LA VENGANZA

Irina llegó a Peris cansada, pero decidida a poner un alto al acoso de Sebastián, ese tío estaba realmente loco. Después de todos los problemas que había causado, de las mujeres con las que se metía mientras ella arreglaba su cabeza y su alma, resulta que quiere una segunda oportunidad.

Llegó a su empresa DUSCHKA SPA - COSMÉTICA y fue recibida por Carla, su asistente. Ellas eran muy amigas, pero ante todo eran trabajadoras incansables.

—Iri, que bueno que llegas, como te había adelantado la empresa de Jean-Pierre, ha puesto como condición que pongamos a ese maldito de Sebastián como imagen de la campaña para la crema hidratante para hombre, sé que ese maldito está atacando por todo lado para estar cerca de ti, cuando supo que viajaste, estaba como loco, gritaba a todo el mundo exigiendo que él diga dónde estabas —dijo Carla con molestia, no entendía a ese tipo de personas que te juran amor, pero solo quieren hacerte daño.

Irina dio un suspiro, realmente no quiere a ese tipo cerca, pero ese contrato con Jean-Pierre es muy importante.

—Dile a Jean-Pierre que me dé una semana para pensarlo, de todas formas tenemos tiempo, que agradezco su sugerencia, además, he pensado mucho esto, Sebastián tiene muchos contactos aquí, creo que es hora de buscar nuevos mercados y mudarnos, dejaré la sucursal grande para que la maneje Lyon, es fiel y muy trabajador; sin embargo, nos vamos a mi país, la gran capital tiene muy buenos negocios con tema de belleza y tengo buenos pedidos.

—En una semana le diré a Jean-Pierre que acepto a ese idiota como imagen de la campaña, eso lo tendrá unos 3 meses estancado en París sin poder moverse para la publicidad, mientras tanto, moveremos la sede, después de todo, trabajamos con laboratorios de forma tercializada, no importa donde nos movamos, las fórmulas son mías y las manejaré en el lugar que me convenga —dijo tranquila mientras Carla asiente, sabe que Irina es muy buena para manejar sus negocios, y no duda que lo haya meditado más que bien antes de hacerlo.

La hermosa rubia se puso a trabajar duro como siempre, mientras que de vez en cuando, mandaba mensajes a René recomendándo esto y aquello.

*_*

René, por otro lado, estaba preocupado, así que decidió atacar.

—Aníbal, si quieres, puedes contarme lo que está pasando, de verdad me preocupas —dijo mientras mitra a su primo lo más tranquilo posible para brindarle más tranquilidad.

—René, si te lo digo, no me vas a creer, de verdad, no me vas a creer —dijo un poco ansioso.

—Aníbal, eres mi único pariente en esta vida, no hay nadie más que sepa que tiene mi sangre, ahora, dime lo que está pasando, es mejor decirlo a que te termine envenenando —dijo René mientras que Aníbal asintió.

Fue así como Aníbal le contó todo a René, desde el principio, desde el secretismo de las reuniones familiares a las cuales él no estaba invitado, la situación con Irina y esa extraña pelea. La reunión, cuando fue incluido solo para ser humillado y menospreciado, la forma como había sido engañado bajo una pantalla de mucho amor para después ser traicionado, todo estaba claro como el agua.

René sintió que le temblaban las piernas; era algo realmente doloroso. Sabía cuánto amaba Aníbal a Olga, y esto debía ser terriblemente difícil y doloroso, y ahora entiende su mal estado de salud.

—Pero, están locas, ese tipo, ese tal Orlando, claro que está más que dichoso, se acuesta con las hermanas y no es un maldito adúltero, es más, tiene el permiso de la misma madre, pero qué carajos —dijo indignado mientras que Aníbal asiente.

—Lo que pasó después fue que no pude avanzar, había gastado todos mis ahorros en un viaje al caribe, era una sorpresa para esa tipa y el sorprendido fui yo, comencé a beber, no quería afrontar la realidad, quería estar dopado para no sentir ese dolor que me asfixiaba, fue así como me despidieron por faltas y además por estar ebrio en mi fuente laboral, lo que me pagaron no le alcanzó mucho tiempo, ya que decidí emborracharme para no sentir nada, deje de comer, deje de dormir, solo quería estar ebrio para dejar de sentir, acto seguido, aquí me tienes, en un hospital, casi me muero, estuve conectado a un respirador artificial durante 10 días mientras esa mujer que juró amarme se acuesta con otro —dijo furioso, mientras sus ojos se inyectan de sangre por la ira, la decepción y el dolor.

René inmediatamente se sentó a su lado para calmarlo.

—Primo, tranquilo, calma, ya arreglaremos eso cuando estés mejor, ahora debes comer, debes recuperarte, tu cuñada es un ángel, mira que hizo muchas cosas por ti, no la hagas preocupar más de lo debido, ella es joven y dinámica, deberías ser considerado y no ser una carga para ella —dijo René, su intención es más pragmática, en realidad quiere alejarlo de esa familia de una buena vez, de los buenos y de los malos.

—Es verdad, Irina me ha ayudado mucho, nunca pensé que sería ella la que me ayudó, las enfermeras decían que mi ángel de la guarda había salido un rato y que ya volvía, sé que le debo mucho en este momento, pero no tengo muchas fuerzas ahora, pero voy a pagar esta deuda lo mejor que pueda —dijo tranquilo como siempre, Aníbal era de buen carácter, era tan animoso como divertido.

René asintió, pero parecía que no se alejaría de esa familia tan rápido y lo entendería. Son años y años de amor y dedicación para ser tratados como un trapo viejo y sucio.

—René, quiero que me hagas un favor, no se lo pedí a Irina porque ya he abusado demasiado, quiero que vayas a mi casa, detrás de mis herramientas para arreglos, hay una caja, ahí está mi celular con su cargador, no lo que querido ver, ya que temo recibir noticias desagradables de esa mujer y su gran misión, también ahí está otro celular que es de Olga, tráelo para cargarlo, quiero saber lo que pasa, no de inmediato, no hoy ni mañana, cuando Irina vuelva quiero que esté presente para que vea con sus propios ojos lo que están haciendo y me ayude a divorciarme de Olga, además ella debe saber algo de esto, creo que ella se fue por algo que le pidieron y ella se negó —Aníbal estaba cavilando y sintió un escalofrío al imaginar lo que pudo haber pasado el día de la gran pelea.