Historia secundaria de "El CEO odia a los Omegas".
Jacob y Edric se conocen en la boda de sus mejores amigos, donde empieza su historia juntos, llena de juegos, pasión y deseo.
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Ilusión y realidad
POV Jacob
Después de aquella noche en el evento, nuestros encuentro íntimos se volvieron una especie de rutina clandestina. Ya no eran eventos esporádicos, sino encuentros frecuentes y apasionados en lugares inesperados. Desde mi oficina hasta el auto de Edric, pasando por mi apartamento, cada encuentro era una aventura emocionante que mantenía nuestra llama encendida.
Aunque al principio me sentía nervioso por la posibilidad de ser descubiertos, con el tiempo aprendí a desfrutar el riesgo y la emoción de nuestros encuentros furtivos. La adrenalina que sentía cada vez que nos encontrábamos en secreto solo agregaba un nuevo nivel de intensidad a nuestra conexión.
Cada momento juntos era como una pequeña escapada de la realidad, un refugio donde podíamos ser nosotros mismos sin miedo al juicio o a las expectativas externas.
A medida que nuestra relación se profundizaba, también crecía mi deseo de explorar más allá de la intimidad física y descubrir lo que realmente significaba para ambos.
Después de una noche de nuestros tantos encuentros, me desperté con la suave luz del amanecer filtrándose por las cortinas, iluminando la habitación con un brillo dorado. Al girar lentamente la cabeza, me encontré con Edric, aún dormido a mi lado. Su respiración era tranquila y regular, su rostro sereno en el sueño. Me quedé mirándolo por un momento, sintiendo una oleada de calidez y afecto hacia él.
Con cuidado, me deslicé hacia él, disfrutando del calor reconfortante de su cuerpo unto al mío. Edric se movió un poco, sus ojos parpadeando lentamente mientras despertaba. Una sonrisa se formó en sus labios cuando me vio, y me estiró los brazos en un gesto de bienvenida.
-Buenos días, Jacob.- Murmuró, su voz ronca por el sueño.
-Buenos días, Edric.- Respondí suavemente, devolviendo su abrazo con ternura.
Nos quedamos acurrucados por un momento más, disfrutando de la paz y la intimidad de la mañana.
La calidez del momento se desvaneció repentinamente cuando una pregunta inquieta se abrió paso en mi mente. La incertidumbre comenzó a pesar sobre mí, eclipsando la tranquilidad de la mañana. Con un nudo en la garganta, reuní el coraje para formular la pregunta que había estado rondando en mi cabeza.
-Edric.- Empecé, mi voz apenas un susurro tembloroso. -¿Qué somos nosotros?-
Edric me miró, su expresión relajada pero atenta.
-¿Qué quieres decir, Jacob?-
-Quiero decir… ¿qué somos tú y yo?¿Qué significa esto para ti?- Mis palabras salieron apresuradas, impulsadas por una mezcla de ansiedad y esperanza.
Edric pareció considerar su respuesta por un momento ante de hablar.
-Bueno, Jacob, somos amigos con derechos, ¿no?- Su tono fue casual, como si la respuesta fuera obvia. -Tenemos una química sexual increíble, ¿no?-
El impacto de sus palabras me golpeó como un puñetazo en el estómago. La frase resonaba en mi mente, dejando un sabor amargo en mi boca. Me sentí profundamente decepcionado, una oleada de dolor y vergüenza arremetió contra mí, preguntándome cómo pude haberme ilusionado tanto.
Traté de ocultar mi decepción bajo una máscara de indiferencia. Me sentí como un estúpido por haber permitido que mis sentimientos se descontrolaran, por haberme dejado llevar por la esperanza de algo más.
Asentí con la cabeza, tratando de mantener la compostura mientras la decepción se apoderaba de mí.
-Sí, supongo que sí.- Murmuré, forzando una sonrisa débil. -Solo amigos con derechos.-
Traté de mantener la compostura mientras me alejaba de la cama y me dirigí a la cocina. La decepción y el dolor seguían palpables en mi pecho, pero me obligué a mantener la cabeza en alto, a fingir que no me afectaba.
Mientras preparaba el desayuno, me encontraba perdido en mis pensamientos. Me di cuenta de que, a pesar de todos nuestros encuentros sexuales, en realidad no conocía a Edric. Y lo que era más importante, Edric no me conocía a mí. Estábamos atrapados en esa burbuja de deseo y placer, pero no había una conexión real más allá de eso.
La realización fue desgarradora. Me preguntaba cómo pude haber sido tan ciego, tan ingenuo y cómo pude permitirme ser arrastrado por esta relación superficial, esa farsa de intimidad.
Después de un desayuno tenso y silencioso, Edric se levantó de la mesa, se despidió como si nada hubiera pasado y se marchó de mi departamento. Observé su partida con sentimientos encontrados, una mezcla de alivio y tristeza.
Ojalá y se ponga las pilas Jacob ❤️🔥☺️