5 familias, un amor inesperado y la traición present, hacen de este amor una tragedia.
ahora Melinda no sabe que hacer, el misterioso hombre con el que estuvo una noche está frente a ella, pidiéndole saber el nombre de sus hijos.
2 familias poderosas tendrán que unirse para mantener el orden la paz de una traición, un amor en la tragedia va surgir, el recuentro de un padre con sus hijos, los secretos salen a la luz y la tragedia se hace present.
te animas a leerla, el destino siempre hace de las suyas y nada lo hace fácil.
te invito a conocer la historia de amor de Melinda, en un mundo alterno.
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CAPITULO 14 ¿Quieres abortar?
Bael se mira algo confundido, no podía creer lo que ese médico le decía, no había que pensar, solo aceptarlo. En ese momento, muy enfurecido, grita. - ¡Será mejor que ella y su bebé estén bien o ustedes me responden con su vida!
El doctor, bastante nervioso, le responde. – sí, amo, la atendemos todo el tiempo.
Bael sintió cómo su cuerpo fue perdiendo fuerzas, perdiendo el conocimiento; Luis y Carlos se alertaron, el doctor lo atendió llevándolo a un cuarto, donde le hicieron todos los estudios y lo atendieron de sus heridas.
Pasaron 5 horas cuando despertó; Luis y dos de sus mejores hombres estaban con él, con voz seria y débil le dice. – Luis, ¿cómo está Melinda?
Luis, calmado, le dice. – cálmate y no trates de levantarte, tienes dos costillas rotas, tus pies están muy lastimados, entre otro montón de golpes. Melinda está bien, ya salió de peligro y su embarazo ya no está en peligro, pero este…
Bael, de forma alterada, le preguntó. – ¿Qué pasa? ¡Habla que me estás desesperando!
Luis, muy inquieto e inseguro, le aclaró. – Ella no sabe de su embarazo.
(Voltea hacia los dos hombres, serio les dice): ustedes dos salgan, tengo que hablar con el amo a solas.
Bael, débil, les ordena. – ya escucharon, salgan.
Los dos hombres salieron y cuando quedaron solos, Luis, intranquilo, le dice. – Vladímir (Bael) Sabes que desde que supe de su existencia investigué toda su vida, cómo Didier se la llevó y qué era lo que buscaba.
(Se quedó en silencio pensativo, rebuscando las palabras, para decirle de manera tranquila lo que pensaba).
Estoy temiendo que ese maldito bastardo haya logrado su cometido y haya abusado de ella ese día; que ella no quiso hablar para no preocupar a Sara. Vladímir, si tengo razón, ¿será el hijo de una desgracia para ella? En cuanto le digamos, podríamos acabar con su vida y, si no quiere el embarazo, dime, ¿tú lo vas a aceptar? Sé que tú odias el aborto, por eso quise comentártelo antes; quiero pedirte que respetes su decisión y no la odies, si así lo quiere ella.
Bael estaba furioso, quería matar a Didier, sentía una frustración, pensaba: “maldito, te haré sufrir más de lo que ya te estoy haciendo sufrir, ¿por qué ella tenía que sufrir tanto?” Frustrado, le dice. - Luis, no te preocupes, la entenderé y no la juzgaré, como tampoco diré lo que pienso; solo una cosa, que nadie le diga nada, quiero ser yo, el que le dé la noticia.
Luis, tranquilo, le dice. – Está bien, en cuanto despierte, yo te llevaré con ella. Vladímir, vas a tener que darle todo tu apoyo y no dejar que se hunda en el dolor.
Bael, con su voz fría y muy seria, le dice. – Tranquilo, viejo, no perderé a nadie más de mi familia.
Luis salió del cuarto de Bael, dejando a sus hombres con él. Fue con Melinda, quien estaba dormida.
Carlos la cuidaba, no se le despegó ni un momento; Luis, tranquilo, le dice. —¡Carlos! En cuanto despierte, me avisas, el amo quiere hablar con ella; ser él quien le diga lo que pasa.
Carlos se puso tenso, inseguro le dice. – Entiendo, no dejaré que nadie la mire hasta que el amo hable con ella.
Pasaron 2 horas cuando despertó Melinda, al ver a Carlos, débil, le dice. – ¡Carlos!, dime, ¿Cómo está mi hermano? ¿Dónde está? ¿Qué pasó?
Carlos, tranquilo, le dice. – ¡Joven ama!, por favor cálmese, ya le hablo al amo, estaba esperando que despertara.
Carlos abrió la puerta, le dijo a uno de los hombres que avisaran al amo que la joven ama se había despertado. Después de unos minutos, Bael entró al cuarto, lo llevaba Luis en una silla de ruedas. Melinda trata de levantarse para acercarse a él; Carlos la detiene para que no se lastimara.
Bael, con temor y tenso, le dice. – Cálmate, hermana, yo me acerco.
(voltea a ver a Luis y le dice con su voz seria) salgan todos, déjenme hablar con ella a solas y no quiero que nadie escuche, ustedes dos se aseguraran de eso.
Luis serio e inseguro, le dice. – Está bien.
Carlos y Luis salieron dejándolos solos, lo hicieron en silencio, mientras que Melinda los miraba, estaba inquieta, sin saber lo que pasaba, por un momento pensó que Bael estaba molesto.
Bael se acerca a ella, toma su mano, serio le dice. – ¡Melinda! Quiero que me seas sincera y respondas mi pregunta. Dime ese día, cuando ese desgraciado te secuestró, ¿logró tomar tu cuerpo?
Melinda lo mira sorprendida por su pregunta, insegura le dice. - ¡No! Tú llegaste, detuviste todo.
No entiendo por qué me preguntas esto, acaso ese maldito de Didier, ¿te dijo algo? ¿Te está amenazando con eso? Bael, dime, ¿qué pasa?
Bael suspira, sentía una tranquilidad de saber que ese maldito no había logrado dañarla más, calmado le dice. – Por una parte, siento alivio, pero me estoy sintiendo ansioso, me llegan a mi cabeza algunas ideas y me da miedo que tú quieras dejarme.
Melinda se sentía confundida, ansiosa, no lograba entender a dónde quería llegar; desesperada le dice. – basta, yo no quiero dejarte, mejor dime, ¿qué pasa?
Bael, serio, le dice. – ¡Melinda! Estás embarazada. ¿Quién es el papá de tu hijo?
Melinda se sorprende al escucharlo, para ella era imposible que eso fuera real, insegura le dice. - ¡No!, es imposible, solo fue una vez y se supone que él se cuidó, esto debe de ser un error.
Bael la mira, su rostro reflejaba duda, su mano temblaba bajo la de él, tranquilo le dice, para tratar de tranquilizarla. – ¡Melinda!, cálmate, esto no es bueno para ti, ni para el bebé. Sé que no tengo derecho de preguntar, pero dime, ¿Quién es el hombre?
Melinda lo escuchaba, trata de controlarse, de ordenar sus pensamientos, decaída le dice. – ¡Bael!, tal vez cuando te diga lo que pasó, me mires con otros ojos y no apruebes lo que hice.
Bael tranquilo le dice. – Yo no te voy a juzgar, lo único que me interesa es que tú estés bien, pero sí ocupo saber qué paso para poder ayudarte.
Melinda agacha su mirada e insegura, nerviosa, le dice. – ¡Bael! El día de mi cumpleaños, Didier planeó drogarme y llevarme a la cama, pero yo me enteré y le regresé el favor.
Después de que salí de con ellos, me fui al bar del hotel, yo estaba furiosa, solo quería olvidar todo, ser libre; ahí me encontré con un hombre al cual querían hacerle lo mismo, le dije lo que planeaban hacerle. Después de que él solucionó todo, se vino conmigo, empezamos a hablar, nada de importancia, pero me hizo sentir bien en su compañía.
Después me ayudó con una vieja conocida que me hizo pasar un mal rato; cuando salimos, él me propuso ir a un lugar para olvidar todo, yo sí quería olvidar, así que acepté ir con él.
Sabes, él era un caballero, ni siquiera quería sobrepasarse conmigo, bebimos vino y platicamos gran rato; si te digo la verdad, no sé si fue la influencia del alcohol, de todo lo que habíamos bebido o yo que lo deseaba, le pedí que me hiciera de él.
Se negó al principio, pero yo le insistí, siempre me dijo que no era algo que yo debía hacer con un desconocido; pero yo no escuché sus palabras, me puse algo intensa y no sé si fue mi acoso, mi insistencia o que él también lo deseaba, pero lo convencí.
Al día siguiente él ya no estaba, solo su chofer quien me regresó a la ciudad. Después llegué a casa y pasé todo lo de Didier.
No había pensado en él, han pasado tantas cosas que lo había olvidado; Bael me imagino que te he desilusionado y quieres que me vaya, yo lo entiendo, si es lo que quieres.
Bael la miraba serio, le dice tranquilo. – No pienses así, me reconforta saber que no sea porque te hayan obligado, sino que fuera por tu propia decisión, ¿Puedo saber su nombre?
Melinda no quería verlo a los ojos, pero lo que menos quería era darle pistas de quién era ese hombre, avergonzada le dice. —Nunca se lo pregunté. Para mí era solo alguien que nunca volvería a ver.
Bael, inseguro, le dice. – Y tú, ¿quieres saber?
Melinda, tranquila, le dice. – ¡No! No quiero saber quién era y mucho menos que sepa qué caso tendría, al fin de cuentas yo lo busqué. Por favor, Bael no investigues más, dejémoslo así, si esto te perjudica, yo me voy y te prometo que no vuelves a saber de mí.
Bael, con su voz tranquila, le dice. – No pienses así de mí, yo no te estoy juzgando, ni tampoco pienso que me vaya a perjudicar un bebé. Melinda entiéndelo, tú eres mi hermana y siempre lo serás, tengo que cuidarte y velar por ti; lo único que me inquieta es saber ¿Qué vas a querer hacer? Tú, ¿quieres abortar?
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