé con una sonrisa, con bastante naturalidad o eso intenté.

También necesitaba una clase de actuación.

Seguía pensando que ese trabajo no tenía sentido, solo un millonario gastaría un dineral en un farsa, seguramente lo hacía para eludir sus responsabilidades y seguir de soltero empedernido.

De todas formas, la razón no era de mi interés.

Claris volvió para enseñarme a caminar de forma segura y a colocarme el maquillaje, logré avanzar más en el delineado, la base y la sombra.

Me preguntó sobre mi relación con Cillian y aproveché para contarle todas esas mentiras que me memoricé, al menos ella me creyó y eso me dió más seguridad.

Un día anterior a la presentación decidí salir para encontrarme con Marie, llevaba tiempo sin hablar con mi amiga y realmente lo necesitaba.

Me vestí con unos jeans oscuros y una chaqueta de cuero con una camiseta blanca debajo, me coloqué unas sandalias negras de tacón.

Dejé mi cabello suelto y me maquillé de forma sencilla.

Guardé un conjunto de ropa en una bolsa para mi amiga, unos perfumes y maquillaje en una bolsa.

Llamé a Dante.

— ¿Qué desea señorita Claret?

— Puedes subir, voy a salir y necesito que me lleves, por favor.

— ¿El jefe sabe que saldrá?

Fruncí el ceño, no tenía porque pedir permiso.

— Él me dijo que cuando quisiera salir, hablara contigo.

Se quedó un momento en silencio.

— Voy a subir.

Esperé en la sala y el ascensor se abrió, Dante se quedó adentro y lo tomé como una señal para entrar en el ascensor.

El joven se quedó callado e inmóvil, con los brazos a los lados.

Llegamos al estacionamiento y quitó el seguro de un Audi color negro.

— ¿Todos estos autos son del señor Cillian? — Dije, señalando la fila de cinco autos de diferentes marcas, pero de colores negros y grises.

— Así es — Abrió la puerta trasera — Suba por favor.

Avancé y entré en el auto.

Él tomó su puesto de piloto.

— ¿A dónde quiere que la lleve?

Le di la dirección de la casa de Marie, era domingo y debía estar en casa.

Salimos del estacionamiento, recorriendo la ciudad.

Dante no hablaba, era igual de serio que Jean y que su jefe.

— ¿Desde cuándo trabajas para el Señor Cillian?

Dió una corta mirada por el retrovisor.

— Desde hace tres años. Soy uno de sus choferes.

— Eres joven, pareces de mi edad.

— Tengo veintidós.

No habló más, él podría ser un excelente candidato para novio, pero al parecer no se le permitía tener confianza con su jefe, me trataba como una persona importante, como su jefa.

Llegamos al barrio donde Marie vivía y Dante aparcó el auto al borde de la acera.

Abrí la puerta y caminé hacia su casa.

Toqué el timbre.

Un chico despeinado sin camisa me abrió.

— Hola ¿Ésta Marie?

El chico se giró — ¡Marie, te buscan!

— ¡Voy! — Se oyó su grito.

— Ya la oíste — Dijo el chico, rascando su cabeza.

Marie apareció con una pijama.

— ¡Claret! — Gritó con sorpresa y me abrazó.

Recibí su abrazo con cariño.

— Marie, te extrañe tanto.

Ella se apartó, sorprendida, me dió una mirada de pies a cabeza.

— Mírate, pareces otra, estás preciosa.

— Gracias, pero soy la misma y vine porque quiero que salgamos juntas.

— ¡Haberlo dicho antes, voy a cambiarme! — Dijo y luego se giró hacia el chico — ¡Iré a pasear con mi amiga, vuelvo en unos minutos!

Cerraron la puerta y esperé a que se cambiara, ni siquiera me presentó a su novio.

Marie salió, con una ropa deportiva y su cabello suelto.

— Listo, vamos.

— No me presentaste con tu novio.

— No es mi novio.

— Me dijiste que tenías novio.

— Es solo un amigo a que le estoy dando asilo mientras mis papás no están — Se encogió de hombros.

— ¿Y el chico qué dijiste que conociste? — Insistí.

— Tenía novia y lo pateé.

Llegamos al Audi y Marie soltó un silbido.

— ¿Y ésta nave?

— Es del... — Guardé silencio, casi se me sale llamarlo jefe — Del Señor Cillian.

— Amiga, en serio estoy atónita, te conseguiste al mejor sugar del país.

Abrí la puerta — Sube ya.

Ella entró y subí después de ella.

— ¿A dónde las llevo? — Preguntó Dante.

— Uy y viene con chófer guapo incluído — Comentó Marie, sin ninguna prudencia.

Me reí — Dante, ella es Marie, mi amiga.

— Un gusto, señorita — Dijo él, sin ninguna expresión.

— El gusto es mío, eres guapísimo.

Se incómodo un poco — ¿A dónde van a ir?

— Aún no me decido.

— Vaya, esto huele a nuevo — Dijo Marie, tocando las asientos — Esto es fabuloso.

— No es lo único fabuloso — Dije, tomando la bolsa que dejé en el asiento — Toma, escogí esto para ti.

— ¿Y esto qué es? — Alzó las cejas.

— Un poco de ropa, maquillaje y fragancias.

— Oh, Claret — Me abrazó — Esto es demasiado ¿Tu sugar no se molesta?

Dante frunció el ceño por el retrovisor.

— No, esa ropa era mía, puedo regalarla si quiero.

— Estoy tan agradecida de que pienses en mí — Dijo, conmovida — Te dije que tener sugar era una muy buena idea. Quiero que me mantengas — Bromeó y solté una carcajada.

— Tal vez no sea mala idea.

Dimos un tour por París, pidiéndole a Dante detenernos en lugares turísticos para tomarnos fotos.

No pensé en el dinero cuando nos detuvimos en un restaurante, dejé a Marie adelantarse hacia la entrada y hablé con Dante.

— ¿Puedes prestarme dinero?

— ¿Cómo? — Se tensó, había dejado su auto en el estacionamiento para acompañarnos, no entendí su afán de seguirnos hasta el restaurante, si solo era chófer.

— No traje dinero.

— ¿Cómo planea una reunión de amigas sin tener un peso en los bolsillos? — Preguntó, dejando el formalismo por primera vez.

— Te lo pagaré luego.

— No hace falta, el Señor Cillian me dió dinero para sus necesidades — Sacó la billetera y me dió unos cuantos billetes, demasiados diría yo.

— Gracias.

— Disfrute su almuerzo.

— ¿No vas a comer con nosotras?

— Soy el chófer, no como con mi jefa.

Me reí — Yo no soy tu jefa.

— Si lo es, me sentaré en otra mesa.

— De acuerdo.

Entré al restaurante, no era tan prestigioso, pero no estaba mal, tenía un aire cálido.

Marie y yo nos sentamos en una de las mesas.

Dante tomó una a pocos metros.

— Parece guardaespaldas — Comentó Marie, un mesero trajo la carta — ¿Estás segura de qué esto no es costoso?

— Tenemos dinero, no te preocupes, pide lo que quieras.

— Te sacaste la lotería con Cillian Leroy — Dijo, sonriendo mientras abría la carta — Vamos a ver que tenemos aquí.

— Yo pediré un Paté.

— Yo pediré a Dante para llevar — Bromeó en voz baja, observando hacia el joven de traje negro y cabello rizado.

— Ya basta Marie, comportate.

— Déjame fantasear, jamás he aspirado a tanto.

— ¿Y tus ex?

— Esos no llegaban ni a choferes.

Pedimos la comida y empezamos a comer juntas.

— Dime, Claret ¿Dónde estás viviendo?

— Cuando pueda te invitaré — Seguí comiendo distraída.

Estrechó sus ojos — ¿Por qué no me quieres decir?

— Es que el Señor Cillian es muy reservado.

— Yo soy tu amiga, tampoco me quieres contar como lo hace y como lo tiene — Casi me ahogo ante su argumento.

— Basta, Marie, te pueden escuchar — Dije, avergonzada, limpiando mi boca con una servilleta — Eso es vergonzoso.

— ¿Será que todavía no lo haz hecho?

— Claro que sí — Intenté sonar convincente — Es solo que me gusta la privacidad y reservarme las cosas, esto no es algo que se cuente en un restaurante.

— Por favor, Claret — Hizo un gesto de impaciencia — Aún no comprendo como es que llegaste a relacionarte con el millonario.

— Voy al baño — Me excusé.

Caminé hacia el baño, pasando por las mesas.

Un hombre se levantó y sin querer golpeé su hombro.

— Disculpe...

El hombre era alto, de cabellos dorados y ropas elegantes.

— No, discúlpeme a mí, señorita.

Intenté seguir mi camino.

— Espere...

Me giré hacia el hombre.

— Su rostro se me hace conocido ¿Es actriz o modelo?

— No — Me avergoncé.

— Es extraño, me parece haberla visto en la televisión.

Tal vez en las horribles fotos que tomaron de mí.

— No, para nada...

— Si quiere ser modelo, aquí ésta mi tarjeta — Dijo, sacando una tarjeta de su billetera, me la tendió — Tengo una agencia de modelaje y siempre estoy en busca de nuevos talentos, usted sería una excelente modelo.

Tomé la tarjeta por cortesía — Gracias, pero no creo...

— Yo estoy convencido de lo contrario, usted tiene porte y elegancia, es bonita, tiene todo para ser una modelo famosa.

— Gracias por la oferta.

Me marché al baño y guardé la tarjeta en mi bolsa.

Volví a mi mesa después de unos minutos.

— Te tardaste un poco.

— ¿Ya te comiste todo? — Dije asombrada.

— Es que estaba delicioso.

— Pediremos un postre entonces.

...****************...

Dejé a Marie en su casa y volví al Penthouse, Dante subió conmigo para darme acceso y cuando llegué la sala, el señor Cillian estaba hablando por teléfono mientras observaba por la ventana.

Tenía una camisa de botones y pantalones negros de vestir con mocasines pulidos de color negro.

— ¡Claro, entiendo, pero deben hacerlo hoy! — Gruñó, muy molesto — ¡No quiero excusas, Jean¡ — Se pellizcó el puente de su naríz — ¡Debe estar resuelto para la tarde!

Me debatí entre marcharme a la habitación o quedarme, pero colgó.

Se giró y observó hacia Dante — Ya puedes volver a abajo.

— Con permiso, señor.

— Gracias por llevarme, Dante — Dije y asintió con la cabeza.

— A su servicio, señorita Claret.

Entró en el ascensor.

Volví a observar hacia el señor Cillian, lo encontré con sus ojos intimidante puestos en mí.

— ¿Cómo le fue con su amiga?

— ¿Cómo... — Guardé silencio, Dante le informó — Estuvo bien.

Se quedó con el teléfono en la mano.

— ¿Está preparada para mañana?

— Practiqué las respuestas y ya las sé de memoria.

— Perfecto — Me evaluó detenidamente.

— De hecho quisiera tratar un asunto — Tomé valor y guardó su teléfono.

— Claro, que desea hablar.

— Me gustaría que el tema de mis relaciones personales sean más flexibles — Dejé la bolsa sobre la el sofá.

Frunció el ceño — ¿A qué se refiere con ello?

— Me gustaría tener citas.

— Podrá hacerlo, pero cuando se cumplan los tres meses.

— Hablo de ahora, por primera vez no tengo la preocupación encima de conseguir trabajo, tengo más tiempo para relacionarme con personas de mi edad y empezar a conocer chicos...

— Ahora no sería conveniente, señorita Claret — Caminó hasta detenerse frente a mí — Le explico, usted firmó un contrato donde aceptó todas mis condiciones y tener pareja en estos momentos, salir con chicos, no sería una buena idea, a partir de mañana usted será vista como mi prometida, aparecerá en fotos en todos los medios, con un enorme título que la anuncia como mi pareja formal y cuando salga a la calle la reconocerán, si usted sale con otros chicos, causará un gran escándalo.

— ¿Y qué pasará cuando se cumpla el plazo? ¿Qué hará usted para no causar un escándalo cuando esto termine? — Cuestioné, cruzando mis brazos — Porque eso si será un escándalo.

— Los famosos siempre se están separando.

— Aún no le veo sentido a esto ¿Para qué quiere una prometida falsa?

— No tiene por qué buscarle sentido, solo cumplir con su parte, recibirá su pago, no se preocupe. Solo tiene que ser paciente, esperar tres meses y luego tendrá la libertad para hacer lo que desee.

Intenté tomar la bolsa pero cayó al suelo.

Cillian se agachó al mismo tiempo y su mano tocó la mía cuando posé mi mano en la bolsa.

Me aparté rápidamente, colocándome de pie, recogió el maquillaje que terminó afuera, también estaba la tarjeta que me dio ese desconocido y la tomó.

Volvió a colocarse de pie.

Se quedó leyendo.

— ¿De dónde sacó esto? — Preguntó, observando hacia mí.