Claret es una chica con deudas hasta el cuello que intenta superarse, no descansará hasta encontrar un trabajo y dejar su vida de penurias atrás, en su camino se topará con Cillian un hombre millonario que oculta su vida de mafioso detrás de su apariencia de CEO. ¿Qué sucederá cuando sus mundos se entremezclen? Descúbrelo ya. (+18)
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Capítulo 9
...CILLIAN: ...
— ¿Qué? ¿De qué rayos hablas? — Exigió Lambert, completamente irritado.
— Así como lo oyes.
— ¿Con quién te vas a casar?
— Eso es de índole personal — Me encogí de hombros.
— No voy a permitir que te burles de mi hija.
— Detesto casarme por conveniencia.
— Me lo prometiste y me diste tu palabra ¿A caso olvidas que gracias a mis influencias, llegaste hasta acá? — Apretó sus puños.
— No, no se me olvida, pero no tolero que uses eso para querer atraparme en un matrimonio que no deseo.
— Un matrimonio que acrecentaría nuestra sociedad.
Hice un gesto de desdén — No me gusta mezclar mis negocios con mi vida personal.
Odiaba actuar tan decente, lo único que quería era sacar un arma y dispararle en medio de la frente.
— Me lo debes, yo te traje hasta acá, gracias a mí...
— Acepto que me abriste muchas puertas, pero yo siempre tuve el capital en mi poder y si quieres puedo pagarte por todo lo que hiciste, pero de ahí a darte hasta mi trasero hay un trecho muy largo.
— No voy a permitir que mi hija caiga en malas habladurías por tu culpa, ella no se merece este horrible desprecio — Gruñó, cada vez más furioso — Ella, que a esperado en castidad, honrando la tradición para casarse contigo.
Me provocó reír, si supiera que su adorada hija estuvo desnudas muchas veces en mi cama.
— Lo siento, pero he complacido demasiado sus demandas por agradecimiento y ya estoy harto de ser esclavo de eso, soy dueño de mi vida y tengo derecho a decidir lo que me conviene más, la mujer con la que voy a casarme es justo lo que estoy buscando — Dije, girando mi silla de un lado a otro — Debes respetar eso, hay demasiados hombres poderosos con los cuales casar a tu puritana hija, estoy seguro que ninguno rechazará tu oferta.
— Pondrás en riesgo nuestra sociedad si no te casas con mi hija.
— ¿Eso es una amenaza? — Elevé una ceja.
— Tómalo como quieras, pero de que le cumples a mi hija, le cumples — Gruñó, saliendo de forma impetuosa por las puertas.
Maldito infeliz, entendería por las malas.
Observé la hora.
Ya tenía que volver al Penthouse.
Ignoré el pensamiento de lo que ocurrió anoche y terminé de organizar el papeleo.
...CLARET:...
Mi ropa solo ocupaba un mínimo espacio en ese enorme closet.
No tenía idea de como pasaría mi tiempo en el Penthouse. Me mantuve un tiempo observando por el balcón, impresionada por la grandiosa vista y cuando sentí hambre decidí ir a la cocina.
El mármol del suelo estaba tan pulido que mi reflejo se capturaba.
Todo era magnífico y demasiado lujoso.
Al llegar a la cocina me rasqué la cabeza.
Caminé hacia la nevera y la abrí, era de dos puertas, estaba repleta de mucha fruta, vegetales, leche y yogurt, entre otros alimentos empaquetados que no alcancé a reconocer.
Decidí hacerme una ensalada de frutas.
Me tomo un tiempo averiguar como se abrían los cajones.
— ¡Ábrete! — Grité frustrada y la puerta se deslizó — Vaya, reconocimiento de voz ¿Cómo no se me ocurrió antes?
Cuando hallé los cuchillos y las tabla para picar empecé a hacer la ensalada, los sonidos hacían eco en ese solitario espacio.
Terminé echando toda la fruta en una vajilla, añadí yogurt y cereal.
Caminé hacia la sala con mi ensalada mano y me senté en el enorme sofá.
Por suerte los controles en la mesita de noche tenían una nota pegada que explicaba para que se usaban. La letra era tan elegante como su dueño, me hubiera servido unas notas así en la cocina.
Tomé el control del televisor y lo encendí.
La enorme pantalla plana se iluminó.
Los canales privados con los nunca pude contar aparecieron para mí.
Comí mi ensalada mientras pasaba de canal.
Me detuve en una película, donde un hombre y una mujer discutían en un yate, la mujer cayó al agua y el sujeto la rescató, luego saltó a otra escena donde ella se despertaba en una cama del yate.
El hombre era musculoso y bastante candente.
La escena se tornó bochornosa, empezaron a tener relaciones y lo cambié avergonzada. Odiaba ese tipo de películas.
Recordé a Marie hablándome sobre una película erótica de un mafioso y me detalló la escena del yate, me percaté de que era la misma película.
Trescientos sesenta y cinco días.
¡Qué locura! ¿Cómo una mujer iba a enamorarse de un mafioso que la secuestró? Estaba alejado de la realidad, ningún mafioso luciría tan guapo, esa gente era fea y sin escrúpulos ¿Cómo podían romantizar a esos criminales?
Seguí cambiando de canales hasta un programa de farándulas, casi suelto la vajilla al verme en una foto, completamente distraía afuera del hotel junto al Señor Leroy, me veía simplona y despeinada, con una mala postura y el ceño fruncido.
En cambio el Señor Leroy, se veía tan guapo en su pose distraída.
Subí el volumen para escuchar.
"Se han capturado los múltiples encuentros del empresario Cillian Leroy con una desconocida adolescente, el día de ayer se le vió salir de un hotel con la chica y luego, como entraban en la camioneta para marcharse juntos" Dijo una de las presentadoras " ¿Quién será ésta joven? ya nadie puede con la curiosidad"
"Lo que se nos hace tan extraño es que el empresario jamás se ha dejado ver en compañía de otras mujeres, ni siquiera con Laisa Lambert, la hija de Damián Lambert, uno de los socios de Cillian, con la que se rumoreaba que había una relación, pero ahora lo vemos con otra chica desconocida que no parece pertenecer ni a las empresas Leroy, ni al mundo del modelaje o la actuación" Comentó el otro presentador, mi foto volvió a ocupar la pantalla "Nadie sabe quien es ésta chica"
"No, es una chica que parece sacada de algún basurero, miren su forma de vestir y ese cabello, parece una pobretona" Se burló la maldita presentadora de labios hinchados "¿Será qué el Señor Leroy está haciendo obras de caridad? No encuentro ninguna otra razón para que Cillian se deje ver con una chica tan corriente"
"Tal vez este recogiendo indigentes" Se carcajeó el presentador.
Cambié de canal, completamente molesta por la crueldad de esos desgraciados, me habían llamado indigente y que salí de un basurero.
¿En serio lucía tan mal?
¿Así sería de ahora en adelante? ¿Gente burlándose de mí en televisión? ¿Qué se creían? ¿Qué ganaban con criticar?
Volví a poner la sucia película, ahora estaban en un baño.
El teléfono sonó.
Observé la pantalla, era Marie.
¿Qué debería hacer? ¿Contestar? ¿Y si contesto? ¿Qué iba decirle?
Bajé el volumen de la televisión.
Tenía que contestar, no podía dejar a Marie tan preocupada.
Apreté el botón.
— ¡Claret! ¿Dónde estás? ¡Te ví en la tele, tu foto está por casi todos los canales y las redes sociales! — Gritó alterada.
— Hola, Marie, estoy bien, no te preocupes.
— Fui a tu apartamento y no estabas, me enteré que fuiste desalojada, la policía estaba allí y...
— Espera ¿La policía estaba allí?
— Si, exacto, el casero apareció muerto en su apartamento.
Abrí mis ojos como platos — ¿Cómo qué apareció muerto?
— Por lo que pude averiguar, unos ladrones entraron a robar y le cortaron la garganta por resistirse.
No debería alegrarme, pero sentí un alivio de que un ser así estuviera muerto.
— Vaya, qué horror — Suspiré, abrazando mis rodillas.
— Horrible es poco, pero ¿Cómo es qué terminaste saliendo de un hotel con el candente Cillian?
Me quedé callada, no podía decirle, firmé el contrato y sino cumplía, perdería mi trabajo.
— Hice lo que me dijiste — Fue lo único que se me ocurrió.
— ¿Qué cosa?
— Buscar un sugar millonario y guapo — Dije y escuché su jadeo de sorpresa.
— ¿Y ese hombre ésta de acuerdo?
— Sí, no vió problema alguno.
— Pero...
— Marie, no te preocupes, es la única solución que encontré, aproveché que me contactó y le pedí ayuda.
— Tu dijiste que nunca harías algo así.
— Lo sé, pero la necesidad me llevó a hacerlo.
— ¿Ya te acostaste con él? — Soltó sin tapujos y casi me atraganto con la fruta.
— ¿Acostarme?
— ¿No es tu sugar? Es lo que se hace para que te dé dinero.
— Lo sé — Me reí nerviosa.
— ¿Entonces?
— Si, ya lo hicimos.
— ¿Cómo fue? — Preguntó.
— Estuvo bien.
— ¿Solo eso? Estamos hablando de Cillian Leroy, se supone que debe haber detalles y que debe ser una experiencia maravillosa. Así como luce, debe hacerlo exquisito ¿No me digas que es pura apariencia?
— Es que me avergüenza contar esto así — Me quejé, ni siquiera tenía nada que contar.
— Tienes que contarme, no me voy a quedar con la duda.
— Te prometo contarte luego.
— ¿Y ahora dónde estás?
— Marie, no puedo contarte mucho, pero estoy bien.
— Claret...
— Prometo comprarte algo lindo cuando me paguen.
Colgué rápidamente y suspiré.
Un hombre como Cillian jamás me tocaría ni un pelo, solo yo inventaba esas tonterías, yo era una de esas chicas invisibles en su mundo, las que nunca notaban y esos presentadores tenían razón.
Lo recordé en aquel traje negro y el cabello despeinado, mi estómago se ahuecó.
Sacudí mi cabeza.
¿Qué te sucede? Era mi jefe.
Un jefe muy candente y hermoso.
...****************...
A la mañana siguiente desperté temprano, el silencio del Penthouse era profundo.
Decidí darme un baño en la bañera y me quedé casi una hora disfrutando de la espuma, el olor exquisito del jabón y la calidez del agua.
Me coloqué uno de mis vestidos de color negro, no muy convencida.
Observé mi reflejo en el espejo.
Nunca luciría como una mujer de clase alta, ni siquiera tenía clase.
¿Por qué el jefe me elegiría a mí? Se ahorraría bastante en alguna modelo o actriz.
Me peiné el cabello y lo dejé suelto.
Salí a la sala, observando la hora, apenas eran las ocho.
Tenía hambre, pero me tardaría demasiado en cocinar algo.
Tomé mi teléfono y marqué el número que Cillian guardó.
— Hola — Dijo una voz masculina.
— Hola, soy Claret Dubois...
— Ah, si, el jefe ya me puso al tanto.
— Si, él me dijo que si quería algo debía pedirlo a usted.
— Exacto ¿Qué desea?
— ¿Podría comprarme cuatro croissant y un capuchino?
— ¿Algo más?
— No, solo eso.
— Espere unos minutos, estaré allí pronto.
Colgó, ni siquiera le di el dinero, Cillian aún no me pagaba, supongo que eso también lo descontaría.
Me acerqué a una de las ventanas y tomé una foto.
Me sorprendí, la cámara era buena, incluso me veía bonita.
Por eso los dispositivos de Cillian competían con grandes marcas del mundo.
Volví a encender la televisión y esperé mi desayuno.
El ascensor se abrió y me levanté.
Un hombre joven con traje negro entró.
— Señorita Claret, aquí está su orden.
Era guapo, con el cabello castaño rizado y un rostro varonil.
Incluso su guardaespaldas Jean era bien parecido, al parecer Cillian contrataba a gente de buena apariencia, aunque conmigo se había equivocado.
Me acerqué a él y tomé la bolsa de papel, los croissant estaban calientes.
— Muchas gracias.
— Mi nombre es Dante, estoy a su servicio.
— Mucho gusto, Dante.
Asintió con la cabeza — Si no necesita nada más, yo me retiro.
Hice un gesto con la cabeza y se marchó hacia el ascensor.
Me marché al comedor y abrí la bolsa.
Empecé a comer mis croissant estaban deliciosos, se me hizo agua la boca.
Después del desayuno fui al salón de juegos.
Encendí una de las pantallas, elegí baile y me coloqué arriba de la plataforma que indicaba los pasos, ni siquiera sabía como se llamaba eso.
La música empezó a sonar y la muñequita de la pantalla empezó a moverse.
Seguí el ritmo de la música, pisando las flechas mientras sacudía mis caderas y movía mis brazos.
El ritmo aumentó, las flechas se iluminaron a una frecuencia más veloz.
Seguí, sumergida en el ritmo de la electrónica, imitando los movimientos de la bailarina en la pantalla.
— ¿No sabía que le gustaba el baile?
Me detuve en seco, la música se detuvo, mi nivel no alcanzado salió reflejado en la enorme pantalla.
Me giré hacia la entrada.
El jefe estaba en el umbral, con las manos en los bolsillos de su traje color azul.
Se fue con un traje negro el día anterior y volvió con uno azul, con camisa blanca y corbata gris.
— Ah... No... No me... Gusta... — Tartamudeé, mi rostro ardió por la vergüenza ¿Por qué era tan torpe?
Bajé de la plataforma y me dió una mirada de pies a cabeza.
Evaluó mi vestido y mis zapatillas de tacón bajo, la única ropa bonita que tenía.
Me contuve de hacer un gesto de timidez.
— A mí me parecieron muy buenos pasos.
— Solo estaba tratando de pasar el tiempo.
Tenía su cabello muy bien peinado, me gustaban todas sus facetas, el casual y el formal, incluso el de aire misterioso.
No podía dejar de pensar en ese traje oscuro que llevaba puesto y el cabello despeinado, como un chico malvado.
— Veo que se está adaptando.
— Lo intento — Entrelacé mis manos.
Nunca dejaba su expresión seria.
— Salgamos.
Se alejó del umbral y lo seguí.
— ¿A dónde vamos?
— De compras.
— Voy por mi bolsa y mi teléfono.
Corrí hacia mi habitación y entré, tomando mi bolsa, metí el teléfono adentro y también mi identificación.
Volví al vestíbulo y él me estaba esperando junto al ascensor.
— ¿Vió las fotos?
— ¿Cuáles fotos?
— Las de la televisión.
— No tengo tiempo para eso — Abrió el ascensor.
— Nos tomaron fotos y hablaron de ello.
Entramos al ascensor.
Se mantuvo observando hacia las puertas sin alejar las manos de sus bolsillos.
— Ya le dije que es ventajoso para mí.
— Lo sé, pero de mí solo hablaron pestes.
— ¿Qué dijeron? — Me evaluó de reojo.
— Que usted estaba haciendo caridad porque yo parezco salida de un basurero, una indigente.
— No haga caso, solo buscan lucrarse con sus habladurías.
— No visto así por gusto... Yo...
— No necesita explicar, lo sé perfectamente, pero callaremos sus bocas.
— Intento no lucir tan fea pero...
— Usted no es fea, es bonita.
autora tu jamas decepcionas felicidades espero seguir leyendo tus novelas