La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 9
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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«Las feromonas nublaban mí razón, mi cuerpo acalorado. Aquellos aroma mezclados junto con su sudor me ponían en estado primitivo, ate sus mano a la baranda de hierro de la cama, una vez hecho eso, abri su camisa para lamber su pezón y succionarlo mientras que las yemas de mi dedos, acariciaba el otro. La mezcla de sabores junto con el vello y sudor de su cuerpo me eran extrañas, pero excitante. Al despertarse y verme lamiendo su pecho me miró como si viera a un fantasma —¿Qué haces? Desatame indio, pareces una perra en celo. —Respiraba acelerado, sudaba y me miraba con miedo como si estuviera ¿aterrado?
—Tienes miedo, acaso no fue para eso que me compraste para darte placer, te daré placer
Bajando mi mano hacia su miembro y con mis dedos acariciar sus huevos, los cuales tenian bastante vellos, y de allí subir a su miembro acariciandolo esperando a que se endureciera mientras metía mis dedos en su boca. No sé en qué momento se soltó, poniéndose arriba mío, me quito el pantalón para dejarme desnudo a su disposición, sentía aquellos sensación recorrerme mientras me embistia.
Mientras la cama rechinaba ante el choque nuestras carnes, pase el cinturón lentamente por su cuello para luego ajustarlo, y tumbarlo, Fernando de la Vega de bajo mío mientras lo montaba sujetando su cuello con su propio cinturón.
—A partir de hoy quién manda aquí ¡Soy yo!, y nadie más que yo, espero que se te quede grabado, y lo entienda de una vez. Diga hacendado, dígalo ¿Quién es tú amo? —tironeando del cinturón para ahorcarlo. —Digalo, dígalo ¿Quién es tú amo?.
—Tú.
—Repita, bien fuerte ¿Quién es tu amo?
Apretando bien fuerte su cuello con el cinturón —¡Tú!
—Dices que soy una perra en celo, pues tú serás mi perro leal y obediente, dime Fernando ¿Quién es tu amo? Di mi nombre, dilo. —Apretando más y más, al mismo tiempo que lo calbagaba hacia que él Hacendado no pudiese pensar con ninguna de sus dos cabezas. —¡Vamos dígalo, ¿Quién es tu amo?
—Tú, Llariku tu eres mi Amo.
—Muy bien, buen chico, pero tú me hiciste abandonar ese nombre. Dime Fernando de la Vega ¿Quién es tu amo?.
—Tú, Cruz, tú eres mi Amo.
—Asi me gusta Fernando que sepas tu lugar que es estar abajo mío, humano insolente, como has sido muy obediente, tendrás el privilegio de llenarme de ti, vamos hacendado, reclama tu premio. —El trataba de recuperar el aire perdido para luego tomarme por la cintura y ponerme contra la pared, mientras yo clavaba mis uñas en su espalda y con mis piernas me sujetaba de su cintura, mientras el reclamaba su premio como el perro obediente que era y justo cuando él estaba por llegar a llenarme, lo tome del cabello para dejar su cuello a mi disposición para morderlo, pero no me dejo mientras sentía su esencia dentro de mi cuerpo, volviéndose solo el inicio de una faena de 3 largos días »
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Sin dudas me moría de la vergüenza. Fui un salvaje, un primitivo, y ahora como me quitaría de encima al hacendado que parecia una abeja que se pegaba a mi como si fuese el néctar de un flor.
—Isabel, traenos el desayuno a los aposentos. Fernando estaba recostado a lado mío con su brazo abrazándome mientras frotaba mi vientre y luego besar mi mejilla para luego recostarse, atrayendome hacia él, poniendo mi rostro en su pecho donde podía escuchar su respiración, mientras sus dedos gruesos acariciaba mi rostro bajando hasta mi vientre. Sus dedos callosos eran un poco ásperos debido al trabajo duro de la hacienda.
—Yo yo quería dis..
Él solo me callo con su otro mano, —¡Shhhh! —No me dejaba expresar, seguía allí acariciando como si fuera otra persona un gato arisco que ahora se amansaba y mostraba su ternura.
Isabel entro y nos dejó el desayuno todo en un bandeja grande, frutas peladas y cortadas y unas empanadas.
El tomo un tenedor para clavarlo en la fruta para luego acercarlo en mi boca, pero yo ya tenía una empanada en mi boca. Por lo que quito mi empanada lentamente para colocarme aquel fruto proveniente del otro lado de mundo rojo con puntos blancos mientras le gruñia ante tal insolencia comí la fresa, pero muy ofendido para volver a la empanada. Ahora que su rostro estaba calmo, sin aquellas muecas de desagrado, se podía apreciar mejor su atractivo.
Al terminar de desayunar me ayudó a vestirme él en vez de Isabel aunque me vestiría más rápido si dejara de besarme la espalda por solo un segundo.
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Los criollos, y gente de servicio miraban extraño al hacendado, quien solo caminaba de un lado al otro sonriendo a todos. Arrastrándome con él, ya que me llevaba de la mano con sus dedos entrelazados a los míos. En eso el preparo un caballo —Iremos al pueblo a pasear un rato, ayudándome a subir al caballo y subirse detrás de mi —Iremos a pasear mi Indio hermoso.
Iba a enojarme ya me cansaba con su indio, esto indio lo otro hasta que reaccione a lo último ¿Cómo?
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Continuará...