LA VIDA DE LA SOMBRA DEL VILLANO

Como era de esperarse, después de varias semanas, Cero me alejo de la formación ante la posibilidad de que el joven maestro se pudiera irritar con mi presencia, por lo tanto me dieron una tarea que solo yo podría realizar.

No soy tan cercana a los demás guardias sombra ya que mi trabajo es vigilar a una distancia más lejana que ellos, e incluso hago los recados de aquellos que no pueden abandonar su puesto.

Así que gracias a eso puedo mirar a los alrededores cada vez que me ordenan entregar un mensaje.

Supongo que nadie me conoce gracias a que no interactuo directamente con los maestros y solo miro desde la distancia.

“¿Es molesto? No, es muy divertido”.

—Entrega esta carta a diecinueve, es una carta para su Señoría —Dijo Cero con indiferencia.

Una vez tomo la carta, me comienzo a mover entre las sombras para no llamar la atención.

Si, soy un mensajero del joven maestro que vigila desde las sobras.

Lejos de sentirme excluida, es algo muy ventajoso para mi, ya que al final siempre le puedo contar lo que hizo el joven maestro al maestro.

Esto siempre hace que el maestro sonría y ría sin parar.

Después de entregar la carta a Diecinueve, solo debo volver a mi puesto donde me mantendré alejada de la formación que protege al maestro.

Esta misma situación se a repetido varias veces y, después de varios meses puedo decir con orgullo que conozco el patio del joven maestro como la palma de mi mano.

Mientras vigilo las afueras de la formación, puedo escuchar a la distancia el sonido del crujido de las ramas.

Al dirigir la mirada hacia un punto en específico, observó aturdida a aquellos guardias sombra con ropas manchadas de sangre y con claras intenciones asesinas dirigidas hacia el joven maestro.

En ese momento, ante la llegada repentina de un enemigo, todos los guardias sombra que protegían al maestro comenzaron a atacar sin dudar.

Rápidamente intento moverme hacia esos asesinos, al momento que puedo escuchar a Dos detrás de mi decir, —No interfieras si no quieres ser castigado por el joven, maestro.

Solo soy un mensajero, así que entiendo por que Dos dice eso.

Aunque tenemos edades similares, él es mayor y más cercano al joven maestro, así que aunque yo sea número Uno debo seguir sus órdenes.

Se podría pensarse que le tendría envidia, pero la verdad es que no. El joven maestro tiene un carácter cruel y despiadado; sería una tontería desear estar en su lugar. Además, mantenerme al margen me permite visitar al maestro con frecuencia.

Dos es el guardia sombra que más respeto. Es increíblemente diligente y protector. Aunque todos dicen que los guardias sombra no pueden sentir, cuando miro a Dos puedo notar que es diferente; parece que siente algo, aunque ni él mismo lo entienda. Lo comprendo perfectamente, porque si no fuera por el maestro, yo también podría verme como él.

Pero antes de que pudiera tomar mi puesto, al girar mi cabeza hacia el lugar donde se enfrentaban, mire con sorpresa como el cuerpo de Dos caía al suelo desde el segundo piso.

Puedo ver la mirada de Dos fija en mí, mientras la máscara cae a su lado. Un instante después, su último aliento se escapa, dejando en el aire una exaltación silenciosa.

Dos no era una persona mala, solo demasiado débil.

Él y yo nos conocíamos desde hace ocho meses y aunque nunca hablamos mucho, siempre se comunico y me ayudo a su manera.

No éramos tan cercanos, entonces, ¿Por qué me duele tanto el corazón?

Antes de que pueda pensarlo estoy parada a su lado, con los cadáveres de aquellas personas a mis pies.

Siento como si un nudo se formará en mi garganta y las lágrimas no dejan de parar.

Por primera vez me cuestione la decisión del joven maestro, “¿Por que no me deja unirme a la formación? Si me uniera... algo así no hubiera sucedido”.

—Tiren los cuerpos rápidamente. Uno, haz cometido una falta, vuelve a tu lugar.

La voz de tres se escucha a mi lado, mientras cubría la herida sangrante en su abdomen, sin parecer darse cuenta de su estado.

Tragando saliva, me giro hacia el lugar en que debería estar originalmente. Sería castigada si Tres le decía a Cero.

Todos, heridos y sanos comenzaron a movilizar los cuerpos hacia el lugar donde se juntaban las bestias demoniacas.

“No lo enterramos” Pienso. Mirando aturdida a número Dos quien fue el único muerto después de intentar bloquear el ataque dirigido a número Tres.

No lo entiendo, el maestro dijo que a las personas importantes hay que enterrarlas como último acto de respeto hacia su persona, de esa manera, nadie profanara su cuerpo.

Pero al contrario de lo que dijo el maestro, observo en silencio como el cuerpo de Dos es tirado por Tres.

“¿Es por que no es considerado importante? Cierto, solo somos armas desechables”.

Ahora entiendo a que se refería el maestro cuando dijo que los pensamientos de un guardia sombra eran diferentes. No era que no fuéramos importantes los unos para los otros, era por que nos habían obligado a pensar eso.

Manteniéndome en mi posición, observó como número Tres se desmaya y es llevado lejos.

Parece que Cero no sabrá que abandone mi lugar hasta que despierte, ya que ahora, sería número Tres quien daría las órdenes.

Manteniéndome en silencio, crei qué podría ignorarlo, pero al final estoy llevando el cuerpo de número Dos a un lugar donde ninguna bestia podría devorarlo.

Esta era mi mayor forma de agradecimiento a quien me cubrió en varias ocasiones de Cero, era a lo que podía llamarse un amigo, ¿Verdad?

Mirando la máscara de Dos en mi mano, tomo un pequeño fragmento qué le entrego al maestro para fundirlo.

Quizás, con otra forma podría llevarlo en su memoria, algo que probaría qué en este mundo una vez tuve un amigo llamado número Dos.

El maestro que me entrego un arete de hierro, dijo con una sonrisa, —Crei qué sería mejor fundir ese fragmento de hierro en algo más ligero para llevar.

Observando el único arete que luce exquisitamente diseñado, asiento rápidamente.

“Incluso si me lo coloco nadie lo notará”.