Cuatro años después. Un carruaje llega al ducado de Vertron donde en el patio de la mansión hay un gran escándalo. Una joven de cabellos plateados, baja del carruaje elegantemente.
Nadie esperaba esta repentina e inesperada visita. Antes la creían muerta pero ahora ¿Qué pasará cuando la vean?
Segunda Temporada de: La Villana Desea decir Adiós
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Capítulo XIV
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Las clases se habían ido volando para la joven Villana que solamente se sumergía en sus pensamientos para pasar el tiempo porque las clases que se impartían ya se las sabía de memoria, así mismo, todo aquello que vivió.
Entró por la puerta del aula, un hombre de cabellos que se asemejaba al pelaje gris de un lobo salvaje. Sus ojos negros resplandecían un poco de locura y fascinación al observar detenidamente a cada alumno que se encontraban sentados en sus respectivos asientos, esperando desesperados esta última clase que se daría antes de la hora de recreo.
—¡El Mundo! Ha revolucionado tanto en sus conocimientos, que ha facilitado la creación, la comunicación, la agilidad de combate, la defensa. Ha mejorado la Vida.— Exclama con entusiasmo el ¿docente?, parecía que le fascinaba esta clase.
Camina entre los escritorios de los alumnos y alza sus manos hacia arriba al haber llegado al centro de la espaciosa aula. Destellos blancos salen disparados de las palmas de sus manos y como si fueran copos de nieve, caen lentamente al haber chocado en el alto techo del salón.
—Y un factor que hace posible eso, es la denominada "Magia".— Explica el hombre de unos treinta años mientras la mayoría de los estudiantes quedan atónitos observando para arriba, contemplando la belleza de la resplandeciente magia de su profesor.
El hombre de cabellos grises, desaparece y reaparece al frente de todos los estudiantes que se mostraron más aturdidos por lo que había hecho su docente. —Aziel Rush, ese es mi nombre. Actualmente, soy el maestro de los magos ¡¿A qué soy increíble?!... Y estoy aquí para enseñarles los conceptos básicos de la Magia.—
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Los minutos pasaron de prisa luego de que el mago se había presentado y había mostrado unos cuantos trucos que se podían hacer con la "magia", tales como: cambiar la apariencia, crear flores y realizar oleadas de viento con los dedos de la mano. "Unas pocas cosas de las inmensas que se podían hacer" recalcó el docente. Como también explicó en detalle, sobre el color del nivel de la magia; "el blanco (tinta que hace eso posible) supone la suma de todos los colores, por lo que por gracias a la propiedad de la materia de ese líquido se puede reflejar el color que indica el nivel de la magia del individuo. En muy pocos casos, hay individuos mayores que aún no superan la fase "bebé" y la escritura es del color blanco que indica que se está desarrollando todavía o... no tiene magia. La más menor, es el color celeste, luego va el azul, el morado, el anaranjado y el rojo. El rojo se considera el nivel más alto de momento."
El timbre no tardó en sonar y la joven de cabellos plateados se levantó de su asiento, y se dirigió a aquella mesita a la que siempre iba por estar apartado de casi todos esos molestos alumnos.
Mientras disgustaba su comida, escuchó una familiar voz que le hablaba. —Buenos días, Señorita Vertron. ¿Puedo sentarme con usted?— Preguntó la joven Marshall acompañada de alguien más.
La joven de cabellos plateados asintió dando permiso y está con agradecimiento, se sentó. Los ojos de la joven Villana se posaron en una pelirroja que por desgracia, recordaba quien era esa Señorita.
—Y usted Señorita Ethan, ¿No gusta sentarse?— Preguntó un poco burlona la joven Villana a la Señorita Elena.
Elena con pena, se acercó un poco más hacia ellas. —Señorita Vertron... Me disculpo por lo que hice cuando era una niña. Le aseguro que no lo volveré a hacer.— Se disculpó la joven pelirroja avergonzada.
—No hay nada que perdonar, Señorita Ethan. No es algo que le tome importancia ahora, aunque por supuesto, eso nunca se olvida.— Comentó Anya mientras la observaba y Elena se sienta un poco más apenada.
La joven Rebeca las miró a ambas y dijo: —Creo que si uno perdona, tiende a olvidar lo que la otra persona le hizo. O esa es mi opinión.— Conversó la joven.
La joven Villana sonríe por su comentario. —Es usted muy inocente, Señorita Marshall. A mi parecer, perdonar consiste en aceptar las disculpas y no guardar remordimientos o resentimientos a esa persona. Pero obviamente, el daño ya fue hecho, no se olvida; y la opinión hacia esa persona no será la misma.— Comentó la joven Villana.
—... tal vez tenga razón, Señorita Vertron. Pero aun así, ¿No cree que es mejor aceptar las disculpas en vez de eludirlo?— Prosiguió la joven.
La joven Villana rio levemente por su pregunta. —Probablemente, pero a veces es la mejor opción para tener una vida de prevención y evitar más molestias... Simplemente, considero que mentir e ilusionar, es muy triste. No me agrada eso.— Respondió la joven de cabellos plateados, casi como si se refería a alguien más.
Las dos comprendieron de inmediato lo que pasaba. Esto no se trataba de Elena, se trataba de alguien más.
—Logro comprender eso, pero... ¿No se lastimaría uno más así? Aún, creo que es mejor perdonar.— Opinó la joven Rebeca.
—Quizás...—
Murmuró la joven mientras observa su vaso con batido de frutos ácidos. Lo agarra para tomar un sorbo, pero entonces, sintió como algo liviano la golpeó en la cabeza.
Vio hacia abajo para ver lo que la había golpeado y eran un par de guantes blancos con diseños florales. Se agachó un poco para tomarlos y los agarró.
Anya frunció levemente su ceño y seguidamente escuchó lo que se temía.
—¡Anya Vertron! Te reto a un duelo.—
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^^^___En un lugar de las Afueras se la Ciudad___^^^
Un peculiar y extravagante carruaje se movía ¿sin caballos? Parecía estar todo en orden con esa peculiar carroza que se movía sin ayuda, algo extraño para este mundo.
Sin embargo, el truco se encontraba atrás de ella. Una hermosa mujer de cabellos dorados platinos, de ojos verdes y un señor cuarentón que parecía el chófer; movían con cansancio el carruaje desde atrás.
Lo empujaban con todas sus fuerzas para que avanzará, mientas dos jóvenes los alentaban y los guiaban.
—Malditos bandidos ¡¿Cómo se atreven a cruzarse en nuestro camino?!— Maldijo la tía Ariadne con su ceño fruncido.
—Ahora por culpa de esos individuos llegaremos más tarde de lo acordado.— Prosiguió molesta una joven de cabellos casi anaranjados.
La joven Abigaíl se secaba las gotas de sudor por el cansancio de caminar bastante y hacer señas para que los que empujaban, siguieran, y el otro joven supervisaba con cansancio la carretera para no tener inconvenientes no deseados.
—Mi nombre es Lisa Abigaíl de Vertron. Y nunca en mi vida me topé con semejantes bandidos.— Exclamaba con frustración la joven.
Denis solo rodaba los ojos mientras escuchaba refunfuñar a su tía y a su hermana.
—¡Y peor aún! Todavía nos soltaron los caballos y casi me destrozaban mi preciado obsequio.— Se quejaba la hermosa dama.
No podían dejar simplemente el carruaje e irse, había mucho equipaje para andar caminando con él. Sería terriblemente agotador y por desgracias para ellos, ese lugar no era muy transcurrido por las personas normales porque se sabía que habían bandidos.
Forzando a Artemisa ha tener una deuda de honor por su vida, haciendose el imprescindible hasta el último momento.😤🙎♀️😒