Rose

Rose y Alexander caminaron durante horas, sin saber hacia dónde iban. Solo sabían que tenían que alejarse de la mansión Valois y de la oscuridad que la rodeaba.

Finalmente, llegaron a un pequeño pueblo rodeado de montañas. Era un lugar tranquilo y pacífico, muy diferente al mundo de vampiros que Rose había dejado atrás.

Alexander llevó a Rose a una pequeña cabaña en las afueras del pueblo. Era un lugar acogedor y cálido, con una chimenea que crepitaba y una cocina que olía a pan recién horneado.

"Este es un refugio", explicó Alexander. "Un lugar donde puedes esconderte y estar a salvo".

Rose se sintió agradecida. No sabía qué habría hecho sin Alexander.

"Gracias", dijo Rose. "Gracias por ayudarme".

Alexander sonrió. "Siempre estaré aquí para ti, Rose".

Y en ese momento, Rose se dio cuenta de que sentía algo más que gratitud hacia Alexander. Sentía una conexión profunda, una conexión que iba más allá de la amistad.

Rose se sintió confundida por sus sentimientos hacia Alexander. No sabía qué estaba pasando, pero sabía que no podía ignorarlo.

Alexander, por su parte, parecía sentir lo mismo. Se miraban de una manera diferente, con una intensidad que no habían tenido antes.

Un día, mientras paseaban por el pueblo, Alexander tomó la mano de Rose. Fue un gesto simple, pero significó mucho para ambos.

Rose se sintió electricidad en su cuerpo. Sabía que no podía negar sus sentimientos por más tiempo.

"Alexander", dijo Rose, mirándolo a los ojos. "Creo que siento algo por ti".

Alexander sonrió. "Yo también siento algo por ti, Rose".

Y en ese momento, se besaron. Fue un beso suave, pero lleno de pasión y emoción.

Rose se sintió como si hubiera encontrado su hogar. Sabía que estaba donde debía estar, con la persona que debía estar.

Pero justo cuando pensaban que todo iba bien, escucharon un ruido detrás de ellos. Se dieron la vuelta y vieron a un grupo de vampiros, liderados por la madre de Rose.

"Rose, regresa con nosotros", dijo su madre. "No puedes escapar de tu destino".

Rose y Alexander se miraron, sabiendo que tenían que tomar una decisión. Podían huir, pero sabían que no podrían escapar para siempre.

Así que decidieron enfrentar a los vampiros, juntos.

La madre de Rose se acercó, con una sonrisa cruel en su rostro. "Rose, eres una de nosotros", dijo. "No puedes negar tu naturaleza".

Pero Rose se mantuvo firme. "No soy como tú", dijo. "No quiero ser un monstruo".

Y en ese momento, Alexander se acercó a Rose y la besó apasionadamente. Fue un beso que dejó sin aliento a todos los presentes.

La madre de Rose se enfureció. "¡No puedes amar a un humano!", gritó.

Pero Rose se mantuvo firme. "Sí puedo", dijo. "Y lo haré, no importa lo que pase".

Y con esas palabras, Rose y Alexander se unieron en un abrazo apasionado, listos para enfrentar lo que viniera.

La madre de Rose se dio la vuelta y se fue, sabiendo que había perdido a su hija.

Y Rose y Alexander se quedaron solos, sabiendo que su amor era más fuerte que cualquier obstáculo.