En un reino deslumbrante, la princesa Ailén se encuentra atrapada entre el deber y el deseo. Casada con Elian, el príncipe de un corazón frío, descubre la traición en su matrimonio mientras su corazón se inclina hacia Kael, un hombre sin títulos pero de fervor inigualable. En un palacio lleno de intrigas y secretos, Ailén debe elegir entre mantener la estabilidad del reino y seguir el anhelo que desafía todas las normas.
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Capitulo 7
Elara y el que sería Dorian intercambian una última mirada antes de tomar su rumbo. No puedo evitar sentir un nudo en el estómago al verlos partir, dejando una impresión duradera en todos nosotros.
—Vamos —dice Elara, tratando de calmarse—. Regresemos al palacio.
Mientras el carruaje se pone en marcha, no puedo evitar reflexionar sobre el encuentro. La presencia de Kael y el joven han dejado una marca en mí, y me pregunto si nuestros caminos volverán a cruzarse.
La noche cae sobre el palacio, y el recuerdo de mi encuentro con Kael sigue rondando mi mente. Su mirada intensa. Siento que algo dentro de mí ha cambiado, un pequeño despertar que no puedo ignorar.
Esa noche, como de costumbre, Eden se acurruca a mi lado en la cama. Sus pequeños brazos se enroscan alrededor de mi cintura, y su respiración suave me trae un consuelo que pocas cosas pueden ofrecer. En secreto, ella me llama "mamá", y aunque sé que está mal, no puedo evitar sentirme feliz al escuchar esa palabra salir de sus labios.
—Mamá... —susurra Eden en la oscuridad, su voz adormilada y llena de inocencia—. Hoy fue un día divertido, ¿verdad? Me gustó mucho la ciudad.
—Sí, mi pequeña. Fue un día especial —le respondo, acariciando su cabello rubio—. Prometo que tendremos más días como este.
—¿De verdad? —pregunta con entusiasmo, aunque su tono está lleno de cansancio—. Me gustaría ver más cosas... conocer más lugares.
—Por supuesto. —Le sonrío, aunque sé que ella no puede verme en la oscuridad—. Te llevaré a donde quieras ir.
El alivio que siento por la ausencia de Elian en nuestra habitación es inmenso. Su frialdad y desprecio me han dejado cicatrices profundas, pero aquí, en la quietud de la noche, con Eden a mi lado, me siento más fuerte. No puedo evitar pensar en lo que Kael haría si supiera la verdad de mi vida, si conociera el peso que cargo cada día.
Cuando Eden finalmente se duerme, mi mente vuelve a vagar hacia Kael. Su presencia ha plantado una semilla de curiosidad en mi corazón, una que no puedo simplemente ignorar. ¿Quién es realmente?.
La mañana siguiente, mi rutina comienza de la misma manera que siempre. Elara entra en mi habitación un poco antes de lo habitual para llevar a Eden de vuelta a su pequeño rincón del palacio. Nadie en la familia real debe saber que Eden duerme conmigo; sería un escándalo, y las consecuencias serían impensables.
Cuando bajo al comedor, Elian no está presente. Siento un alivio que no puedo describir. Sus comentarios, sus miradas llenas de desprecio, son cosas que no quiero enfrentar hoy. Necesito un descanso, aunque sea breve, de la carga de ser su esposa.
—Elian ha salido temprano hoy —me informa uno de los sirvientes con voz neutral—. No volverá hasta la tarde.
—Gracias —respondo, ocultando mi alivio tras una sonrisa cortés.
Después del desayuno, decido que un paseo por los jardines me ayudaría a despejar la mente. Eden, vestida ya en su traje de sirvienta, me acompaña, y juntas nos dirigimos hacia los exuberantes jardines que rodean el palacio. El aire fresco de la mañana, combinado con el aroma de las flores, es revitalizante.
Los jardines son majestuosos, con fuentes de mármol que reflejan la luz del sol y caminos bordeados de árboles perfectamente podados. El silencio se rompe sólo por el susurro del viento y el canto de los pájaros, creando un ambiente casi surrealista, apartado de las intrigas y tensiones del palacio.
Mientras caminamos, noto una figura que no había visto antes. Se trata de una joven de cabello rosado, casi tan vibrante como las flores a nuestro alrededor, y ojos negros como la noche. Su presencia es intrigante, pero algo en ella me pone en alerta. Se acerca a mí con una sonrisa que parece demasiado ensayada.
—Princesa Ailén —saluda con una reverencia—. Es un honor finalmente poder hablar con usted. He oído mucho sobre su gentileza.
—¿Quién eres? —pregunto, manteniendo mi tono neutral mientras examino cada detalle de su apariencia.
—Soy Lyanna, mi señora —responde, con un tono que intenta ser amistoso—. He llegado recientemente al palacio y estoy encantada de estar aquí. Espero poder servirle en lo que necesite.
—¿Servirme? —repito, un poco desconcertada—. No recuerdo haberte visto antes.
Lyanna sonríe con una mezcla de timidez y confianza, lo que hace que me sienta aún más incómoda. —Acabo de llegar hace poco, y aunque mi posición aquí aún no está bien definida, quería presentarme y ofrecerme para cualquier cosa que pueda necesitar. Me encantaría ganarme su confianza y amistad.
Sus palabras me incomodan. Hay algo en su tono y en su mirada que no termina de convencerme. Asiento con cortesía, aunque no puedo evitar sentir una creciente desconfianza. No quiero mostrar abiertamente mi recelo, así que mantengo la conversación breve antes de excusarme para continuar con mi paseo.
Mientras me alejo de Lyanna, los susurros de los sirvientes a mi alrededor no tardan en llegar a mis oídos. Sus palabras me pintan una imagen aún más perturbadora de esta nueva mujer en el palacio. Cuentan historias de su pasado, de cómo era una plebeya, una prostituta que, de alguna manera, ha conseguido un lugar dentro de las paredes del palacio. Ahora parece que está intentando escalar aún más alto, y su actitud amigable hacia mí no es más que una fachada.
El conocimiento de su origen me deja un mal sabor en la boca. Me pregunto qué está realmente buscando Lyanna y por qué ha decidido acercarse a mí. Aunque su historia me inspira cierto desprecio, también me preocupa. Si Elian tiene alguna conexión con ella, la situación podría volverse aún más complicada de lo que ya es.
Con estos pensamientos en mente, continúo mi paseo, aunque el ambiente ya no me parece tan sereno como antes. La presencia de Lyanna es una sombra nueva que amenaza con alterar la frágil estabilidad de mi vida en el palacio, y sé que debo mantenerme alerta.
y que Elián se arrepienta de averla tratado mal.
y como en toda novela todo puede pasar,espero que ella tenga unos hijos hermosos.
y Elián sea que no puede dar hijos.