¡Casada Con Un Mafioso! ¡El Contrato!

Dean

Después de arreglarme, bajo las escaleras. Jordan me compró una blusa negra de mangas largas, unos vaqueros cómodos del mismo color y unas zapatillas bonitas. Él sabe que tengo un estilo discreto y no me gustan las prendas muy coloridas, llamativas o claras.

Pero lo que realmente me sorprende es ver a Hazel bajando las escaleras con un vestido rojo con un escote en V que se ajusta al cuerpo, resaltando aún más sus curvas. Miro a Jordan, quien está sonriendo, y susurro:

— ¿Quieres volverme loco?

— Quiero verte volverla loca... No exactamente ver. — él susurra de vuelta. — Hazel, debo admitir que estás muy sexy y mi elección fue excelente. El rojo te sienta bien.

— Creo que está un poco corto, pero tienes razón, me queda bien.

Me acerco a ella y, solo para provocar, susurro en su oído:

— Está perfecto para lo que estoy deseando hacer contigo. — ella susurra de vuelta, sorprendiéndome.

— ¿Y qué sería, señor Evil?

— Voy a tumbarte sobre esa mesa y chuparte tanto que rogarás que te penetre allí mismo, con todos mirando. — ella traga saliva y se aleja, visiblemente sonrojada. — Este es un juego para dos, mi amor, y estoy ansioso por jugar.

Me siento a su lado en el sofá y pronto entran Mayra y Anthony. No puedo creer que Jordan los haya invitado. Hoy mato a uno de ellos y voy preso.

— ¡Buenas noches a todos! — Mayra me mira irónicamente. — Dean, oí decir que intentaron eliminarte en el último contrato del año, pero aquellos que lo intentan son unos idiotas de todos modos. ¿No saben que tu nombre en el inframundo es "fantasma" por una razón? ¡No se puede matar lo que ya está muerto!

— Son unos idiotas de verdad... Solo firmaron el certificado de defunción. — completa Anthony.

— Podrían haber dejado ese asunto para la oficina. — digo, observando la expresión confundida de Hazel.

— ¿Fantasma? ¿Qué pasó para que te ganaras ese apodo? — pregunta Hazel, y los miro firmemente.

— Hablan demasiado, solo ignórenlos. — intento terminar el tema.

— Ya que tú no lo cuentas, lo cuento yo. — Mayra se encoge de hombros.

— ¡Mayra! ¿No querrás una visita a medianoche en tu casa, o sí? — amenazo, y ella se ríe a carcajadas.

— Manda una pareja, estoy deseando divertirme un poco. — dice con una sonrisa traviesa en los labios. — Volviendo al tema, nuestro querido Dean murió durante tres minutos. Su corazón dejó de latir y, por supuesto, dejó de respirar.

— ¡Eso es imposible! — niega Hazel. — No hay forma de que alguien muera y vuelva a la vida.

— Pero aquí lo tienes, vivito y coleando a tu lado. — señala Anthony. — Y hoy es el fantasma del inframundo, por supuesto.

— ¿Soy un chiste para ustedes? — me miran, fingiendo inocencia. — Sí, lo soy... Necesito ser más cruel para ser más temido.

— ¿Hazel!? ¿Vas a casarte con el iceberg ahí, verdad? — Mayra cambia de tema.

— Nosotros... — miro a Hazel ansioso por su respuesta. — Es... Supongo que sí.

— Voy a enseñarte algunas cosas que he aprendido por ahí, para volverlo loco.

— Mayra, ya basta. Deja de molestar a mi mujer.

— Ella solo está bromeando. No necesitas actuar así. — me reprende Hazel.

— Ella no está bromeando, y si me doy la vuelta, te llevará a la habitación. ¿Quieren beber y comer? ¡Vamos al salón principal!

Cuando llegamos al salón principal, todo está bien decorado.

— Todos beban bastante. La casa es grande y tiene muchas habitaciones, siéntanse como en casa. — Jordan habla emocionado.

— ¡Pero no tan como en casa! — digo, mirando a Anthony y Mayra, sabiendo que interpretan todo al pie de la letra y no tienen vergüenza alguna.

Me doy cuenta de que Hazel está distante, observando los rincones decorados de la casa, y veo una lágrima rodar por sus ojos, así que me acerco.

— Necesitas desconectarte de tu familia. Esta es tu nueva familia, tu primera Navidad aquí. Quiero que sea especial. ¿Sabes qué hago desde hace años?

— ¿Qué? — pregunta, disimulando el llanto.

— Bebo, ceno con Jordan y subo a mi habitación para beber más. No me gusta esta fecha.

— ¿Y te estás conteniendo hoy por mí? No necesitas hacer algo que te incomode solo para complacerme.

— Puede parecer extraño, pero hoy no me está molestando. Aparte de que mis amigos son unos inadaptados y que tengo que llevarte arriba en cuanto los dos estén borrachos por culpa de su estúpida competición de ver quién consigue llevar a una mujer a la cama primero... ¡Sí! Van a intentarlo contigo y no, no me temen.

— ¡Creo que tus amigos son perfectos para ti! — esboza una sonrisa.

— Tú... Tú eres perfecta para mí. Solo que aún no te has dado cuenta. — ella baja la cabeza.

— Sobre ese contrato, ¿qué habrá en él que me beneficie como dices?

— Te daré tu libertad, pero tendrás que comprometerte mucho conmigo. Serás mía en nuestra cama, pero no tendrás la obligación de enamorarte de mí o amarme, pero deberás ser fiel así como yo seré fiel a ti.

— ¿Podré hacer lo que quiera siempre y cuando acepte ser tu mujer en tu cama?

— ¡Sí! ¿Quieres incluir algo? Puede ser lo que quieras, ¡pero nada extremo!

— Quiero tener mi propia habitación. Seré solo tu amante, con el título de esposa, claro. Quiero tener una habitación para mí, para cuando esté en mi ciclo, poder dormir tranquila. No te serviré estando así. De hecho, me convierto en un demonio cuando estoy en esos días y no querrás estar cerca de mí cuando esté así.

— Si esa habitación es solo para eso, está bien. Pero no veo problema en estar cerca de ti aunque quieras matarme. Me encanta correr riesgos. — ella me mira y acaba sonriendo, es su primera sonrisa sincera desde que llegó aquí, lo que me hace sonreír también. — Sí, creo que estamos de acuerdo. Voy a redactar el contrato y tú lo firmas el día de nuestra boda... ¿Dije algo mal? — pregunto al darme cuenta de que su sonrisa empieza a desaparecer.

— No, está bien. Pero necesito ser sincera. Sabes que todo lo que estás haciendo está afectándome, así que no sé qué esperas de mí en tu habitación. No tengo la experiencia que ya debes estar acostumbrado a tener con otras mujeres.

— La experiencia que necesitas vendrá de mí. No me importa si no tienes la experiencia que otras tienen, seré tu primero y mi mayor deseo es ser tu único. Lucharé por ello, puedes estar seguro.

— No sé si seré capaz de sentir algo por ti. Nuestro encuentro, la forma en que todo sucedió. Me tomaste como si fuera un objeto... Ya me juzgo por tener esta atracción por ti. Por desearte a ti, por desear tu cuerpo.

— ¿Entonces también me quieres? — pregunto queriendo una respuesta concreta.