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Encanto Mercenario

Encanto Mercenario

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Colegial dulce amor / Equilibrio De Poder / Secretos de la alta sociedad / Amor-odio / Romance
Popularitas:257
Nilai: 5
nombre de autor: AmericanWidow

Rein Ji Won, la inalcanzable "Reina de Hielo" del Instituto Tae Son, es la heredera de un imperio empresarial, y por lo mismo un blanco constante. Su vida en la élite de Seúl es una jaula de oro, donde la desconfianza es su única aliada.

​Cuando su padre Chae Ji Won regresa de un viaje de negocios que terminó en secuestro, trae consigo un inesperado "protegido": Eujin, un joven de su misma edad con una sonrisa encantadora y un aire misterioso que la intriga de inmediato. Rein cree que su padre solo está cumpliendo una promesa de gratitud. Lo que ella no sabe es que Eujin es un mercenario con habilidades letales y un contrato secreto para ser su guardaespaldas.

​La misión de Eujin es clara: usar todo su encanto para acercarse a la indomable heredera, infiltrarse en su círculo y mantenerla a salvo.

​En el juego del lujo, las mentiras y el peligro, las reglas se rompen.

NovelToon tiene autorización de AmericanWidow para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 7: La Fragilidad de la Confianza y el Estallido de la Verdad

...El Peso del Secreto...

El trayecto desde la oficina de Chae Ji Won hasta la lujosa suite de Rein se sintió como un paseo por un campo minado para Eujin. Llevaba el peso de la amenaza en cirílico como un ancla en el pecho. La amenaza no era solo contra el Imperio Ji Won; era un golpe personal. Habían usado su pasado, el batallón al que una vez perteneció, para apuntar a su presente y a la única persona que se había convertido en su punto débil.

La advertencia era clara: "La heredera es el objetivo."

Su contrato, su misión, se acababa de volver real y mortal. Y Rein, en su inocencia, no sabía nada. Eujin tenía que protegerla de la verdad, al menos hasta que él y Chae Ji Won tuvieran un plan.

Llamó suavemente a la puerta de Rein.

Ella abrió al instante, su rostro no era la máscara fría, sino una expresión de pura anticipación y deseo. Vestía solo una bata de seda negra, que apenas cubría su esbelto cuerpo, y su cabello oscuro estaba ligeramente húmedo de la ducha. No perdió tiempo en sutilezas.

Apenas Eujin cruzó el umbral, Rein se lanzó a sus brazos, su boca buscando la de él con una urgencia que era nueva y embriagadora.

—Por fin —murmuró Rein entre besos, aferrándose a su cuello. Su felicidad era palpable, el contraste con la oscuridad de Eujin era doloroso—. Pensé que mi padre te había programado para no salir de su oficina.

Rein lo besó de nuevo, con una pasión que lo dejó momentáneamente sin aliento. Se retiró ligeramente, su mirada de éxtasis era brillante.

—Te extrañé, Eujin. Solo te quería aquí, cerca.

La avalancha de afecto era abrumadora. Rein, la mujer que odiaba la vulnerabilidad, se estaba entregando sin reservas.

Eujin intentó responder con la misma pasión, la abrazó fuertemente, pero sus besos eran tensos, su mente estaba en el batallón, en la amenaza, en el peligro que corría Rein Ji won.

Rein notó la rigidez en su cuerpo. Se alejó un poco, sus manos en el pecho de él.

—¿Qué pasa? Estás... tenso. ¿Mi padre te hizo a matar a alguien?

—No. Es solo... la conversación con tu padre fue seria. Mucho trabajo de seguridad.

—Tonterías. Eres el chico más relajado que conozco. No me mientas, Eujin.

Ella se deslizó fuera de la bata, dejándola caer al suelo. Sus ojos profundos lo desafiaron.

—Ven aquí. Te necesito. Olvidemos lo que sea que te dijo mi padre solo por un rato.

Rein lo llevó de la mano a la inmensa cama con dosel. Eujin no pudo resistir, la atracción era demasiado fuerte, y en el fondo, él también necesitaba la distracción, el alivio de la intimidad. Se desnudó sin prisas y se acostaron juntos, bajo las sábanas de seda.

# La Promesa en la Oscuridad

No hubo sexo de inmediato. Eujin simplemente la sostuvo, la abrazó contra su cuerpo, enterrando su rostro en su cabello. La inmensidad de la cama, a diferencia de la suya, hacía que el gesto de abrazarse fuera una elección deliberada, no una necesidad.

Rein sintió la tensión en su abrazo. Acarició su espalda, con una ternura que solo él había logrado desbloquear.

—Háblame. De verdad. ¿Qué te tiene así de preocupado?

Eujin suspiró. Sabía que no podía mantener el secreto por mucho tiempo, pero quería proteger su paz.

—Rein, lo que está pasando entre nosotros... Es lo más importante que me ha pasado. He vivido sin raíces, sin un solo lugar donde me sintiera seguro. Tú te has convertido en ese lugar.

—Yo me he convertido en tu jaula —dijo ella, con su sarcasmo defensivo.

—No. Te has convertido en la única cosa que me da miedo perder. Y lo que pasó en la oficina de tu padre... es un peligro real. No es la tontería de Dae Kim. Es algo que me afecta a mí, y por extensión, a ti.

Eujin levantó la cabeza y la miró a los ojos, su intensidad era abrumadora.

—Quiero que sepas algo, Rein. Yo voy a protegerte. Con mi vida. Si es necesario. Es mi trabajo, sí. Pero es algo más. Lo que siento por ti... es lo único que me hace querer tener un futuro.

La honestidad de su declaración golpeó a Rein. No era un mercenario. Era un joven de diecisiete años que le estaba dando su corazón. La intensidad de su promesa la asustó un poco.

—Eujin, por favor. No hables así de tu vida. No me gusta la idea de que tengas que arriesgarla por mí. Necesito que estés vivo para que seas mío, ¿recuerdas?

—Lo recuerdo. Y por eso mi prioridad eres tú.

Rein se acurrucó más cerca de él.

—Quédate a dormir. No te vayas esta noche. No puedo dormir sin ti.

—Me quedo —dijo Eujin, su voz tranquila.

Rein continuó, su voz suave y preocupada.

—¿Es por eso que mi padre dijo que no fuéramos a Italia? ¿El peligro es tan grande?

Eujin dudó. Tenía que darle una verdad a medias.

—Sí. La amenaza es real. Alguien que realmente puede hacernos daño está detrás de esto, es mejor si no vamos.

Rein suspiró, cerrando los ojos.

—Entiendo. Estás realmente asustado. —La chica depositó un beso tierno en la nariz de su amante —No te preocupes, lo resolveremos. Juntos.

El afecto y la confianza de Rein eran un arma de doble filo. La quería, la amaba por esa lealtad. Pero la verdad de la amenaza era mucho peor. Eran sus viejos colegas mercenarios, y sabían que él era la "Sombra", lo que significaba que el peligro no se detendría por nada.

Se durmieron abrazados. Aunque Eujin no durmió profundamente. Cada crujido, cada sombra, lo ponía en alerta. La lujosa suite de Rein se había convertido en su puesto de vigilancia personal.

...El Desayuno de los Lobos...

A la mañana siguiente, la mansión Ji Won era un centro de actividad tensa. Chae Ji Won había convocado una reunión de negocios crucial con el Primer Ministro Kim y varios ministros de alto rango relacionados con la defensa y la ciberseguridad.

Rein y Eujin lograron deslizarse fuera de la habitación de ella sin ser detectados, con la discreción de dos fantasmas. Ambos se vestían con atuendos formales, pero bajo el traje y el vestido, el fuego de la noche anterior todavía quemaba.

La sala de conferencias de la mansión era un ambiente de poder palpable. El Primer Ministro Kim estaba allí, su rostro serio. Dae Kim también asistió, como el "príncipe heredero" que se entrenaba para la política.

Rein y Eujin se vieron obligados a asistir a la primera parte de la reunión. Rein, como la futura heredera, y Eujin, como el protegido de confianza. Se sentaron uno al lado del otro, su fachada de indiferencia era más convincente que nunca.

Durante un breve receso para el café, el Primer Ministro Kim se acercó a Chae Ji Won.

—Chae, tu "protegido" es... interesante. Dae me ha comentado que es excepcionalmente bueno en todo. ¿De dónde lo sacaste exactamente?

Chae Ji Won respondió con una historia bien ensayada: el encuentro con sus viejos amigos, la gratitud, el conmoverse para ayudar al chico a conocer sus raíces en Corea del Sur. Pero la mirada del Primer Ministro era de escepticismo.

Dae Kim aprovechó el momento. Se acercó a Eujin y lo tomó del brazo, guiándolo sutilmente hacia una ventana.

—Necesito un poco de aire. Y tú tienes un olor a secreto que me está asfixiando, Eujin.

Rein observó la interacción, su estómago se encogió. El lenguaje corporal de Dae era agresivo, y el de Eujin estaba en modo de defensa.

...La Bomba de Dae Kim...

En la privacidad relativa de la ventana, Dae Kim fue directo al ataque.

—¿Te crees muy listo, protegido? ¿Crees que la Reina de Hielo te dará un pase por tu falta de linaje?

—No necesito un pase. Tengo lo que quiero —dijo Eujin, su voz baja y uniforme.

—¿Lo que quieres? La cama de Rein, supongo. No te equivoques. Yo la tendré. Y tú solo serás una nota a pie de página.

Dae Kim sonrió, una sonrisa fría y victoriosa.

—Mi padre tiene contactos en todas partes. En Londres, casualmente en Moscú... Y ¿sabes qué es lo más curioso, Eujin? El informe de seguridad que mi padre leyó sobre el secuestro de Chae Ji Won... decía que los secuestradores eran un grupo disidente de mercenarios rusos.

Eujin sintió un escalofrío en la médula. Mantuvo su rostro inexpresivo, pero sus puños se cerraron.

—La geopolítica es complicada, Dae. No te metas en lo que no entiendes.

—Oh, lo entiendo. Es un hermoso círculo. Los mercenarios rusos secuestran al magnate. El magnate regresa con un "chico protegido hijo de sus amigos invisibles" que habla ruso perfectamente y es demasiado bueno en todo. ¿Sabes? Empecé a indagar sobre esos mercenarios. Un nombre se repite: El Batallón Kobra.

El nombre, El Batallón Kobra, era un detonante. Eujin sintió una oleada de adrenalina pura, la rabia y el pánico combinados. Dae sabía.

—No vuelvas a mencionar ese nombre. —La voz de Eujin era apenas un susurro, lleno de una amenaza letal.

Dae Kim se regocijó en la reacción. Tenía la ventaja.

—Lo haré. Y se lo diré a Rein. Le diré que su nuevo amante y protector es un ex mercenario que probablemente estuvo involucrado en el secuestro de su padre. Y que su pasado es tan peligroso que si se queda contigo, el Batallón Kobra no solo la secuestrará, sino que le hará cosas inimaginablemente horribles. ¿Crees que te quieren a ti, Eujin? No. Quieren usarla para destruirte.

La última frase de Dae Kim era una cuchillada. Lo había golpeado en su punto más débil: la seguridad de Rein.

La razón de Eujin se rompió. La visión de Rein herida, en manos de Kobra, borró la disciplina. El instinto asesino se apoderó de él.

Eujin sujetó a Dae por el cuello de la camisa y lo estampó contra el cristal de la ventana.

—¡Tú no sabes de lo que hablas! —rugió Eujin, su voz un gruñido.

—¡Suéltame, bastardo! —gritó Dae, intentando responder al golpe, pero la fuerza de Eujin era la de un hombre entrenado para la brutalidad.

Eujin lo golpeó en la mandíbula. El sonido seco resonó en el pasillo. Dae cayó de rodillas, la sangre brotando de su labio.

Eujin estaba fuera de control. La frustración, el miedo, la amenaza, se desataron. Pateó a Dae en el costado, y luego lo levantó para darle un puñetazo tras otro en el rostro.

—¡No te atrevas a tocarla! ¡No te atrevas a asustarla! ¡Ella no es un juego!

Dae Kim, el príncipe perfecto, era ahora un saco de boxeo. Luchaba por defenderse, pero Eujin era una máquina de guerra, sus ojos oscuros llenos de un fuego frío que prometía la muerte.

El ruido atrajo la atención de la reunión. La puerta se abrió de golpe.

—¡Eujin! ¡Basta!

Chae Ji Won, el Primer Ministro y varios guardias de seguridad y militares vestidos con uniformes salieron corriendo. Vieron la escena: el "protegido" de Chae Ji Won, estaba a punto de matar al hijo del Primer Ministro.

Rein, que había salido de la habitación al escuchar los ruidos, llegó justo a tiempo para ver a Eujin, la encarnación del caos, encima de Dae Kim.

Varios guardias y militares se lanzaron a separarlos. Se necesitaron cinco hombres para jalar a Eujin, que se debatía, con la furia aún ardiendo en sus ojos.

El rostro de Dae Kim estaba magullado y sangrando. La camisa rasgada. El Primer Ministro Kim estaba lívido, su rostro rojo de furia e indignación.

—¡Suéltenme! —gritó Eujin furioso, mirando a Dae Kim.

Rein se quedó paralizada. Nunca había visto esa furia. Era la bestia bajo la máscara.

El Primer Ministro Kim, con un tono glacial, miró a Chae Ji Won.

—Chae. Explica esto. ¡¿Tienes a un animal salvaje en tu casa?!

Chae Ji Won estaba pálido, pero se recompuso rápidamente.

—Primer Ministro, es un malentendido. Dae debió haber provocado a Eujin.

—¡Él es un mercenario! ¡Un asesino! —siseó Dae Kim, escupiendo sangre.

Rein, viendo a Eujin siendo sujetado por los militares, dio un paso adelante, su rostro la máscara de la Reina de Hielo, pero sus ojos llenos de miedo por él.

—Dae, te lo mereces. No mientas.

—¡Rein! —gritó Eujin, intentando advertirle que se alejara.

El Primer Ministro Kim se acercó a Eujin, que aún estaba siendo sujetado.

—No te preocupes, Eujin. Esto se acabó. No solo para ti. El viaje a Italia está cancelado. Y la próxima semana, estarás de vuelta en el basurero de donde saliste. No necesitamos a gente como tú cerca de nuestros hijos.

Eujin lo miró a los ojos. Lo que hicieran con él no le importaba. La seguridad de Rein sí, lo que sea que pasara si él no podía protegerla era lo que realmente le preocupaba. Pero la furia de Dae Kim ya había desatado el caos irreversible.

Y la verdad sobre su pasado, ahora estaba en manos del enemigo. El juego había terminado.

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