Emma Varela, una joven de 18 años, ha pasado los últimos cinco años de su vida intentando olvidar el trauma de un accidente automovilístico que no solo dejó cicatrices físicas, sino que también le arrebató a su mejor amiga, Sofía. Emma se ha refugiado en los estudios y la natación, evitando a toda costa recordar aquella noche fatídica.
Su mundo comienza a tambalearse cuando Gabriel Muñoz, un joven misterioso y reservado, llega a su escuela. Gabriel, con una mirada cargada de secretos y una actitud distante, se convierte en el centro de atención de todos, pero es a Emma a quien él parece observar más detenidamente.
A medida que Emma y Gabriel se van conociendo, ella descubre que él también tiene su propio pasado doloroso. Ambos empiezan a apoyarse mutuamente, y una conexión profunda surge entre ellos. Sin embargo, emma pronto se da cuenta de que Gabriel sabe más del accidente de lo que el admite.
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Capitulo 14: El Misterio De Gabriel
El verano llegaba a su punto álgido, y con él, la relación entre Emma y Gabriel seguía profundizándose. Sin embargo, a medida que compartían más tiempo juntos, Emma no podía evitar sentir que aún había algo oculto en el pasado de Gabriel, un misterio que él no había revelado por completo. Su intuición le decía que había una pieza faltante en el rompecabezas de su vida.
Una tarde, decidieron explorar un antiguo bosque a las afueras de la ciudad, un lugar que Gabriel había mencionado vagamente en alguna conversación pasada. El bosque tenía un aire místico, con árboles centenarios y senderos sinuosos que parecían llevar a lugares ocultos.
Mientras caminaban entre los árboles, Emma notó que Gabriel estaba inusualmente callado. Sus ojos, generalmente llenos de vida, tenían una sombra de melancolía. Después de un rato, Emma decidió romper el silencio.
—Gabriel, he estado pensando en lo que compartiste conmigo sobre el accidente y tu hermana. Sé que eso fue muy doloroso para ti, pero siento que hay algo más, algo que no has mencionado. —Emma lo miró con preocupación—. ¿Hay algo más que necesitas decir?
Gabriel se detuvo, mirando a lo lejos antes de suspirar profundamente. Sabía que no podía seguir ocultando lo que había guardado durante tanto tiempo. Giró hacia Emma y la miró con una expresión seria.
—Tienes razón, Emma. Hay algo más. Algo que no he podido decirle a nadie, ni siquiera a mis padres. Es un secreto que he guardado desde el accidente.
Emma sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero asintió, animándolo a continuar.
—Cuéntame, Gabriel. Estoy aquí para escucharte.
Gabriel respiró hondo, como preparándose para una revelación que había evitado durante años.
—El día del accidente, después de que desperté en el hospital y supe que mi hermana había muerto, algo extraño sucedió. Tuve un sueño, o tal vez fue una visión. Vi a mi hermana, pero no como estaba antes del accidente. Ella estaba en un lugar extraño, un bosque parecido a este, y me dijo que no era mi culpa, que había algo más en juego, algo más grande que nosotros.
Emma escuchaba atentamente, intrigada por la historia de Gabriel.
—Desde entonces, he tenido sueños recurrentes sobre ese bosque y sobre mi hermana. En los sueños, ella siempre trata de decirme algo, algo importante, pero nunca logro entenderlo por completo. Siento que hay un misterio detrás de su muerte, algo que no es solo un accidente.
Emma frunció el ceño, tratando de procesar la información.
—Gabriel, ¿crees que hay algo sobrenatural en todo esto? ¿Que hay una razón más allá de lo que podemos comprender?
Gabriel asintió lentamente.
—No estoy seguro, Emma. Pero sé que estos sueños no son simples sueños. Hay algo que mi hermana intenta decirme desde el otro lado. Algo que necesita ser revelado.
Emma tomó la mano de Gabriel, dándole un apretón firme.
—Entonces, tenemos que averiguarlo. No estás solo en esto, Gabriel. Juntos, podemos desentrañar este misterio y encontrar las respuestas que necesitas.
Gabriel miró a Emma con gratitud, sintiendo una mezcla de alivio y esperanza.
—Gracias, Emma. No sé cómo lo haremos, pero sé que, con tu ayuda, podré encontrar la verdad.
Mientras el sol comenzaba a ponerse, bañando el bosque en una luz dorada, Emma y Gabriel se sentaron en un claro, observando cómo la noche se cernía sobre ellos. Sabían que el camino por delante sería difícil y lleno de incertidumbres, pero estaban decididos a enfrentar cualquier desafío juntos.
A medida que las estrellas comenzaban a brillar en el cielo nocturno, Emma y Gabriel se dieron cuenta de que su conexión iba más allá de la amistad. Juntos, podían enfrentar cualquier misterio, cualquier verdad, por más oscura o aterradora que fuera.
Y así, con el corazón lleno de determinación, se prepararon para desentrañar el misterio de Gabriel, sabiendo que, aunque el camino sería largo y difícil, no tendrían que recorrerlo solos.