⚠️ Contiene suicidio, depresión, transtorno de estrés postraumático, dependencia emocional, violencia, abuso, rasgos de psicopatía, sadismo, contenido +18 (censurado) y una relación poliamorosa.
John, un omega que se ha cansado de vivir. Decide que ya no hay sentido alguno, se sumerge en el lago pinos susurrantes y allí deja escapar su vida. Tercer intento fallido, pero ahora todo es diferente. Al parecer en ese mundo nadie conoce a los omegas y la persona que más le hizo daño, ha muerto. John descubre en este mundo la delicadeza que las personas pueden tener pero que él nunca conoció en su antiguo mundo, el doctor Jeison. El Dr se muestra amable, atento y cuidadoso de una manera que John no ha experimentado. Lleno de cicatrices tanto en su cuerpo como en su corazón, ignora el hecho de que quien acaricia su nariz es un lobo disfrazado de oveja.
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Diablo
Jeison
Cuando llegué a casa, el conejito dormía profundamente. Había sido una lástima dejarlo solo después del sexo más fantástico que había tenido, pero después de lo de Fisher, Robert me había llamado. Tuve que convencerlo de que iría a su casa. Si él venía aquí y veía al conejito, trataría de usarlo para manipular mis decisiones. Él ya no me controlaría, así que lo más seguro es que el conejito muriera en el proceso y, después de lo de hoy, no iba a permitir que eso ocurriera. Primero mataría a mi propio padre antes de dejar que tocara un solo cabello de su cabeza.
Había dejado el hospital. Aunque estudié medicina porque me obsesioné con el cuerpo humano, ahora, abrir esos cuerpos y ver palpitando órganos y correr la sangre, ya no me generaban nada. Me encargaría de los negocios y de mejorar la economía de la empresa, incluso haciendo lo que Robert no se había atrevido a hacer. Era curioso cómo ese hombre siempre se interesó más por el dinero que por cualquier otra cosa, pero no estaba dispuesto a correr grandes riesgos. En la actualidad, la venta de estupefacientes generaba dinero, era peligroso, pero la cantidad que se ganaba era impresionante.
No necesitaba el dinero, pero la astucia e inteligencia para estos negocios me causaban interés y se me hacían divertidos. No era fácil cubrir las empresas fantasmas e incluso la evasión fiscal. Pero era bastante placentero. Conseguir dinero era mucho mejor que gastarlo para mí, pero eso era un inconveniente, si me gustara comprar cosas podría ocultar mi dinero en activos tangibles. Demasiado aburrido. Si no fuera por los paraísos fiscales donde escondía todo el dinero ilegal, seguramente ya estaría en juicio.
Acomodé la sábana que cubría sus piernas, pero no su pecho. Sus muñecas ya estaban mejor, incluso su estado físico había progresado bastante. Eso me lo había demostrado. Mañana iríamos al centro comercial y compraríamos todo lo necesario. Aunque me gustaba verlo usando mis camisetas, él necesitaba su propia ropa. ¿Para qué las necesitaba realmente? No había necesidad de salir; él estaría en casa esperándome cada vez que tuviera que salir. No era tan necesario como creía. Después de todo, el conejito podía usar mis camisetas cada vez que quisiera. Él me recibiría sin ropa interior, cubierto solo por mis camisetas. Esa idea era mucho mejor. Debí pensar en esto antes de decirle que íbamos a comprar ropa.
Salí al balcón y llamé a Manuel. Repiqué dos veces y no contestó. Busqué su número en la mensajería y envié un mensaje: “Cancela todo lo que tengas para mañana. También envía un chofer y ten listos a los guardaespaldas a las 10. Ropa informal. Saldré”. Cuando lo envié, volví a la habitación. Entré al baño y tomé una ducha. Me puse unos calzoncillos y me acosté al lado del conejito. Él se movió un poco y luego lo vi abrir los ojos.
–Dr. – llamó mientras se frotaba los ojos.
–Está bien, vuelve a dormir – dije.
El conejito se sentó, se notaba nervioso.
–Yo… lo siento, lo de esta mañana no volverá a pasar – su voz estaba temblorosa.
–No te estoy entendiendo –
–Yo, debido a mi celo, tuvimos relaciones. Eso no está bien –
Me reí en voz alta. Era ridículo que él pensara que yo había tenido sexo sin consentimiento.
Su rostro se sonrojó y agachó la mirada.
– Aún sigues con esas ideas. Si me acosté contigo es porque así lo quise. Tal vez debería llevarte a un psiquiatra después de todo – dije acariciando su nariz. Dios, qué nariz tan hermosa.
–¿No me crees verdad? Yo vengo de otro mundo, existen los alfas y omegas… –
–Y pueden quedar embarazados – interrumpí mientras recordaba lo que me había dicho en el hospital.
–Sí– dijo con más ánimos, pero aún no le creía. Tal vez no era tan buena idea llevarlo al psiquiatra, ¿qué pasaría si mejoraba? Definitivamente, no iba a permitir que se fuera. Ahora era mío.
–Entonces, si quedas embarazado, te creeré, ¿qué te parece eso? Después de lo de hoy, no hay manera en que ya no estés esperando un hijo mío– toqué su estómago y lo empujé a la cama. Me acomodé en medio de sus piernas y lo besé. Esto no tenía nada que ver con la razón.
–Yo… tal vez no sea posible, no eres un alfa– respondió.
–¿Acaso me estás mintiendo? — pregunté.
—No, claro que no. Yo… realmente no lo sé, pero podría ser posible– su rostro reflejaba sus pensamientos inquietos. Quería besar sus ojos, su nariz y todo su cuerpo. Quería, pero si seguía, no podría controlarse después y aunque había mejorado, había sido suficiente por hoy.
–Está bien, aun así, sería hermoso ver a mi conejito embarazado. Aunque realmente nunca he deseado hijos– dije acomodándome a su lado.
–¿Realmente no me crees? – preguntó.
–Es difícil hacerlo, después de todo soy doctor y un experto en el cuerpo humano. –
– Entiendo – dijo. Colocó sus manos juntas debajo de su rostro pensativo. Realmente eres un conejito.
–Mañana saldremos. ¿Tienes pensado comprar algo aparte de ropa? –
–Realmente no, yo no sé. - el conejito estaba inseguro.
–Bien, entonces mañana no temas pedir lo que quieras…– aunque si lo pensaba con más cuidado, todo no era necesario para el conejito. –Los celulares y computadoras no están permitidos.
–Está bien, no son indispensables para mí –
–¿Cómo es posible que seas tan bueno? – dije mientras colocaba su cabeza en mi brazo. No quería que hubiera distancia que nos separara.
–No es así, el Dr. es el que realmente es bueno conmigo. – respondió, con una confianza que no había visto en él, puso su mano en mi pecho. Si aceptaba no tener un celular por mí, entonces…
–Si te pido que no salgas de la casa sin mí, ¿lo aceptarás? – pregunté.
–Sí– respondió sin titubear.
–Si te pido que no estés con nadie más, ¿lo aceptarás? – pregunté.
–Sí – respondió.
–Si te pido que seas mi mascota, ¿lo aceptarás? – pregunté. Esta vez se demoró más en responder.
–Sí- era la respuesta que esperaba.
¿Qué tan loco tendrías que estar para vivir así? No, esa no era la pregunta correcta, ¿qué tan dura había sido la vida para preferir ser la mascota de alguien? Desde un inicio no me interesó la historia del conejito, solo quería una mascota que estuviera en casa para mí. No haría nada al respecto, después de todo, gracias a ello el conejito era tan obediente. Pero, definitivamente, mataría a la persona que se atrevió a lastimarlo. Sabía que yo era un monstruo, mi madre nos había dejado por ello. Pero, a juzgar por las cicatrices que tenía en su cuerpo, era un santo para él.
–Escúchame bien, si alguien te vuelve a hacer daño o incluso te llega a insultar, no importa quién sea, tú me lo tendrás que decir. Es una orden. ¿Entendido? – El conejito asintió y me abrazó por completo.
–Vamos a dormir ahora– Dije.
Mi conejito debía tener muy mala suerte en la vida, salir de un infierno para encontrarse con el diablo…