Un encuentro con un salvador desconocido provoca que Jaden recuerde su primer vida. Y se da cuenta de que en realidad es un carne de cañón, quien es sacrificado por el villano en la historia original.
No solo eso, sino que su salvador resulta ser su personaje favorito del libro, quien también muere traicionado por sus amigos.
Con esta nueva información Jaden toma una decisión, ¡destrozar la trama del libro!
¿Lo logrará? O, antes de que pueda hacer un movimiento, ¿será arrastrado de nuevo a lado del villano para ser sacrificado?
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Jabalinas
...
Lo que ocurrió durante el siguiente par de horas fue una pequeña caminata —pseudo cacería— por el bosque. Un grupo de ocho adolescentes se abrió paso entre la maleza, en silencio y alertas. Cada uno preparado para lanzar un ataque de magia, puesto que todos los presentes eran magos.
El grupo de los príncipes estaba conformado por cuatro alfas del 2A. Uno de ellos era un mago de tierra; uno de fuego; uno de aire; y el más destacado era el mago oscuro que los lideraba.
Los cuatro restantes pertenecían al 2B. El primero era un mago de agua; dos de fuego; y en el fondo se encontraba un pequeño pelinegro. Aunque el semblante de este último era solemne y atento, no dejaba de resaltar en el grupo conformado por alfas.
Más que un cazador, en ese momento lucía como el protegido de los siete restantes.
Claro que él mismo no se consideraba como tal. En su propia percepción —y aunque no era un cazador hábil entre semana—sabía lo suficiente como para no morir de hambre en el bosque. O eso quería pensar.
Como fuese, la verdad es que al principio, cuando recién se internaron en el bosque, Jaden se sintió ansioso cada vez que escuchaba algún movimiento entre las sombras de los árboles, pensando que podría ser una bestia feroz la que los acechaba. Sin embargo, todo el tiempo resultó ser una falsa alarma, y no se trataba de nada peligroso. La primera vez fue un conejo que estaba entre los arbustos y salió en el momento equivocado. La segunda vez fue el viento entre las hojas. Y la quinta vez que su corazón dio un vuelco fue porque una lechuza comenzó a ulular en la distancia.
“Ah… esto no es lo mío…”, era vergonzoso pero debía reconocerlo.
Y no mejoraba en nada la situación, que la mitad de su equipo no le despertaba ni un gramo de confianza, ni que decir del líder de la otra parte, por lo que su estado de ánimo se volvió aún más tenso. Cada sonido le erizaba el cuero cabelludo.
Esto siguió por otro par de horas, al punto en que pensó que bien podrían haberse internado hasta lo profundo del bosque. Aunque ya sabía que el lugar era tan extenso, de ahí que hasta el momento no se hubiesen encontrado con otros equipos, ni que decir de estar cerca de alguna zona peligrosa.
No obstante, la cacería no era todo lo que ocupaba su mente. Jaden no quería reconocerlo, pero en el fondo tenía miedo de estar tan cerca de Astor. Temía que su pequeña identidad de carne de cañón se viera arrastrada a lado del villano de una forma u otra.
Al final, no tuvo más opción que acercarse con discreción a Fegan. De cierta manera, eso le proporcionaba un poco de tranquilidad en aquel estresante lugar. Y también fue su cercanía la que le ayudó a ignorar la presencia del primer príncipe al cabo de un tiempo.
Como fuese, él se concentró en cuidar sus pisadas, para no hacer ningún ruido que alertara a las pequeñas bestias de los alrededores. Porque mientras antes cazaran algo decente, podrían volver al punto de reunión y dar por terminada la actividad de “convivencia”.
Esa era la mentalidad de Jaden, y estaba tan concentrado en ello que no se dio cuenta de que en determinado momento —cuando ya se habían adentrado demasiado en el bosque—, los chicos le habían rodeado. Para cuando levantó el rostro y lo descubrió, le tomó por sorpresa. Dathan iba un paso delante de él, Fegan a su derecha, y Lance a su izquierda.
“¿Por qué ellos…?”
Si estuvieran en la época moderna, cualquiera pensaría al ver la formación que él era algún personaje famoso siendo escoltado por su equipo de seguridad.
“Nunca creí vivir tanto como para ser escoltado por los mismos personajes principales de la novela… incluso el protagonista está aquí. ¿Por qué lo hacen…?”, se volvió a preguntar.
¿Se trataba de una simple coincidencia? ¿Un capricho? No estaba del todo seguro, y desde luego, tampoco obtuvo una respuesta.
En ese momento, Fegan se acercó a él. Parecía más un “accidente” que una acción consciente. Y así lo habría creído el pelinegro de no haber sido por las palabras que escuchó.
—Descuida —susurró. —Nosotros te protegeremos.
Dicho eso, el pelirrojo volvió a alejarse. Y ninguno de los que caminaba enfrente se dio cuenta de su fugaz interacción.
Sorprendido, Jaden miró a los tres. La espalda de Dathan; el perfil de Fegan; y al final, cruzó miradas con Lance. Y fue luego de recibir un ligero asentimiento de cabeza del peliazul que él se dio cuenta de la intención de estos tres alfa. Querían apartarle de la mirada del príncipe Astor, Rainer y los otros dos.
Esto realmente fue un golpe que no esperaba.
Era obvio que los chicos no sabían nada de lo que había sucedido entre los alumnos del 2A y él. Ni mencionar lo del príncipe Astor. Quizás lo imaginaban en dos o tres detalles, pero desde luego, sin su afirmación, todo no era más que teorías suyas.
Y pese a eso, ahí estaban ellos, rodeándole. Apartando de él a las personas que le habían hecho daño en el pasado.
Abrió la boca, pero no supo qué decir, por lo que la volvió a cerrar poco después. Si era sincero, ni siquiera sabía cómo reaccionar, dado que nadie, aparte de su papá, había hecho el mínimo esfuerzo por protegerle, aun en pequeños detalles como aquel. Pero cuando notó las miradas ligeramente preocupadas de los tres chicos, que además intentaban ser discretos… —con torpeza, claro— una ráfaga cálida recorrió su corazón.
“Oh… con que así se siente…”
Por primera vez desde que los había conocido, Jaden vio a estos alfa como amigos. Verdaderos amigos.
En su mente, Dathan dejó de ser solo el protagonista; Lance, un personaje secundario; y Fegan, se convirtió en algo más que su favorito de la novela. Eran personas reales que le rodeaban.
Esto era algo que creía ya saber desde que fue atacado por Bel y Eder, pero en ese momento —y como nunca antes— sintió que los tres eran mucho más que los personajes de un libro. Eran personas con pensamientos y acciones propias, no regidas por la trama. Y también… eran sus amigos.
Aunque un poco vergonzoso, este pensamiento le alegró.
Era como si una barrera —de la que ni siquiera era consciente— se hubiese desvanecido entre los chicos y él. Sintió su presencia más real y auténtica a su lado. Eran personas en las que podía confiar.
.
Bajo la atmósfera cálida, el tiempo transcurrió. Y fue cuando la tarde se acercaba, que el grupo descubrió en la distancia una piara de jabalíes. Y hubo que decirlo, varios se sintieron bendecidos al ver a las hembras adultas y regordetas.
Desde luego que no eran imprudentes, sabían que dichos animales podrían ser de cuidado para las personas comunes; pero no se les podía culpar por su entusiasmo pobremente ocultado, pues hasta ese momento habían caminado durante horas ya por el bosque; era innegable que para este punto la mayoría estarían cansados de andar sin rumbo fijo.
Y no es que este equipo fuese incompetente para encontrar diversas bestias por el bosque luego de tantas horas. De hecho, cada uno era más sobresaliente que el anterior en cuanto a cacería se refería, —y se podía decir que el menos acostumbrado a este ambiente era el omega en la retaguardia—. Pero su problema no fue la falta de presas o el único omega del grupo… sino que más bien dichas presas no cumplían con los requerimientos del primer príncipe.
Él mostró un evidente desprecio por las pequeñas bestias que habían encontrado antes, afirmando que no eran lo suficientemente dignas de su cuchillo. Y siendo él quien más poder tenía, ¿quién se atrevía a decirle que no? Ni siquiera su hermano menor, quien también era un príncipe, lo hizo, ¿cómo podían avanzar los demás para quejarse?
Fue así que durante horas vieron pasar y pasar pequeñas presas.
¿Los conejos que estaban en su madriguera? Demasiado débiles.
¿Aquel zorro que mostró los colmillos apenas verles? Ni lo menciones.
¿La pitón de más de dos metros que estaba durmiendo en un árbol? Muy fácil.
Escenas similares se repitieron durante al menos tres horas… y de hecho, el pequeño espíritu rebelde de Jaden le hizo girar los ojos varias veces en cuanto escuchaba el desprecio de Astor.
“Solo es una actividad escolar. ¿Por qué se lo toma tan en serio?”, se quejaba una y otra vez. Claro que como el resto, no pronunció ninguna palabra en voz alta. Tampoco era un tonto, y atraería la atención innecesaria del villano sobre él, un pequeño carne de cañón. ¿Qué tal si se molestaba y lo sacrificaba ahí mismo?
Pero dado que ninguno quiso llamar la atención del primer príncipe, no tuvieron más remedio que seguir sus pasos, y resignarse a buscar una “presa digna”.
Por ello, en cuanto vieron a estos cerdos salvajes y gordos, la mayoría esperó desde el fondo de su corazón, que cumplieran con las expectativas del príncipe. Solo así esta ridícula actividad de convivencia terminaría, y no se extendería hasta el día siguiente. Porque si eso sucedía, no estaban seguros de poder soportar el convivir pacíficamente más horas con el “enemigo”.
Eso es lo que pensaban siete personas en su interior, pero ninguno se atrevió a decir nada. Y Astor, el responsable de toda esa situación, ni siquiera lucía preocupado porque el resto se amotinara, o comenzaran a pelear entre ellos. Quizás era la seguridad que le proporcionaba su buen título.
Sin embargo, este príncipe tampoco era un tonto. Sabía que todos estaban llegando a un límite, incluido Rainer, su buen amigo. No le importaba en realidad, pero como líder era su deber saber el momento para presionar y retroceder. Además, lo que quería comprobar, ya lo había hecho, así que no importaba si terminaban con esta diversión por el momento. Lo mejor vendría después de todos modos.
Con un asentimiento de cabeza y señalando a dos jabalinas, el grupo entendió de inmediato su intención. ¡Cazarían a un par de jabalinas adultas!
Cada uno sintió que la presión en sus frágiles corazones desaparecía, y con entusiasmo los más diestros se pusieron en marcha. Estos fueron Astor, Rainer, Fegan y Dathan. Casi parecía haber un entendimiento tácito entre los cuatro.
Jaden y Lance se alejaron un poco para ver la escena. Y desde luego, la mirada del pelinegro no se alejó de cierto pelirrojo. Sabía que lo que estaba por pasar no era suficiente para convertirse en un problema para su favorito. Aun así, no podía dejar de sentirse un poco ansioso en su interior.
Se dividieron en dos, Astor y Rainer fueron por un lado. Fegan y Dathan por el lado opuesto. Con lentitud se acercaron hacia las jabalinas. En la piara había tres adultas, y casi una docena de jabatos. Estos, a ojos de Jaden, se podía decir que lucían lindos, con sus pequeños hocicos y líneas blancas cubriendo sus cuerpos. Nada que ver con sus imponentes madres.
Las que fueron seleccionadas por el villano eran grandes y gordas. Dignas de su especie. Los colmillos en sus caras eran pequeños, pero incluso en la distancia lucían peligrosos. Y casi al unísono, ellas detectaron la presencia de sus cazadores.
Con la mera intención de proteger a sus crías, arremetieron con sus enormes cuerpos contra los chicos. Sin embargo, desde el inicio no representaban un peligro real para ellos. Fegan y Dathan lanzaron llamaradas de fuego que impactaron a una jabalina en el pecho, dejándola sin vida con rapidez. Se podía catalogar como una muerte indolora y hasta humana.
El destino de la otra no fue diferente, aunque su muerte sí que fue más… cruda. Sin remordimiento alguno, Astor la envolvió en una enorme sombra que la cubrió de la vista de todos.
Jaden, con curiosidad por el funcionamiento de la magia oscura que no se volvía en contra del usuario, no pudo evitar dar un par de miradas extras. Sin embargo, solo vio una enorme sombra negra. Entonces, se giró para ver la expresión del villano, pero en su rostro no vislumbró emoción alguna. Era como si aquella sombra no significara nada, así como lo que sucedía en su interior.
Ingenuamente, el pelinegro creyó que ahí acabaría todo, y cuando la sombra desapareciera, la jabalina quedaría inerte en el suelo, ya sin vida. No obstante, de eso no hubo nada.
De hecho, la sombra sí ocultó su interior de los ojos extraños, pero no el sonido. Al segundo siguiente, una sarta de gruñidos desesperados estalló en esa parte del bosque. Más de un presente sintió un escalofrío desagradable en la espalda al escucharla. Era miedo puro.
¿Hacia la magia oscura? ¿Hacia el usuario de la magia? No había forma de saberlo.
Con el ruido desastroso, la hembra restante llamó a los jabatos y huyeron despavoridos, alejándose del lugar con suma rapidez. El sacrificio de sus compañeras no sería en vano, pues las crías estaban intactas.
Lo peor fue cuando el silencio llegó. Ninguno se atrevió a moverse, temiendo ser el siguiente. Astor, desde luego, no se inmutó y dejó que la sombra se desvaneciera. En el suelo solo quedó el cuerpo inerte de la jabalina. Y aunque no había ninguna herida en ella, por alguna razón todos sintieron amargura apenas verla.
La otra tenía un agujero en el pecho, y de cierta manera, era más grotesca a la vista. Pero la segunda… les provocaba una angustia indescriptible. Quizás por los gruñidos que había hecho antes de morir.
Temeroso por lo que había escuchado, Jaden giró el rostro y por accidente se cruzó con la mirada de Astor. En sus ojos no había emoción alguna, como si lo que acabara de hacer no hubiese sido arrebatar una vida con algún método desconocido y despiadado.
De hecho, desde que Jaden lo conoció era la primera vez que veía al villano haciendo algo tan cruel. Y no supo cómo reaccionar por un momento. Sin embargo, no soportó más y apartó la mirada. Entonces, se encontró con los ojos como rubíes de Fegan.
El pelirrojo estaba frunciendo el ceño. Era evidente que no aprobaba el método de Astor, pero no podía decir nada. Nadie podía.
Y fue ahí que Jaden se preguntó: ¿ese vacío inextricable había marcado el rostro del villano cuando le quitó la vida a su favorito? O, ¿cuándo le ordenó al Jaden de la novela sacrificarse? ¿Es que acaso no conocía el remordimiento?
—Hemos terminado —recordó Astor, rompiendo el silencio asfixiante. Y con sus palabras el resto pareció volver a sus sentidos.
—Bien hecho —dijo Rainer. Era el menos afectado del grupo. Si había visto o no escenas similares en el pasado, nadie podía asegurarlo.
Fue así como la cacería terminó para ellos. Con una inquietante sensación de rechazo hacia la jabalina intacta.
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posdata autora mira seirei gensouki je
me encanta tu historia espero con ansias más capítulos /Smile/