chicas no me maten, pero necesito publicarla o se me va a ir la idea
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capítulo 21
En la residencia Vitale eran al rededor de las 8:15 a.m. Cuando Vivían ingresó por la puerta principal con paso tranquilo, una carpeta de planos en una mano y el bolso en la otra. Lucía cansada, pero se notaba que había hecho un esfuerzo por arreglarse: cabello recogido con descuido elegante, una blusa clara y jeans cómodos.
En el comedor, Sergei y sus hijos aún estaban sentados, ultimando detalles sobre la fiesta de esa noche. Al verla aparecer, todos se incorporaron casi al mismo tiempo, pero nadie dijo una palabra más alta que otra.
—Buenos días —saludó ella con una sonrisa tranquila, algo culpable—. Me quedé dormida en el restaurante. Terminé de revisar los últimos ajustes de la construcción y ni me di cuenta de la hora...
Nikolai fue el primero en reaccionar, levantando una ceja.
—¿Dormiste en el restaurante?
—En la oficina, sobre los planos —respondió con una leve risa nerviosa—. El cansancio me ganó. No quería molestarlos a ustedes a esa hora de la noche.
—Deberías habernos llamado —murmuró Vladímir, sin mirarla directamente, disimulando la tensión en su mandíbula.
—Lo sé, lo siento. No volverá a pasar —dijo ella, sin notar la forma en que todos la observaban con una mezcla de amor, preocupación y dolor oculto.
Sergei se puso de pie y se acercó con calma. Le tomó el rostro entre las manos y besó su frente con suavidad.
—Lo importante es que estés bien, hija.
Vivían sonrió, aunque sus ojos revelaban un leve asombro por el gesto inusual.
—Estoy bien, papá. Solo cansada.
Alek, que siempre era el más impulsivo, se cruzó de brazos y dijo con aparente indiferencia:
—Hoy en la noche daremos una fiesta. Confirmaron todos los socios importantes. No puedes desaparecer otra vez.
—Lo sé. Estaré lista. Solo necesito una siesta de unas horas —respondió, haciendo un leve ademán con la carpeta—. Ya los planos están listos para el área del jardín, por cierto. Va a quedar hermoso.
—Nos encargaremos de todo —añadió Vladímir, caminando hacia la puerta del comedor—. Ve y descansa.
Vivían los miró con cierto desconcierto. Había algo raro en el ambiente… una calma extraña, una suavidad inusual en las respuestas. Pero lo atribuyó al cansancio y al hecho de que la fiesta seguramente los tenía estresados.
—Gracias. Los veré más tarde —dijo antes de girarse hacia la escalera.
Apenas desapareció por el pasillo, Sergei dejó escapar un suspiro profundo. Luego, clavó los ojos en sus hijos, uno por uno.
—Tal y como acordamos: ni una palabra hasta que ella decida contarlo.
—Sí, señor —respondieron los tres casi al unísono.
—Esta noche quiero que todo esté perfecto. Que no tenga un solo motivo para sospechar que lo sabemos. Que se sienta segura... amada —ordenó Sergei con voz grave.
Nikolai asintió con fuerza, pero fue Vladímir quien dijo lo que todos pensaban:
—Por más difícil que sea... vamos a protegerla con todo lo que tenemos.
Sergei los miró con orgullo contenido.
—Entonces que comience la fiesta... y que esta sea por ella.
Es el famoso libre albedrío, del que todos ante una disyuntiva echamos manos ✋ y optamos por algo en entredicho 👍🏻🙌
Y tampoco ha habido acción 🤷 de él hacia Camila, para que descubran la joyita que es 🤨😵🤯