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Fuego En La Tormenta

Fuego En La Tormenta

Status: En proceso
Genre:Mafia / Traiciones y engaños / Secretos de la alta sociedad / Romance oscuro
Popularitas:8k
Nilai: 5
nombre de autor: America Blancas

El destino de los Ling vuelve a ponerse a prueba.

Mientras Lina y Luzbel aprenden a sostener su amor en la vida de casados, surge una nueva historia que arde con intensidad: la de Daniela Ling y Alexander Meg.

Lo que comenzó como una amistad se transforma en un amor prohibido, lleno de pasión y decisiones difíciles. Pero en medio de ese fuego, una traición inesperada amenaza con convertirlo todo en cenizas.

Entre muertes, secretos y la llegada de nuevos personajes, Daniela deberá enfrentar el dolor más profundo y descubrir si el amor puede sobrevivir incluso a la tormenta más feroz.

Fuego en la Tormenta es una novela de acción, romance y segundas oportunidades, donde cada página te llevará al límite de la emoción.

NovelToon tiene autorización de America Blancas para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El precio de mirar

Capítulo 4: El precio de mirar

(Desde la perspectiva de Alexander Meg)

La música vibraba en mis costillas como una amenaza sorda.

Golpes de bajos, luces estroboscópicas y cuerpos que se movían como bestias enjauladas.

El nuevo antro, Éxtasis, rebosaba de neón, lujuria y secretos.

Justo como nos gustaba.

Luzbel y yo lo abrimos hace unas semanas para expandir operaciones y lavar dinero del nuevo cargamento proveniente del país B. Todo estaba limpio en los papeles… sucio por dentro.

Así funcionaba nuestro mundo.

Y yo… estaba acostumbrado a nadar en esa suciedad como si fuera mi propio océano.

Pero esa noche no vine a cerrar tratos.

No vine a mandar mensajes velados a enemigos ni a reforzar alianzas con copas de whisky caro.

Vine por una razón mucho más simple: quería relajarme.

Después de los últimos informes, de las llamadas cifradas, de cubrirle la espalda a Luzbel mientras aún disfrutaba su luna de miel con Lina, necesitaba apagar mi cabeza.

Necesitaba olvidar los números, las pistolas, los cadáveres que nadie reclama.

Quería perderme un rato en el humo, en la música, en un par de copas y quizá en un par de piernas.

Pero el destino, como siempre, tenía otros planes para mí.

La vi.

Maldita sea, la vi.

Daniela Ling.

Ella.

La hermana de Lina.

La única mujer que había logrado hacerme sentir humano en un mundo podrido.

Estaba en la pista, envuelta en un vestido negro que se ceñía a sus curvas como si hubiera sido cosido sobre su piel.

Piernas infinitas.

Labios rojos como el pecado.

Cabello suelto que brillaba bajo las luces violetas del antro.

Y sonreía.

Una sonrisa que dolía más que una bala en el pecho.

No estaba sola.

Reía con un hombre.

Un cabrón.

Alto, tez apiñonada, ojos verdes. Una sonrisa de idiota que no le llegaba a los ojos.

Luis.

Lo había visto antes, rondando la universidad como si el mundo le perteneciera. Un niño rico jugando a ser interesante.

Y ahora estaba ahí, tocándola como si tuviera derecho.

Su mano en su cintura.

Ella riendo.

Ella… dejándolo estar.

Y yo.

Yo sentí el corazón endurecerse hasta volverse piedra.

Aunque jamás lo dije.

Aunque la alejé.

Aunque ahora quisiera olvidarme.

Me tensé.

El hielo corrió por mis venas.

Cerré los puños.

Iba a avanzar, a acercarme, a partirle la cara al idiota, cuando alguien chocó conmigo.

—¡Ay, perdón!

Una voz femenina.

Dulce, juguetona.

Me giré.

Rita Gon.

—¿Alexander? —sus ojos se abrieron con sorpresa—. ¡Dios! Desde que te graduaste no te veía. Estás más… —me escaneó con descaro de arriba abajo— más todo.

Levanté una ceja, pero mi mirada seguía clavada en Daniela.

—Hola, Rita.

La recordaba.

Compañera de carrera de Daniela.

Fiestera, atrevida, el tipo de mujer que podía convencer a un profesor de subirle la nota con solo cruzar las piernas.

Rita se acercó más de lo necesario.

Su perfume dulce me golpeó.

—¿Sigues con Luzbel? —preguntó con malicia.

—Siempre —respondí seco.

Pero en realidad no la escuchaba.

Porque Daniela estaba ahí.

Porque ese idiota, Luis, le estaba acariciando la cintura como si la poseyera.

Ella reía.

Y aunque en sus ojos no había fuego, había algo peor: paz.

Paz con él.

Paz sin mí.

Y eso… me jodía más que cualquier guerra.

—¿Quieres beber algo? —insistió Rita, mordiéndose el labio—. O… ¿tal vez olvidarte un rato de lo que sea que te tiene tan tenso?

Giré hacia ella por primera vez, completo.

La miré.

Su vestido rojo dejaba poco a la imaginación.

Su mirada gritaba: “hazlo”.

Y lo hice.

—Ven —le dije en voz baja.

La tomé de la mano y la conduje por los pasillos del segundo nivel, hacia el despacho privado. El mío. Nadie se atrevía a entrar allí sin mi permiso.

Cerré la puerta tras de mí.

Ella se acercó sin titubear.

Yo la besé.

No porque quisiera.

Sino porque necesitaba dejar de pensar.

Rita se entregó rápido.

Me quitó la camisa con manos desesperadas.

Su lengua recorrió mi cuello.

Sus uñas arañaron mi espalda.

Yo la empujé contra el escritorio, levanté su vestido, y me olvidé de Daniela por unos minutos.

O eso quise creer.

Porque en medio del frenesí, del sudor, de los gemidos que buscaban cubrir el ruido de mi rabia…

Cerré los ojos.

Y vi a Daniela.

Vi sus labios.

Su risa.

Su decepción la última vez que hablamos.

—Mierda —murmuré.

Rita creyó que era placer. Gimió más fuerte.

Yo la tomé con fuerza, con rabia.

Pero no era por ella.

Era por mí.

Era por Daniela.

Era por lo que nunca podría tener.

Cuando todo terminó, Rita quedó jadeando en la alfombra del despacho.

Yo me puse de pie, con la camisa a medio abrochar, sintiéndome más vacío que antes.

Me miré al espejo del mueble.

Y vi un hombre que había perdido lo único que lo había hecho sentir humano en años.

Una mujer que jamás fue suya.

Pero que amó en silencio.

—Que sea feliz con Luis —susurré.

—Que encuentre a alguien que no tenga la sangre manchada.

—Que me olvide.

Me abroché la camisa sin decir nada más.

Rita se recostó en el sofá, satisfecha.

—Gracias por el orgasmo, futuro terapeuta emocional —bromeó.

Yo solo asentí.

Volví a mirar mi reflejo en el espejo del minibar.

¿Quién carajos era ese tipo?

Ese hombre con los ojos oscuros, vacíos, incapaz de soltar lo que jamás tuvo.

Cerré los ojos.

Vi a Daniela otra vez.

Vi a Luis con sus manos en ella.

Vi cómo reía.

Y algo dentro de mí se rompió otra vez.

Quizá ella nunca fue para mí.

Quizá siempre estuvo destinada a alguien más.

Pero aceptar eso dolía más que cualquier herida de bala.

Y ese era el verdadero precio de mirar.

El precio de mirarla como si fuera mía cuando nunca lo fue.

El precio de sentirla arder en mi pecho mientras se apagaba en mis brazos.

El precio de desearla en silencio mientras otro le arrancaba risas.

Y esa noche entendí algo que me jodió el alma:

Podía tener poder.

Podía tener dinero.

Podía tener a cualquier mujer en esa ciudad.

Pero jamás tendría a Daniela Ling.

Y esa certeza…

Esa fue la bala más letal de todas.

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Stella Romero
linda muy misteriosa
Stella Romero
esta novela es maravillosa tiene todo hasta el menú de comernos las uñas de hacer un río de lagrimas😭😭😭
Stella Romero
ayyy que miedo verraco miedo senti g/Sob//Sob//Sob//Sob//Sob//Sob//Sob/
Stella Romero
no no muera porque aca terminó de leer
Stella Romero
vaya que aburrida pensar en lo que le dijo amara y no estar pendiente de la misión....
Stella Romero
el cómplice de Emiliano será el padre de Alexander?
Stella Romero
porque no decirle la verdad que vio a Emiliano
Stella Romero
curvas del destino es linda ahora voy por la segunda temporada fuego en la tormenta
America Blancas: Espero que te guste hermosa❤️
total 1 replies
Romy Sinner
espectacular
Romy Sinner
súper atrapante la novela! te felicito y espero ansiosamente más capitulos
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