Secuestrada

Estoy en casa luego de una jornada laboral difícil, me baño, busco entre mis cajones la ropa interior que extravié y no aparece. Busco también el pijama y no está. Intento recordar dónde pude guardar aquellas prendas pero no puedo recordar nada. No tengo más alternativas que vestirme con otras prendas.

Me acuesto a descansar unos minutos y caigo en un sueño profundo.

Me levanto con el sonido de la alarma, desayuno, me pongo mi uniforme y me dirijo a la empresa. La tensión aún no se disipa y todos tenemos muchísimos pendientes y tareas que escapan de nuestros labores.

Todos nuestros celulares suenan al mismo tiempo e inevitablemente miramos que fue lo que provocó el sonido. Un mail de la empresa, precisamente de nuestros superiores descansa en mi bandeja de entrada. Lo abro con dudas y nos informan los nuevos cambios que de harán en breve.

Quienes tengamos vacaciones acumuladas al pasar un periodo de quince meses dejarán de contarse los días. Tendremos que tomar nuestras vacaciones porque ya no serán acumulativas.

Además de esto anuncian una fuerte actualización del software de la compañía así como un reemplazo de todas las computadoras y dispositivos lo que nos dejara con un período de descanso de una semana.

Todo esto es muy extraño pero luego de la tormenta viene la calma. Todos necesitamos alejarnos de la compañía así sean unos días.

Los jefes así como los encargados de cada sector trabajarán desde su casa. La empresa se encargará de proveerles todo lo necesario para poderse desempeñar como corresponde.

Es increíble el alivio que nos proporciona todo esto aunque no se que haré en estos días libres ya que Marina viajará a ver a su familia y yo me quedo sola.

En la pequeña sala de café encontré a mi amiga, ambas debíamos prepararle el café a nuestros jefes y aproveché para hablar con ella de algo muy importante que estaba considerando

-¿Cómo va todo? Estoy agotada, me tienen corriendo de aquí para allá, ya no se a cuántas personas estoy asistiendo hoy

-Yo llevo y traigo documentos, café y fotocopias, aún nos quedan unos días antes del descanso

-Quiero viajar y descansar ya, me volveré loca

-Cuando regresemos al trabajo quiero que me ayudes en algo muy íntimo

-¿Muy íntimo? ¿A qué te refieres?

-Quiero perder la virginidad con alguien así que quizás podrías llevarme a alguna fiesta

-¿Estás segura? Por mi no hay problema pero tómate estos días para pensarlo mejor y si no cambias de idea te ayudaré a nuestro regreso

-Gracias amiga

-Vamos que los jefes nos encomendaran para el despido si no nos apuramos y dejamos de hablar

Al salir de la sala choque con alguien y por poco le derramo el café

-Disculpe, no lo vi- no me atreví a mirar quién era

-Fijate por dónde caminas la próxima vez- una voz ronca habló con molestia. Era la misma de los anuncios, podría asegurarlo

Salí apresurada llegando a entregar el café con un susto de muerte y el miedo a que me despidieran

Trabajamos hasta tarde, organizando documentos, copiando cosas, fotocopiando, llevando informes. La oficina era un infierno dónde el miedo y el cansancio estaban presentes en cada empleado.

Salí del trabajo como cada día, exhausta y me dirigí a casa. Estaba tan cansada que solo deseaba comer un sandwich e ir a la cama. Los tacones me estaban matando y seguro tendría ampollas por haber corrido todo el día.

Una rosa blanca descansaba en la alfombra delantera de mi apartamento. La tomé entre mis manos y busqué alguna tarjeta pero no había nada. Seguro no era para mí pero de todos modos me quedé con ella ya que no tenía destinatario.

Otro día de infierno sería mañana y lo que menos podía hacer era por preocuparme por una flor equivocada