El Encanto Del Lobo

El amanecer bañaba la ciudad con su luz dorada, y Genevieve observaba desde la ventana de su dormitorio, perdida en sus pensamientos. Los últimos días habían sido un torbellino de emociones para ella. El beso robado, la advertencia de Thomas, y la constante lucha interna entre su amor por él y su sentido del deber la habían dejado agotada y confundida.

Mientras los primeros rayos del sol se filtraban a través de las cortinas, Genevieve se levantó de la cama y se vistió con cuidado. Sabía que tenía un día largo por delante, lleno de compromisos sociales y responsabilidades familiares. Pero la decisión que debía tomar pesaba en su mente, nublando todo lo demás.

Desayunó en silencio, apenas probo un bocado, mientras su madre le hablaba sobre los preparativos para una próxima cena con los Kensington. Genevieve asintió distraídamente, tenia sus pensamientos vagando hacia Thomas y las palabras que le había dicho en la capilla.

Después del desayuno, Genevieve salió al jardín, buscando un momento de soledad para ordenar sus pensamientos. El jardín, con sus flores en plena floración y el canto de los pájaros, siempre había sido su refugio, un lugar donde podía encontrar paz y claridad. Pero hoy, incluso este rincón tranquilo no podía calmar la tormenta en su corazón.

Se sentó en un banco de piedra, cerrando los ojos y dejando que el sol cálido acariciara su rostro. Sus pensamientos volaron hacia Thomas, recordando la intensidad de su beso y la sinceridad de su advertencia. Sabía que él tenía razón; continuar con su relación sería peligroso y podría arruinar sus vidas. Pero, ¿cómo podía renunciar a alguien que significaba tanto para ella?

El sonido de pasos suaves en la grava la sacó de sus pensamientos, y al abrir los ojos, vio a Lady Beatrice, una amiga cercana de la familia, caminando hacia ella. Beatrice siempre había sido una fuente de sabiduría y consuelo para Genevieve, y hoy no era la excepción.

—Buenos días, Genevieve —dijo Beatrice con una sonrisa cálida mientras se sentaba junto a ella—. Pareces preocupada, querida. ¿Hay algo que quieras compartir?

Genevieve suspiró, sintiendo que el peso de su dilema era demasiado para llevarlo sola.

—Lady Beatrice, estoy atrapada entre dos caminos, y no sé cuál elegir. Amo a alguien con todo mi corazón, pero estar con él podría destruir todo lo que he conocido.

Beatrice la miró con comprensión, con ojos llenos de empatía.

—El amor verdadero a menudo nos pone en situaciones difíciles, Genevieve. Pero debes recordar que, al final, debes hacer lo que te haga feliz y lo que sea correcto para ti.

Genevieve asintió, sintiendo una lágrima rodar por su mejilla.

—Eso es lo que hace esto tan difícil, Beatrice. No quiero lastimar a mi familia ni a Thomas, pero tampoco puedo imaginar una vida sin él.

Beatrice tomó la mano de Genevieve, dándole un apretón reconfortante.

—El corazón es un guía poderoso, Genevieve. Pero también debes considerar tu futuro y las consecuencias de tus acciones. A veces, el amor requiere sacrificios, y solo tú puedes decidir cuáles estás dispuesta a hacer.

Genevieve sabía que Beatrice tenía razón, pero eso no hacía que la decisión fuera más fácil. Pasó el resto del día inmersa en sus pensamientos, buscando respuestas en cada rincón de su mente y su corazón. Finalmente, cuando la noche cayó y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo, se dio cuenta de que debía hablar con Thomas una vez más.

Al día siguiente, se dirigió a la capilla con el corazón pesado y una resolución firme. Encontró a Thomas en su estudio, revisando unos documentos. Al verla, él dejó lo que estaba haciendo y se acercó, con una preocupación evidente en sus ojos.

—Genevieve, ¿qué sucede? —preguntó, lleno de preocupación.

Ella tomó una profunda respiración, tratando de calmar el temblor en su voz.

—Thomas, he estado pensando mucho en lo que dijiste. Amo estar contigo, pero también sé que nuestras vidas están llenas de responsabilidades y expectativas que no podemos ignorar.

Thomas la miró con tristeza, entendiendo el dolor en su corazón.

—Lo sé, Genevieve. También he estado luchando con estos sentimientos. No quiero perderte, pero tampoco quiero que sufras por mi causa.

Genevieve asintió, sintiendo una mezcla de tristeza y alivio al escuchar sus palabras.

—Tal vez debemos dar un paso atrás y reevaluar nuestras vidas y lo que realmente queremos. No será fácil, pero quiero que ambos seamos felices y vivamos nuestras vidas sin arrepentimientos.

Thomas asintió, tomando la mano de Genevieve y apretándola con fuerza.

—Siempre estaré aquí para ti, Genevieve. Pase lo que pase, siempre serás parte de mi vida y de mi corazón.

Se abrazaron en silencio, sabiendo que, aunque el futuro era incierto, siempre tendrían ese momento de amor y comprensión para guiarlos en sus caminos separados.