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Destruiré A La Santa

Destruiré A La Santa

Status: En proceso
Genre:Viaje a un mundo de fantasía / Viaje a un juego / Reencarnación / Aventura
Popularitas:3.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Mayerli Gutiérrez

Una joven es arrojada a las vías de un tren y su existencia se extingue en un instante. Cuando vuelve a abrir los ojos, no encuentra descanso ni luz, sino el cuerpo de la villana secundaria de la novela que siempre odió. La rabia que arrastraba en su antigua vida despierta ahí, más fría y afilada que nunca.
En ese mundo donde la “santa” es intocable y los héroes juegan a ser salvadores, ella decide convertirse en la sombra que los devore. No quiere redención. No quiere justicia. Solo quiere verlos caer.
¿Podrá quebrar la historia que otros escribieron?
¿Quién detiene a alguien que dejó de creer en la misericordia?
¿Y qué ocurre cuando la oscuridad obtiene un nuevo nombre… y un nuevo rostro?

NovelToon tiene autorización de Mayerli Gutiérrez para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Fuegos artificiales

Uno de los chicos levantó el puño, decidido a dejarla inconsciente, pero no alcanzó a tocarla.

Un impacto seco lo lanzó varios metros atrás.

Alan.

Sin perder tiempo, giró y golpeó al otro que aún sujetaba a Ember. El agarre cedió y Ember cayó de rodillas al suelo.

—¿Qué se supone que están haciendo? —preguntó Alan, con el enojo vibrándole en la voz.

—¿Y tú qué? Nadie te llamó. Lárgate —escupió el líder, dando un paso al frente.

Alan se giró apenas.

—¿Estás bien?

Ember se limpió la sangre del labio con el dorso de la mano y alzó la vista.

—Concéntrate en tus oponentes.

Un puño voló hacia Alan. Él lo esquivó por poco y respondió con un golpe certero. Otro chico cayó, pero enseguida aparecieron más, rodeándolos.

Alan chasqueó la lengua, frustrado.

—¿Esto nunca se acaba o qué?

La pelea se detuvo cuando algo —o mejor dicho, alguien— voló por el aire y cayó a los pies de Alan: un hombre inconsciente.

—Si quieres acabar rápido, primero encárgate del sanador —dijo Daniel con calma peligrosa, antes de lanzarse de nuevo al ataque.

Sus golpes fueron precisos, sin perder tiempo ni energía. Alan lo imitó. En cuestión de segundos, los chicos fueron cayendo uno tras otro, hasta que solo quedó el líder.

El muchacho retrocedió, pálido, y luego salió corriendo del callejón.

—¡Me las pagarán! —gritó, huyendo como si el suelo le quemara los pies.

Daniel soltó un suspiro y se arrodilló frente a Ember.

—¿Estás bien? —preguntó, esta vez sin ocultar la preocupación.

—Esto no es nada —respondió Ember, restándole importancia.

Daniel la ayudó a ponerse de pie justo cuando llegaron Lily y Katy. La expresión de Lily era una mezcla clara de fastidio y agotamiento por tener que lidiar con Katy… pero en cuanto vio a Ember, todo lo demás dejó de importar.

—¡Señorita Ember! ¿Está bien?

Sin esperar respuesta, Lily colocó las manos sobre ella y comenzó a usar magia curativa, con los ojos llenos de preocupación.

Lily dio un paso atrás al terminar la curación, y Ember ya parecía como nueva. Apenas quedaban rastros del golpe. Daniel la ayudó a ponerse de pie, sosteniéndola con cuidado.

En ese instante, Katy se acercó demasiado rápido.

—Qué alivio que esté bien, señorita Ember —dijo con un tono cargado de preocupación.

Ember no respondió enseguida. Sus ojos se clavaron en los de Katy. No había alivio allí. Solo cálculo.

—Aunque… —continuó Katy, inclinando ligeramente la cabeza—, ¿por qué estabas sola en un callejón como este?

El silencio cayó pesado.

—Alguien como usted no debería meterse en este tipo de lugares —añadió con suavidad—. Quiero decir… es peligroso. Uno podría pensar que—

—Es mejor que salgamos de aquí —interrumpió Ember con frialdad.

Katy se quedó a mitad de frase.

—Hay bandidos inconscientes—continuó Ember—. Avisemos a los guardias.

Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y comenzó a caminar. Lily la siguió de inmediato, y Daniel fue detrás de ellas, lanzándole a Katy una mirada nada amable antes de pasar.

Katy se quedó quieta junto a Alan, con la sonrisa congelada.

Minutos después, los guardias llegaron al callejón y se llevaron a los bandidos inconscientes.

Fuera del callejón, Daniel soltó un suspiro largo.

—Aún queda tiempo —dijo, como si quisiera convencer al mundo—. Y no hemos visto ni la mitad del festival.

Sin pedir permiso, volvió a tomar la mano de Ember y empezó a caminar.

—Es verdad —añadió Lily, siguiéndolos.

Se alejaron entre la multitud. Alan se quedó observándolos unos segundos, con la mirada fija en cómo Daniel no soltaba la mano de Ember. No dijo nada. No pudo. Katy, en cambio, le tomó el brazo y lo jaló hacia el lado opuesto.

—Vamos a ver eso de allá —dijo con dulzura ensayada.

El día pasó casi sin que lo notaran.

Puestos de comida, risas con la boca llena, juegos absurdos donde nadie entendía las reglas pero todos competían igual. Ember terminó riéndose más de lo que planeaba admitir. Lily ganó un pequeño premio. Daniel perdió monedas sin arrepentirse. El incidente del callejón se fue desdibujando, como si perteneciera a otra historia.

Cuando cayó la noche, el parque central del pueblo se llenó de luces y murmullos. Daniel extendió una manta sobre el césped y los tres se sentaron, hombro con hombro.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Ember, observando cómo más personas se reunían alrededor.

—Ya casi es la hora —respondió Lily, con los ojos brillándole—. Los fuegos artificiales.

El primer estallido iluminó el cielo sin aviso.

Un azul profundo se abrió como una flor enorme, seguido por destellos plateados que cayeron lentamente, como estrellas cansadas. Luego vino el rojo, intenso, cálido, explotando en círculos perfectos. El cielo se llenó de colores que aparecían y desaparecían antes de poder acostumbrarse a ellos.

El sonido retumbaba en el pecho. Cada explosión era un latido.

Luces doradas dibujaban espirales, verdes que se abrían como alas, violetas que explotaban y se deshacían en chispas finas. El reflejo se colaba en los ojos de Ember, en el brillo del collar plateado, en la sonrisa abierta de Lily.

Daniel miró el cielo… y luego a Ember.

Por un segundo, el ruido, la gente, el mundo entero dejaron de importar.

—Es bonito —murmuró Ember, sin saber si hablaba del cielo… o de ese momento.

Y por primera vez en mucho tiempo, no pensó en el sistema, ni en la historia original, ni en el futuro.

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Geovis Cruz
ecxellent bit quiero la actualización
Olga Lidia Leal
tuve dudas al empezar a leer,sin embargo al ir avanzando,ando la trama me atrapó y estoy fascinada ,no puedo con la incertidumbre, será actualizada?si, por favor,gracias
Romy Luz
mas capitulos 👌
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