Al morir y regresar, después de saber su destino; decide dejar todo por lo que siempre se esforzó y tratar de sobrevivir, sin importar lo que el resto de la gente a su alrededor, diga.
En su camino encuentra a la persona que la ayudará y será su apoyo en un futuro, al menos eso cree.
Para ello tendrá que casarse con aquel desconocido.
¿Será verdad?
¿Un contrato puede ser cumplido o se tendrá que romper?
¿El amor puede surgir a pesar de no conocerse?
Historia de Johana y Donatello, el principio de su vida...
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Beso?
—Si quieres vivir, debes matarlas a todas— la voz de una mujer le repetía una y otra vez.
—Por favor, no más, déjame ir. Mamá y papá deben estarme buscando— era apenas una niña y había sido raptada por alguien que utilizaba a pequeñas niñas, para convertirlas en asesinas profesionales.
—Lo harás, no tienes más opción o los que sufrirán las consecuencias, serán tus papis… Tus papis Johana o en este caso será el general, él morirá si no te defiendes y acabas con tus enemigos…— una carcajada siniestra escuchaba.
—No, no. Por favor, yo no quiero matar a nadie, por favor no me obligues nooo— despertó sudando y llorando.
Donatello ya había salido del baño y corrió a abrazarla. —Todo está bien, tranquila— la abrazó fuertemente.
—Yo los maté, con el arco y las flechas, yo lo hice. No me odie por favor— estaba desconsolada.
—Se que tú lo hiciste, estoy muy orgulloso porque fuiste capaz de defenderte, sin sufrir ningún rasguño, no debes preocuparte por eso— la separó un poco y acarició su mejilla.
—¿No me odiará por ello?— algunas lágrimas todavía recorrían su rostro.
—No podría, solo quiero hacerte feliz— era la primera vez que lo veía sonreír de esa forma.
Una fuerza mayor a su razonamiento, la hizo dejarse llevar y atraer al duque hacia ella, uniendo sus labios en un apasionado beso, claramente ninguno de los dos era primerizo en ello, las lenguas degustaban su sabor, se abrían paso en la boca contraria, jugueteando unos segundos, hasta que les hizo falta el aire.
—Johana, yo no quiero solo esto. Primero debes ser mi esposa, por primera vez quiero hacer las cosas bien— suspiró, se supone que la estaba consolando y ahora se encontraba en esta situación.
—Gracias, por pensar en mí, duque— se aferró a su dorso nuevamente. —Esperaré ese día y le prometo que lo haré el hombre más feliz— le sonrió, algo que llenó de calidez el corazón de Donatello.
Continuaron abrazados y así se recostaron para dormir. Lo más difícil que había hecho Donatello, durante toda su vida, pero no pensaba sucumbir ante el deseo, era más su necesidad y deseo de tener a su lado a Johana, que cualquier intención impura que pudiese tener su mente.
—Me vas a volver loco pequeña— suspiró nuevamente, tan solo abrazar y acariciar la piel de la joven, hacía que su corazón se acelerara.
En el calabozo, ya siendo de noche, Stephan se divertía con los hombres que habían sido capturados, golpe tras golpe, intentando sacar un poco de información.
—Sabemos que Delia fue su cómplice, aunque no era nadie importante, quiero saber ¿quién los envió?— un golpe más resonó.
—No vimos su rostro, solo sabemos que es una mujer de cabello rubio— con dificultad, uno de los hombres habló.
—Ella dijo que sería un trabajo fácil, pero nunca pensamos que esa maldita se pudiera defender—
Stephan se sorprendió al escuchar eso. —¿A qué te refieres?— se acercó con toda la intención de dar un golpe más.
—Las flechas vinieron de una distancia considerable, por eso supimos que era ella quien las estaba lanzando, así acabó con seis de los nuestros— escupió, estaba molesto.
—Esa maldita, parece inocente y no es más que una asesina—
Ambos recibieron un golpe en el rostro por intentar insultar a Johana. La información le había causado satisfacción a Stephan, ahora sabía contra quién ir y también se sentía orgulloso de lo que descubrió sobre su nueva prima.
—»Primito ten cuidado que al parecer no es una blanca palomita«— sonreía para si mismo.
Cómo la noche llegó, todo mundo se fue a descansar, aunque en plena madrugada, alguien se despertó con mucha hambre.
—¿A dónde vas?— el duque la detuvo.
—Tengo hambre, disculpe si lo desperté— continúo en lo que estaba, además también debía cambiarse de ropa, no era normal que se durmiera con lo que traía puesto.
—Entonces te acompaño, no volveré a dejarte sola— se levantó y la siguió hasta la cocina.
—Le invitaría de lo que voy a preparar, pero se que no le gusta mi comida— recordaba lo de la primera noche.
—Eso estuvo delicioso, me disculpo por no apreciarlo en el momento— le hablaba de manera sincera.
—Es mi comida favorita. Entonces le prepararé una porción—
Después de estar listo todo, se sentaron a disfrutar, aunque comían en silencio, era grata la compañía. Cuando terminaron, Johana estaba lavando lo que usaron, pero un plato terminó cayendo y se rompió.
—Te dije que alguien lo haría en la mañana, podrías haberte hecho daño— la alejó un poco de los trozos esparcidos en el piso.
—Usted tuvo la culpa, no dejaba de distraerme, ahora debo limpiar esto— se acercó por algo para recoger todo el desastre causado.
—Vaya, vaya, tortolitos a la vista— Stephan había llegado con un par de guardias, al escuchar el ruido, se pusieron en alerta.
—Entonces se lo dejo a usted duque, me retiro a descansar— algo nerviosa, se fue del lugar.
—Ya que están aquí, recojan este desastre— señaló los trozos del plato roto. —Nos vemos en la mañana— palmeó la espalda de Stephan y también se retiró a descansar.
—Diviértete general— esto lo gritó para que llegara también a oídos de Johana, solo se burlaba de su primo.
—¿Te vas?— la castaña iba saliendo de la habitación.
—No es correcto que durmamos juntos, si aún no estamos casados— claro que no lo pensaba de esa manera, pero no quería incomodarlo.
Donatello tuvo esa necesidad de detenerla y la agarró de su mano. “Si tan solo fuera él quien me pidiera quedarme, no me gustaría dormir sola está noche”. Escuchó los pensamientos de ella.
—Quédate conmigo, por favor— miró a otro lado, para que no viera que incluso se ruborizó.
—Lo haré. Debo agradecer que lo haya pedido, la verdad es que no me gustaría dormir sola— se lanzó a abrazarlo, un abrazo que por supuesto fue correspondido.
Fue así que por fin pudieron ir a descansar. El primer día de Johana, como la prometida de Donatello, fue muy pesado, cansado y pudo resultar en un caos, pero ahí estaban, durmiendo en una sola cama, abrazados como dos enamorados, que uno solo estaba y la otra no sabía lo que eso significaba, sin embargo pronto lo sabría.
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Lunas.
Una disculpa, la verdad es que no tenía datos para actualizar. Aunque no lo crean, no tengo internet en casa y pues me toca andar con los datos del CEL. Hasta hoy pude hacerme la recarga, por eso comienzo a actualizar de nuevo.
Espero que estén bien y deseando que su fin de semana vaya excelente.
☆፝֟͜͡♥️☆፝֟͜͡♥️
gracias por escribir