Alexander Sullivan nunca deja que las emociones nublen su juicio. Todo en su vida es medido y calculado… hasta que llega Valentina Reyes, su nueva asistente, quien, con su torpeza y su encanto natural, pone a prueba su paciencia y despierta en él un deseo que no puede ignorar.
Valentina necesita este trabajo para ayudar a su familia, pero su jefe es el hombre más intimidante y exigente que ha conocido. A pesar de eso, no puede evitar sentirse atraída por él. Lo que comienza como una relación estrictamente profesional se convierte en algo mucho más peligroso cuando la tensión entre ellos se desborda.
¿Podrá Valentina derretir el corazón de Alexander?
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Capítulo 13
Valen intentaba concentrarse en su trabajo, pero era imposible ignorar lo que había pasado con Alexander el día anterior. Ella tenía un sin fin de pensamientos.
Primero el verlo herido la hizo sentir un miedo genuino por alguien a quien creía detestar hasta ese momento, segundo la forma en que sus manos la habían tocado sin pensar y tercero la frialdad de siempre después de cada acercamiento.
Todo estaba mal para Valen y no sabía que hacer lo que la distraía se su una obligación, el trabajo. Pero lo peor era que no quería alejarse de él y no podía.
Ese día paso como un borrón y agradeció que su jefe tenía reuniones fuera de la oficina, por lo cual no vio todos los errores que cometió sin querer.
Valen iba de salida agradecida que termino su jornada laboral o arruinaría algo más, y como todo el día metida en sus pensamientos lo que hizo que no notará unas cajas en medio del Hall del edificio. Y sabemos lo torpe que puede ser ella, lo que hizo que se las llevará por delante.
La caída fue dura, sentía que sus rodillas le ardían.
-Valentina ¿Estás bien?- dijo un Nicholas preocupado.
-Oh sí, es normal en mí - le respondió ella tratando de levantarse.
Cómo era un caballero- mujeriego aunque caballero - Nick la ayudo a levantarse y revisaba sus rodillas cuando sintió que alguien lo empujaba tirándolo al suelo y sujetándolo por la espalda.
-¿Qué crees que hacer?- le dice Cami muy cerca de su oído con tono autoritario.
-Soltame loca- le grita Nick.
-No hasta que respondas mis preguntas - le respondía Cami, mientras Valen estaba petrificada viendo la situación.
-¿Quién sos?- le retruca él y ella le exhibe su placa.
En algún momento Valen reacciona e interviene.
-Cami, estás loca, suéltalo- pide desesperada Valen.
-Te estaba tocando- le responde enojada Cami.
-Porque me caí y me estaba ayudando.
Es ahí que su hermana se percata que pudo cometer un error, pero no lo iba a admitir. Se separa de Nick y se para al lado de su hermana.
Nick se levanta enojado, aunque solo hasta que ve a la mujer frente a él.
-¿Quién es?-le dice a Valen señalando a la mujer a su lado.
-Lo siento, es mi hermana. Sé que no debe estar acá, Pero íbamos a comer. Y ella es protectora conmigo.-dice casi hiperventilando.
- Calma, no pasa nada. Aunque deberías preguntar antes de actuar- dice señalando a Cami.
-Lo mío es más actuar y luego hablar, además mi radar nunca falla.
-¿Radar?
-El de mujeriego casanova.
La risa de Nick se escucha en todo el Hall y Valen quiere matar a su hermana.
-Interesante-dice Nick alejándose.
Valen por su parte mira a su hermana con cara de asesina.
-¿Qué? Solo te cuido.
-Ese es el hermano de mi jefe, vas a hacer que me despida - dice Valen enojada.
-Pienso que quizás es lo mejor-dice con indiferencia - vamos a comer que me muero de hambre.
Y así Valen deja atrás un día más de oficina.
Al día siguiente cuando llegó a la oficina, el ogro estaba en su escritorio, serio como siempre.
-Buenos días, señor Sullivan.
-Agenda.
-Ah. Otra vez estamos en este juego.- se dijo para su misma Valen.
Valentina respiró hondo y comenzó a leer los compromisos del día. Sabía que él la estaba evitando de nuevo.
Pero esta vez, no lo dejaría salirse con la suya. Tuvo dos días enteros para tomar esa decisión.
Horas después, surgió un problema que interrumpió la rutina de siempre. Un diseño clave de la nueva colección había sido filtrado a la competencia.
Alexander golpeó la mesa con los nudillos.
-Quiero respuestas ahora.- estaba enojado y con justa razón.
Valentina sintió la tensión en la sala. Todos en el equipo de diseño intercambiaron miradas nerviosas.
-Estamos investigando -dijo uno de los directores.
Alexander se pasó una mano por el cabello, frustrado.
Y Valentina, por instinto, tocó su brazo.
-Lo solucionaremos. -Su voz fue suave, pero firme.
Alexander la miró. Por un segundo, pareció bajar la guardia. Pero entonces, como si se diera cuenta de lo que estaba haciendo, se alejó rápidamente.
-Sigue con tu trabajo, Reyes.- y eso la ofendió. Valen sintió que algo dentro de ella se rompía un poco.
Al final del día, Valentina entró a la oficina de Alexander con un informe.
-Sobre la filtración...- empezó ella a hablar, pero él ni siquiera la dejó terminar.
-Déjalo sobre el escritorio.- sentenció firme.
Valentina cerró los ojos con frustración. Había tenido suficiente.
-No puede seguir ignorándome.- le dijo ella.
Alexander levantó la vista por fin. Su expresión era dura.
-No te estoy ignorando.
-¡Claro que lo está haciendo! ¿Va a pretender que no ha pasado nada entre nosotros?
Alexander se puso de pie lentamente. Su postura irradiaba tensión.
-No debimos cruzar esa línea, Reyes.- afirmó él.
-¿Porque soy su asistente o porque tiene miedo?- lo cuestionó ella.
Alexander apretó la mandíbula. Su autocontrol se tambaleaba.
-Esto no es un juego.- decía él para apartarla.
-Nunca dije que lo fuera. Pero tampoco voy a fingir que no pasa nada.- Valen tenía en claro su postura, estaba cansada de su actitud.
Se quedaron mirándose, con la tensión a punto de desbordarse.
Hasta que Alexander, en un movimiento rápido, cruzó la distancia entre ellos y la acorraló contra la pared.
-Dímelo otra vez -susurró.
Valentina sintió su respiración entrecortada.
-No voy a fingir.
Alexander cerró los ojos por un segundo, como si estuviera librando una batalla interna.
Y entonces, sin previo aviso, la besó. Otra vez.
Fue un beso ardiente, desesperado, como si hubiera estado conteniéndose durante demasiado tiempo.
Valentina sintió que el mundo desaparecía. Ese beso la transportaba a otra dimensión y su cuerpo ardía de deseo, algo que solo el podía lograr con tan solo un beso. Ningun otro hombre había logrado eso en ella.