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Debajo del Piso 32 – Un Romance Prohibido

Debajo del Piso 32 – Un Romance Prohibido

Status: Terminada
Genre:CEO / Romance / Yaoi / Secretario/a / Reencuentro / Romance de oficina / Grumpyxsunshine / Completas
Popularitas:84
Nilai: 5
nombre de autor: jooaojoga

Thiago Andrade luchó con uñas y dientes por un lugar en el mundo. A los 25 años, con las cicatrices del rechazo familiar y del prejuicio, finalmente consigue un puesto como asistente personal del CEO más temido de São Paulo: Gael Ferraz.
Gael, de 35 años, es frío, perfeccionista y lleva una vida que parece perfecta al lado de su novia y de una reputación intachable. Pero cuando Thiago entra en su rutina, su orden comienza a desmoronarse.
Entre miradas que arden, silencios que dicen más que las palabras y un deseo que ninguno de los dos se atreve a nombrar, nace una tensión peligrosa y arrebatadora.
Porque el amor —o lo que sea esto— no debería suceder. No allí. No debajo del piso 32.

NovelToon tiene autorización de jooaojoga para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15

El coche avanzaba por las calles mojadas, limpiando el parabrisas a intervalos regulares, como si intentara borrar la tensión entre los dos con cada movimiento.

Gael conducía en silencio. Los ojos fijos en la calle.

Thiago, a su lado, con los dedos entrelazados en el regazo y el corazón acelerado.

El silencio gritaba.

Thiago no aguantó más.

—¿Por qué hiciste eso?

Gael no desvió la mirada de la carretera.

—¿Hice qué?

—Terminaste con Helena. Publicaste una nota en la prensa. Desapareciste por días. Y ahora apareces... y actúas como si nada hubiera pasado.

Gael apretó el volante. Tragó saliva.

—Necesitaba pensar.

—¿Pensar en qué? —Thiago se giró, encarandolo—. Porque si todo esto no tiene que ver conmigo, entonces déjalo claro. Dímelo ahora. Acaba con esto.

Gael detuvo el coche.

En medio de la calle, bajo la lluvia, estacionó al lado de una parada casi desierta. El sonido del agua golpeando el techo parecía marcar los segundos entre un mundo y otro.

Giró el rostro. Miró a Thiago a los ojos. Y finalmente habló.

—Tiene todo que ver contigo.

Thiago se bloqueó.

—Yo... —Gael vaciló—. Yo no quería. No lo busqué. No me imaginé en esta situación. Nunca.

—¿Situación?

—Interesándome por ti.

Las palabras quedaron allí, flotando en el aire húmedo.

Se clavaron hondo.

Thiago no sabía qué decir.

—Esto no es solo físico —Gael continuó, tenso—. Pienso en ti. Cuando no estás en la empresa. Cuando debería estar concentrado. Cuando no debería estar pensando en nada. Pienso. Y no sé qué hacer con eso.

—Gael...

—Sé que tienes miedo. Yo también lo tengo. Hay mil cosas malas aquí. Pero no se puede fingir más.

Thiago respiró hondo.

Sintió el corazón latir en el cuello.

—¿Y mi empleo? ¿Y tu reputación? ¿Y si alguien lo descubre?

—Ya no tengo todas las respuestas —confesó Gael—. Por primera vez en la vida.

Un rayo cortó el cielo a la distancia.

La luz blanca parpadeó en el rostro de los dos.

Y entonces, Thiago murmuró:

—No sé si puedo protegerme de ti.

—Yo tampoco.

Y en el segundo siguiente, el silencio cedió.

Gael se inclinó. Thiago también.

Y el beso sucedió.

Diferente del primero.

Más tranquilo. Más firme. Más profundo.

Sin guerra. Sin rabia.

Solo verdad.

Un beso de dos hombres que no sabían cómo llamar a aquello...

pero sabían que era real.

Cuando se alejaron, los ojos aún cerrados, el mundo pareció quieto por un instante.

Gael susurró:

—Ahora es tu turno de decidir.

Thiago lo miró.

Con miedo. Con deseo.

Pero con el corazón abierto.

—Quiero... pero con calma.

—Iremos despacio. —Gael respondió.

Y el coche siguió.

Pero el camino de los dos acababa de cambiar.

La lluvia no había cesado cuando Gael detuvo el coche frente al edificio sencillo donde Thiago vivía.

—Aquí está bien. —Thiago dijo, la voz baja, casi suave.

Gael no respondió de inmediato. Solo miró.

Por un segundo, parecía que quería decir más.

Pero se contuvo.

—Buenas noches.

—Buenas noches.

Thiago bajó.

Sintió el impacto de la lluvia en el rostro como una especie de bautismo.

Algo en él había cambiado.

Subió las escaleras despacio. Entró en el estudio apretado.

Se quitó los zapatos. Se sentó en el colchón.

Y se quedó mirando al techo, con la mente girando.

Había besado a su propio jefe. De nuevo.

Pero esta vez... con sentimiento. Con verdad.

Mariposas en el estómago.

Cosa que no sentía hace años.

Pero junto con las mariposas... venía el peso.

"¿Y si alguien lo descubre?

¿Y si él se arrepiente?

¿Y si lo pierdo todo?"

El empleo. La estabilidad.

La confianza que le llevó años construir.

La cabeza gritaba.

Pero el corazón, por primera vez en mucho tiempo... sonreía.

Y esa noche, Thiago durmió.

Soñó con Gael.

Nada escandaloso. Solo un gesto.

Los dos caminando lado a lado, de la mano, en un lugar que él no reconocía.

Un sueño simple. Pero bonito.

Y eso, para Thiago... era casi un milagro.

Del otro lado de la ciudad, en un apartamento noble, el celular de Gael vibró.

Un único mensaje.

Doña Eugenia.

"Vi tu nombre en los sitios hoy. Te ves más ligero en las fotos."

"Cuando puedas, ven a cenar. Extraño conversar con mi hijo más sensato."

Gael encaró el mensaje por largos segundos.

Ninguna acusación. Ningún tono agresivo.

Solo palabras dulces, que cargaban el veneno de la sospecha.

Ella lo sabía.

Tal vez no todo.

Pero lo suficiente para preparar el juego.

Y Gael sabía:

con Doña Eugenia, cada palabra venía con un cuchillo entre líneas.

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