Tras el entierro de su hermano mayor, Kate busca cumplir su sueño de ser doctora en una sociedad que la desafía por ser mujer. En su camino se cruza con Keith, quien busca respuestas sobre el hermano de Kate. A medida que crece la atracción entre ellos, deberán enfrentar los obstáculos de un pasado que los une de manera inesperada desafiando su futuro juntos.
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RUMORES (parte 1)
Mías días en el Centro de Estudios Médicos no fue tan agradable como cualquier estudiante de medicina lo imaginó y no hablo de las clases. En muchas ocasiones mis propios compañeros conspiraban en silencio para hacerme la vida más difícil. Me jugaron bromas crueles, intercambiaban mis herramientas médicas por objetos inútiles, e incluso sabotearon mis experimentos en más de una ocasión. Intentaron humillarme públicamente, haciéndome tropezar con preguntas difíciles en frente de los profesores y compañeros.
A pesar de los obstáculos que enfrenté, continué perseverando. Aunque algunas veces tuve ganas de darles una paliza ya que sus comportamientos me parecieron muy infantiles y así quieren ayudar a otros en esta carrera. No soy fácil de vencer, eso lo sé. Asi que solucioné cada traba que me pusieron porque saben que soy mejor que ellos y por eso no les tengo miedo. Estoy concentrada en mis estudios con más fervor, dedicando largas horas a la lectura y la práctica.
Henry, con quien he forjado una sólida amistad, se convirtió en un apoyo crucial. También comencé a ganarme el respeto de algunos de mis compañeros que no les importaba que sea mujer.
En una de las aulas del Centro de Estudios Médicos, un murmullo constante y venenoso se desliza entre las sombras. Un grupo de estudiantes, cuyas miradas estaban llenas de desprecio, murmuraban a mis espaldas.
—Oye, ¿viste a Kate en la clase de anatomía hoy? —pregunta uno de ellos, su voz cargada de sarcasmo.
—No entiendo cómo una mujer como ella puede siquiera pensar en estudiar medicina. —responde otro, riendo con una risa fría y desdeñosa—. Los profesores no se dan cuenta que es una gran ofensa que ellas se involucren en algo que siempre ha sido dominado por los hombres.
El grupo carcajea a todo pulmón.
—¿Qué sigue ahora? Faltaba más que se enlisten en el ejército y vayan a las guerras. —añade uno más, con un tono de burla cruel—. ¡Qué ridículo!
—Deberían quedarse en casa haciendo lo que las mujeres están destinadas a hacer: cocinar y cuidar a los niños.
—Totalmente de acuerdo. —continúa otro, sus palabras llenas de desdén—. Y mira a esas otras que intentan seguir sus pasos. ¡Pobres ilusas! Nunca lograrán nada en este campo, están a punto de desaprobar con esas notas mediocres.
Pasé muy cerca de ellos, ignorando deliberadamente sus palabras venenosas. No me detengo ni muestro signos de haber escuchado, manteniéndome firme en mi propósito.
—Oye, ¿crees que nos ha escuchado? —murmura uno de ellos, con una mezcla de preocupación y arrogancia.
—No importa. —responde otro—. Incluso si lo hizo, ¿qué va a hacer al respecto?
Continúo caminando, ignorando el comentario. Me acerco a Henry que está ocupado seleccionando varias plantas en una pequeña canasta para la próxima clase. Al verme me saluda, me entrega el registro y le ayudo con las que faltan.
Mientras trabajo a su lado, el grupo de estudiantes sigue observándome desde la distancia.
—Allá va de nuevo. —murmura uno, con un tono de frustración.
—Sus intenciones son claras. —añade otro con un dejo de envidia—. Ganarse la amistad de Henry, ¿ven?
—Ah, sí, ese noble de alta cuna. —se burla otro—. Supongo que Kate está tratando de sacar provecho de sus conexiones para obtener mejores notas.
—No me sorprendería en absoluto. —dice uno con desdén—. Es obvio que no tiene la inteligencia para lograrlo por sí misma.
—Exactamente. —concluye otro, con una mirada de superioridad—. Seguro que está tratando de manipularlo para que le dé acceso a información privilegiada o incluso para que le haga favores.
—Ella nunca será una verdadera doctora, solo una oportunista que se aprovecha de los demás.
Henry golpea la mesa con una firmeza que resuena por el aula, haciendo que todos los estudiantes se sobresalten y desvíen la mirada hacia él. El grupo de estudiantes que había estado hablando a mis espaldas se aleja rápidamente, mostrando una mezcla de sorpresa y molestia al notar la furia en los ojos de Henry.
—¿No te molesta que hablen así de ti? —pregunta Henry en voz baja.
Sin inmutarme, sacudo la cabeza con tranquilidad.
—No te preocupes. No me molesta en absoluto. Desafortunadamente, siempre habrá personas que juzguen sin conocer la verdad. —respondo con calma, mientras sigo organizando las plantas con una precisión serena.
Henry, todavía con una expresión tensa en su rostro, me observa con admiración.
—Sigues sorprendiéndome, Kate. No deberías tener que soportar ese tipo de comentarios injustos.
Levanto una ceja y una leve sonrisa aparece en mis labios.
—Lo sé, pero si voy y los golpeo en la cara solo conseguiré que me expulsen. Prefiero concentrarme en mis estudios y en demostrar mi valía a través de mis acciones, en lugar de preocuparme por lo que piensen los demás.
Henry se inclina hacia mí, su voz adquiriendo un tono conspirador.
—Pero si les pasara algo… digo… un pequeño accidente. —extiende los brazos en un gesto humorístico—. Si quieres puedo encargarme de eso.
Lo veo fijamente, y aunque mis ojos muestran un destello de diversión, mi voz es firme.
—Aprecio la sugerencia, pero no lo necesito. Puedo defenderme sola.
Henry se ríe suavemente, su expresión cambiando a una de respeto genuino.
—Tienes una actitud muy madura al respecto. Si necesitas apoyo en cualquier momento, no dudes en buscarme.
— Gracias, Henry.
Al terminar, ambos nos dirigíamos a clases. En una esquina del pasillo, vimos a un grupo de chicas reunidas y algunas estaban con lágrimas en los ojos, mientras otras intentaban consolarse entre ellas.
—No puedo creer lo que están diciendo sobre nosotras. —dijo una de las chicas, con la voz quebrada por la indignación.
—Es horrible. Me hace dudar de si realmente pertenezco aquí. —añadió otra, sus lágrimas ya cayendo libremente.
—No los escuchen, chicas. Somos igual de capaces que ellos, incluso más. No permitamos que sus palabras nos detengan. —respondió otra, tratando de transmitir un poco de esperanza.
—Es más fácil decirlo que hacerlo. A veces, sus comentarios son demasiado duros. —reconoció una de las otras, con un dejo de resignación en su voz.
—Lo sé, pero no podemos dejar que nos afecten. Estamos aquí por una razón, y vamos a demostrarles a todos que somos tan buenas como ellos, si no mejores. —dijo otra, con firmeza.
—¡Eso! ¡Nosotras si podemos! —exclamó una de las chicas, con renovada determinación.
El grupo se marchó, aún con el peso de la desilusión, pero con un poco más de esperanza. Me volví hacia Henry, que había estado observando en silencio.
—Para nosotras, esto es una oportunidad valiosa y quizá única en nuestras vidas. Pasaremos por muchas dificultades, pero nuestro sueño es más fuerte que desperdiciar nuestro tiempo en personas que no lo valen. Estamos aquí por una razón y lucharemos por lograrlo.
—Y es un gusto no estar incluido entre todos ellos que les impiden lograrlo. —respondió Henry, con un tono de gratitud en su voz.
—Y yo aprecio eso. —le aseguré.