soy ESCARLE ROUSS vivía solo para complacer a quienes estaban a mi alrededor, Fuy abusada a mis 5 años nunca dije nada por miedo y vergüenza, a los 17 escape de casa tube 2 hijos pero el miedo que les pasará lo mismo que a mi me llevo a una depresión.
Ahora no se si estoy muerta o es un sueño pero soy ALEXA FERRER y está vez viviré por mi y para mí.
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dos costillas rotas y las profundas heridas en sus piernas.
Mientras Alexa se encontraba en su cama sin recuperánse de las dos costillas rotas y las profundas heridas en sus piernas, en el calabozo del castillo se encontraba el líder de los mercenarios, el único sobreviviente de la emboscada que había tenido lugar días atrás. Los príncipes y el joven duque Vicencio lo tenían prisionero y lo estaban torturando sin piedad.
El joven duque Vicencio era conocido por su sadismo y disfrutaba torturando a sus prisioneros. No había límites para él y los que caían en sus manos sufrían horribles tormentos. El líder de los mercenarios, con los huesos rotos, los dientes arrancados y una oreja menos, resistía como podía los horrores a los que era sometido.
El duque se acercó al líder, mirándolo con frialdad en los ojos. “Dime quién te ordenó el secuestro de Alexa y prometo que tu muerte será rápida”, le dijo con voz fría y amenazante.
Después de horas de tortura, el líder de los mercenarios no pudo resistir más y finalmente decidió hablar. “Está bien, ¡basta por favor! El que me contrató fue el ministro Lear y el archiduque. Mis órdenes eran matar a la joven, pero al ver lo bella que era, quería que fuera mía, por eso no la maté”, confesó entre gruñidos de dolor.
El joven duque Vicencio se quedó pensativo por un momento, acercándose aún más al líder. “Nadie puede tocarle un solo cabello”, susurró en su oído, mientras le clavaba una daga en el corazón.
La muerte del líder de los mercenarios no fue rápida, fue lenta y dolorosa, como había sido su tortura. Los príncipes observaban con expresión indiferente, sabiendo que habían obtenido la información que necesitaban.
Mientras tanto, en su habitación, Alexa se debatía entre la vida y la muerte. Las heridas que le habían infligido los mercenarios eran profundas y su estado era crítico. Los médicos luchaban por salvarla, pero su vida pendía de un hilo.
En el calabozo, el duque Vicencio se limpiaba la sangre con calma, saboreando el sabor del terror que había sembrado. Sabía que sus métodos eran crueles, pero no le importaba. Para él, el dolor y el sufrimiento eran formas de arte, y disfrutaba cada momento de ellos, claro está que solo torturaba a quienes eran un peligro para otras personas.
La confesión del líder de los mercenarios no había sido una sorpresa para él. Sabía que el ministro Lear y el archiduque estaban detrás del intento de secuestro de Alexa. Ahora solo faltaba averiguar cuál era su verdadero objetivo.
Mientras tanto, en la habitación de Alexa, los médicos hacían todo lo posible por salvarla. Su corazón seguía latiendo débilmente, pero cada minuto que pasaba era una lucha contra la muerte.
Finalmente, después de horas de cirugía y cuidados intensivos, Alexa abrió los ojos. Miró a su alrededor, confundida y aturdida, sin recordar lo que le había sucedido. Los médicos le explicaron lo sucedido, y poco a poco empezó a recordar el terror que había vivido, aún débil lo primero que pregunto fue por las 3 niña que estaba junto a ella..
En el calabozo, el duque Vicencio sonreía con satisfacción. Sabía que había cumplido su misión y uno de los responsables del secuestro habían sido castigados. Ahora solo quedaba proteger a Alexa y asegurarse de que no volvieran a intentar hacerle daño.
Con determinación en sus ojos, el duque se levantó y salió del calabozo, dejando atrás el rastro de sangre y dolor que había dejado a su paso. Sabía que su reputación como uno de los sádicos más temidos del reino vecino BOSNIA solo crecería, pero para él, eso no importaba. Lo único que le importaba era proteger a los suyos y hacer justicia de la manera que mejor sabía: con terror y violencia.