Ella es acusa injustamente por un delito que no cometió y al darse cuenta que el ser que aseguraron que ella asesino esta vivo, hará lo que sea para vengarse y hacerlo pagar por todo lo que ella tuvo que vivir.
Y en el camino hacia su objetivo encontrará a un fuerte aliado que sin darse cuenta los dos caerán rendidos ante las garras del amor.
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EL ESPARTANO el terror de Grecia.
Elían.
Al bajar las escaleras, Hércules ya me esperaba.
— patrón, el señor Ciro lo busca, pide hablar con usted— sonreí, porque sabía que venía a pedirme más tiempo.
— llévalo a la bodega, sabes que hacer y veamos que quiere el gran Ciro— solo asintió y salió de casa.
Caminé al comedor para desayunar y al llegar ya estaba mi hermana con una gran sonrisa.
— hola Elián, hermanito prometiste llevarme de compras este día — sonreí mientras dejaba un beso en su cabeza.
— lo sé y te lo cumpliré Ellen, pero tengo un asunto que atender primero— negó hasta torcer sus ojos— pequeña, no tardaré.
— ya no te creo Elián, todo aqui es mucho más importante que yo, tu única familia— bufo, se levantó y me dejó solo en el comedor.
Suspire al ver el comportamiento de mi hermana, pero la entendía, teníamos años siendo ella y yo solamente.
Nuestros padres lamentablemente murieron en un atentado a solo minutos de haber aterrizado su jet, eso pasó cuando Ellen tenía diecisiete y yo diecinueve, y aunque aún no era mi tiempo tuve que ocupar su lugar, si no seríamos presa fácil de los enemigos de papá.
Aprendí todo sobre el negocio que manejaba mi padre y todo gracias al que fue la mano derecha de papá, quien también murió cuando fuimos a rematar a los culpables del atentado.
Y a pesar de que la mafia que manejó mi padre, solo llego a operar en toda Esparta, hoy por hoy toda Grecia está bajo mi poder y mis reglas y todo este crecimiento de la mafia era a la memoria de mi padre, del gran Ramsés Makris.
Así que las pequeñas organizaciones existentes cuando querían hacer algún movimiento por minúsculo que fuera, primero tenían que consultarme, y así sucedió con el gran Ciro, como ese imbécil se hacía llamar.
Primero me contacto pidiéndome un favor para protección a una mujer, después fue un préstamo para el mismo propósito, me llamó la atención por el gran interés.
Así que mis hombres investigaron, sabía su nombre y sus generales de esa mujer acusada de asesinato, en la carpeta venía anexada la fotografía de la obsesión de ese enfermo, pero no quise verla...
Al terminar salí de la casa, y junto a mi gente nos fuimos a la bodega, al entrar de inmediato quité mi saco y lo vi amarrado en medio del patio.
— Espero, y tu visita sea para pagarme— lo vi negar e intentar zafarse de los amarres.
— ¿por qué tu gente me trajo aquí?, somos amigos Elián— me carcajee acercándome a él.
— ¿amigos?, no te confundas Ciro, yo no tengo a gente de tu tipo cerca de mí, así que yo te brinde mi ayuda, pero ya es hora que me pagues, sabes que nada es gratis en esta vida— volvió a negar y eso me hizo enfurecer porque nadie me vería la cara.
Y a puño limpio lo golpee en más de dos ocasiones— quiero mi dinero Ciro.
— te lo daré, te lo daré Elián, solo, solo detente; dame dos días por favor — hice señas a uno de mis hombres para qué lo desatará.
Saque una navaja y antes de que pudiera levantarse lo agarre del cuello poniendo el filo en su garganta.
— solo recuerda, la cacería estará por comenzar y si no cumples el gran Ciro caerá — le hice un ligero corte y lo aventé al suelo— ¡saquen a esta escoria de mi vista!.
Mis hombres asintieron y se lo llevaron, pero sin antes darles la orden de mantenerlo vigilado a ese imbécil.
Y despues de esa pequeña reunión regresé a casa, al entra vi a mi hermana sentada en el enorme sofá de la sala, camine hasta ella quitando el libro de sus manos— te cumplí, ¿por donde empezaremos?.
La vi sonreír, pego un brinco hasta abrazarme— por eso te amo hermanito.
Bese su frente y la tomé de la mano para salir de casa, así que el resto del día complací a mi hermana en todo lo que quería, porque en los siguientes días no podré estar mucho tiempo con ella.
Los dos días habían pasado y como ya lo presentía, él intentaría jugármela, pero lo que él aún no entendía era la gran magnitud de mi poder y hoy estaba dispuesto a demostrarle el porqué me llamaban. EL ESPARTANO, terror de Grecia.
Tenía cubierto cada maldito movimiento que hacía ese imbécil y mi gente ya estaba lista y en sus posiciones para iniciar la cacería.
Pasaron unos días más y después de años nuevamente pisaba Atenas, donde recuerdos muy desagradables se presentaban, subí a la camioneta y nos fuimos a una casa de seguridad.
Tenía halcones pendientes de Ciro y cuando tomaron la desviación, di la orden para qué iniciará la fiesta.
Mi gente lanzó granadas a la carretera y solo segundos pasaron para que se detonaran y se sintiera el bello rugir del suelo, hice señas y todos fuimos hacia la dirección de la gran caravana.
Los disparos inundaban el eterno silencio del lugar, tenía mi arma en mis manos accionando el gatillo a placer acabando con las vidas de la gente de Ciro.
Pero ese desgraciado no lo veía por ningún lado, abrí camioneta por camioneta y al faltar dos por revisar por el rabillo del ojo pude distinguir su silueta, quien iba con sigilo hacia el denso bosque.
Y no permitiría que esa rata se me escapara en mi propia presencia, hice señas para qué inspeccionaran los otras camionetas, tome del suelo una ametralladora y fui a paso veloz a su dirección.
Y antes de que pudiera entrar y perderse entre el inmenso bosque, le dispare en las piernas.
— ¿por qué huyes?, te avise y sabes que yo siempre cumplo— me acerqué a él dándole un golpe con la ametralladora— sabías que las ratas se condenan más y tu querido Ciro, eres una.
— tengo el dinero, pero lo custodia mi mujer— lo volví a golpear y apunte a su pierna— no, no miento Elián.
— ya veremos, y tu mujercita, ¿dónde está?— por un momento baje la guardia y un hombre salió de no sé donde disparándome.
Los dos impactos fueron en mi pecho, y por instinto, dispare acabando con su vida, gire a ver a Ciro, quien se arrastraba como la escoria que era y le dispare en la espalda.
Sentía presión en mi pecho al igual que un sofoco, quite mi camisa para desabrochar el chaleco, si no hubiera hecho caso a mi hermana, en este momento habría muerto a manos de esos imbéciles.
Mi gente se acercó y peinaron la zona— no hay más patrón— asentí, mientras me ponía de nuevo mi camisa— ¿que hacemos conell señor Ciro?.
— llévenselo y saben muy bien como lo quiero— asintieron, camine hacia Hércules quien me había gritado.
— patrón, tenemos a una— me acerqué un poco y era una mujer de melena oscura.
— ¡llévensela!, ella nos dirá donde está mi maldito dinero— y solo vi que Hércules se la llevó a la camioneta, subí a su lado.
Y en cuestión de segundos nos fuimos a alta velocidad hasta llegar a la pista, estaba listo y muy ansioso por regresar, porque sabía que el show estaba por comenzar y donde le enseñaré a esa rata que conmigo no se juega a menos que yo lo quiera.
Elián Makris.
Ellen Makris.