MATRIMONIO CON UN DESCONOCIDO

Nain llenó el jarrón de agua, lo sostuvo con las dos manos y salió del baño. Al ver la cama, la miro aún en la misma posición, pero esta vez tenía la falda del vestido levantada, dejando descubiertas sus piernas.

Verla así fue como tomarse un frasco de afrodisíacos, era como ver una revista para adultos y tener a la actriz como cualquier pervertido la quisiera tener; sacudió la cabeza para tratar de aclarar sus ideas, para sacársela de la cabeza.

Ella, al verlo salir del baño, estira su mano derecha y con su dedo índice le señala que se acerque. Era como querer provocarlo, como si realmente deseara descontrolarlo, pero en ese momento en que lo mira acercándose, mirándola lascivamente, se sintió un poco temerosa, más cuando mira cómo dobla su rodilla, la pone sobre la cama, justo en medio de sus piernas.

María Eugenia, sin poder evitarlo, cierra sus ojos con fuerza, pensando que había llegado muy lejos con sus juegos. Realmente no sabía qué iba a hacer si ese hombre desconocido tomaba su palabra y quería llegar hasta el final con esa boda, eso ella no lo quería.

Estaba desesperada pensando en lo que iba a hacer para alejarlo, pero en el momento en que más miedo le dio, sintió el agua cayendo en su cuerpo y sí estaba helada; alterada, abre los ojos de golpe, mira cómo él se había puesto enfrente, para mojarla completamente.

Nain en el momento en que terminó con el agua, molesto, le dice.

• Con esto tienes para quitarte el calor y en el futuro no vuelvas a molestarme así, ya te lo dije: yo en la cama y tú en el sofá.

• Iré por la ropa a mi departamento, será mejor que órdenes a una de tus empleadas que cambien las sábanas de la cama, que no pienso dormir en algo mojado.

Nain después de decirle eso, se dio media vuelta para salir de ahí, pero María Eugenia, a toda prisa, se levanta, toma su brazo y alterada, nerviosa, le dice.

• Nain, no puedes irte.

Si tú sales en este momento de la habitación, harás que mi padre piense mal y ya viste lo que le pasó, esto lo puede enfermar.

Yo acepto ese mes por el momento, pero ayúdame un poco más hasta que pueda hablar con mi padre y explicarle las cosas como verdaderamente son.

Nain resopla con fuerza, pero al ver esa carita tan hermosa y suplicante por ese apoyo, no pudo negarse.

Aunque no fue como ella lo esperó, le quitó las manos de su brazo, se alejó con un paso de ella y con una seriedad le dijo.

• Eres una mujer realmente estresante, no entiendo cómo tu padre te puede soportar, si yo fuera él desde cuando te hubiera echado a la calle.

Te voy a ayudar, voy a hablar a mi trabajo para decir que mañana no voy a ir a trabajar, nos vamos a quedar aquí; pero te lo advierto, si te me acercas o me tocas, en ese momento me voy y te dejo sola, tú sabrás lo que haces.

A María Eugenia le gustó escuchar eso, pero a la vez puso una cara molesta y con reclamos le dice.

• Ahora que ya quedaste en ayudarme con eso, explícame, ¿por qué me mojaste?

Que no sabes que soy muy delicada, esto me puede enfermar. No tenías que mojarme con esa agua tan helada, estoy temblando de frío.

Nain realmente deseaba enojarse con ella, quería sentir desprecio, pero por más que su cabeza le ordenó sus sentimientos, estos se negaron a obedecer, más cuando miró ese rostro.

Para él era mirar lo más hermoso y verla fingir que temblaba por el frío, era divertido y tierno, que no puedo evitar decirle.

• Eres tan descarada y a la vez tan tierna, que es difícil terminar enojado contigo.

María Eugenia, te bañé con esa agua helada, porque parecías tener mucho calor, solo trataba de ayudarte y si no quieres que vuelva a pasar, compórtate cuando estés conmigo.

Mira, no sé cuál es tu problema y la verdad no me interesa saber nada de ti.

Entiendo que algo muy malo tiene que estar pasándote para tener que casarte con un completo desconocido y esa necesidad de mantenerme a tu lado, es realmente sospechoso, pero no me importa saber.

Tus problemas, puedes guardártelos, te voy a ayudar por un mes solo porque me siento con algo de remordimiento por haberte golpeado y fue mi culpa ese accidente.

Creo que con esto termino pagándote por el daño, solo espero que en un mes puedas resolver todos tus problemas, si no lo logras tendrás que buscar a alguien más que te ayude.

A mí la verdad no me interesa estar metido en tus problemas y no quiero ayudarte en nada, me gusta mi vida tranquila.

María Eugenia frunce el ceño, no le gustó nada lo que le decía y molesta le dice.

• Nain, realmente eres un insensible, aún sabiendo que yo tengo problemas, te niegas a ayudarme, realmente no es mucho lo que te pido, solo que estés fingiendo ser mi esposo por un tiempo.

Qué poco sensible eres, no entiendo en qué te puedo perjudicar y aparte, si tú me hicieras este favor, yo te pagaría muy bien, no es como si te lo estuviera pidiendo gratis.

Tus palabras son muy duras y realmente hieres mis sentimientos, no era necesario ser tan insensible conmigo, pero está bien. Gracias por ese mes, trataré de arreglar todo el problema en ese tiempo que me vas a dar.

Después de decir eso, se dio media vuelta, se va al baño, cerró la puerta y en el momento en que se sintió sola, se deja caer al suelo, recarga su espalda en la puerta, se pone en posición fetal, sin poder evitarlo, empieza a llorar.

María Eugenia se sentía desconsolada, tenía tanto miedo y desesperación; ella sabía muy bien que el haber rechazado esa boda era algo que esa familia no iba a perdonar tan fácil, pero lo peor era que haber humillado a ese hombre dejándolo en el altar iba a ser un problema a futuro para su padre.

Esa familia era la competencia empresarial de su padre y sabía muy bien que al casarse las fortunas familiares se iban a juntar, ella siendo hija única, todo le correspondía; el plan de Andrés era casarse y con el tiempo, poco a poco, se iba a ir metiendo, apoderándose de todo el control.

Siendo su esposa, iba a tener derecho, más porque su padre seguro se los iba a dar al pensar que ese hombre cuidaría bien de ella.

La única persona que quedaba en su familia era ella y su padre. Aunque tenía una madrastra, no era relevante, ya que él era tan organizado, que le había hecho una cuenta aparte, por si algo le pasaba, iba a tener una vida digna, una casa, donde podría ser feliz.

Pero María Eugenia sabía muy bien que su madrastra no era una persona de fiar, había tenido ya varios problemas y discusiones; pero gracias a esa mujer fue que supo sobre las verdaderas intenciones de Andrés.

El día en que le mostraron las fotos a su padre, ella llegó antes a la casa, todo porque en la universidad se cancelaron las clases; cuando estaba por subir las escaleras, escuchó una pequeña discusión que venía de la biblioteca, que estaba a unos metros de donde estaban las escaleras.

Lo que le llamó la atención de lo que escuchó fue que la mencionaron más de una vez y decidió acercarse a la puerta. Fue algo bueno que la puerta no estuviera totalmente cerrada, iba a entrar para saber quiénes eran, pero justo cuando estuvo a unos pasos escuchó, que decían que su plan iba muy bien.

El plan era que terminara casada, para poder apropiarse del poder del empresario, su dinero y dejarlos en la calle, después solo se divorciaría acusándola de infidelidad, para terminar de quitarle cualquier derecho.

La mujer le exigía saber cómo iba el plan; una voz de hombre le contestaba que todo iba como lo habían planeado, que ella tendría su paga cuando todo terminara, siempre y cuando lo convenciera de que las fotos eran de su hija.

María Eugenia no necesitó entrar para saber de quiénes eran esas voces, las reconoció solo con escucharlas. Era la de su madrastra y la de Andrés; pero eso que escuchó no fue lo que la alteró, sino lo siguiente que la dejó helada.

La madrastra dijo: ¿qué pasaría si tu plan no funciona?

Andrés le contestó: eso será mejor que no pase, porque si mi plan falla, no me queda más que matar al padre, obligaré a María Eugenia a casarse y por último, la mataré.

Esas últimas palabras la dejaron congelada, por un momento sí sintió miedo, pero en lugar de enfrentarlos, decidió ir a buscar a su padre, decirle lo que había escuchado, para que se encargara de ellos; pero cuando entró a su despacho, encontró a su padre enojado con ella.

Solo encontró reclamos y ofensas, era la primera vez que su padre le gritaba, que la trataba tan mal; pero también entendió de cómo no iba a hacerlo, si las fotos que le mostraron eran realmente indecentes, no solo era una pareja teniendo intimidad, eran mucho más eróticas.

Era cierto que los rostros no se miraban, pero la mujer de la foto traía un anillo que ella usaba todo el tiempo por el recuerdo de su madre, era único y realmente la mujer de las fotos en cuerpo se parecía a ella y ese hombre a Andrés.

Su padre no la dejó hablar y tampoco escuchó nada de lo que decía, ya que Andrés, un joven que en apariencia ante la sociedad era fiable, honesto, de una reputación intachable, había ido ahí a decirle a su padre que deseaba reparar el daño.

Lo que le que dijo a su padre fue que estaba siendo extorsionado porque alguien les había tomado esas fotos y que prefería mil veces dar la cara; casarse con ella, para que esas fotos no tuviesen valor ante la sociedad.

Su padre creyó en Andrés, pero le dolía ver a su hija en esas fotos. Era un hombre de principios, de valores y saber que su pequeña, su princesa, tenía esos gustos, realmente le dolía, lo lastimó.

Terminó diciéndole que se iba a casar, que no permitiría un no, porque si lo hacía dejaría de ser su padre, la aventaría a la calle sin contemplación alguna.

A María Eugenia le dolían las palabras de su padre y fue su coraje, su enojo lo que en ese momento la controló, aceptó lo que su padre le impuso; ella pensaba que, si su padre era tan tonto para caer en una trampa como esa y no darle la oportunidad de hablar, tal vez se merecía que lo dejaran en la calle.

La boda se planeó en tres días después de esa discusión y siguió con todos los preparativos, estaba dispuesta a llevar a su padre a la ruina, todo por la forma en que la trató; pero el día de su boda en la mañana, cuando su padre entró a su habitación, sus palabras la conmovieron.

Entendió muy bien que su padre no era malo, solo estaba desilusionado de ella y había sido manipulado por Andrés, por esa mujer que era su esposa; si su padre era un tonto, pero al final era lo único que tenía y no podía dejar que nada le pasara, ya no era tanto el dinero, sino la amenaza de muerte que había escuchado.

Cuando estaban en la iglesia, caminando por ese pasillo, ella solo llegó a medio pasillo, le dijo a su padre "perdóname" y salió corriendo de ahí. No pensaba caer en esa trampa, no se iba a casar con Andrés.

Mientras corría por las calles con el pesado y estorboso vestido de novia, iba pensando en lo que tenía que hacer; al ver que el semáforo estaba en amarillo a punto de cambiar en verde, decide pasar corriendo, sin ver a los lados.

Ella fue realmente la culpable del accidente y lo sabía muy bien. Cuando estaba en el suelo sí sentía dolor por los golpes, pero también sentía que podía levantarse y seguir corriendo, para escapar de ahí.

Pero en el momento en que mira a Nain acercarse a ella, se le hizo guapo y pensó que tal vez ese joven podría ayudarla; su mente pensó en un plan, para poder detener a Andrés.

Primero tenía que casarse para poder poner fin al malentendido de las fotos, limpiar su imagen y después tenía que entrar a trabajar en la empresa de su padre, para evitar que Andrés lo engañara, pero sobre todo para poder cuidarlo, evitar que lo mataran.

Buscar la manera de descubrir a su madrastra y destruir el poder de la familia de Andrés, acabarlos empresarialmente, acabarlo socialmente, poniendo al descubierto lo que verdaderamente era.

Ella siempre pensó que Nain al ver su riqueza, se quedaría a su lado, aunque fuera por interés. Estaba dispuesta hasta seducirlo con su cuerpo si era necesario para hacerlo quedarse, porque realmente lo necesita para lograr su plan; pero nada le estaba saliendo bien, un mes era poco para lograr descubrirlos y salvar a su padre de una muerte segura.

María Eugenia no quería seguir llorando más y se levanta molesta. Se acerca al espejo, mientras miraba su rostro, enfurecida, se dice a sí misma.

• Ya vas a dejar de llorar, no vamos a perder esta lucha, vamos a lograr acabar con esa asquerosa familia y si tengo que drogar a Nain para obligarlo a quedarse a mi lado, lo voy a hacer, no pienso dejar que te vayas hasta que no termine con ellos.

Nain, perdóname, sé que no me conoces y que este problema no es tuyo, pero te necesito, no puedo dejar que te vayas.

Prometo que cuando todo termine, cumpliré cualquier sueño que tengas, hasta soy capaz de darte la mitad de la fortuna Romero.

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Muchas gracias a todas espero que el capítulo les haya gustado ☺️

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