La vida nunca es lo que parece, vivimos en un mundo de apariencias, donde lo único que importa es el que dirán, viví por mucho tiempo de las apariencias, hasta que tuve que enfrentarme a la cruda realidad, en ese momento entendí que una debe vivir para ser feliz y no para ser feliz a los demás y mucho menos a un hombre, esta es mi historia y espero que no me juzgues por lo que hice.
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Capitulo XIII Renuncio
Terminado el almuerzo cada quien se fue a su puesto de trabajo, Catalina iba muy sonriente contándole algunas anécdotas a Margarita quien se reía muy animada, pero su sonrisa desapareció cuando vio a su jefe parado en su lugar de trabajo, Catalina lo miro sin darle importancia alguna.
— Creo que su hora de almuerzo es una hora exactamente, no una hora y un minuto. — dijo Enzo mirando su reloj.
— Lo siento señor, no volverá a pasar. — contesto Margarita agachando la cabeza.
— Solo fue un minuto, no debe exagerar tanto!. — contesto Catalina de manera altiva.
— En mi empresa cada minuto cuenta, no sé con quién se habrá relacionado antes usted, pero aquí todo se hace según las reglas. — Enzo trato de mantener la calma, no quería perder la compostura delante de estas dos mujeres.
— Si tanto le molesta ese minuto entonces descuéntelo de mi salario, es más descuente también el minuto de Margarita de mi sueldo y ya.
Margarita abrió los ojos como platos, ella sabía que eso le costaría a Catalina al menos el sueldo de dos días, pero al ver a Catalina tan segura de lo que decía sintió mucho agradecimiento, nunca nadie la había defendido del tirano.
— Catalina entre a mi oficina, usted Margarita póngase a trabajar. — Enzo estaba furioso, nunca nadie se había atrevido a retarlo de esa manera.
— Y bien que quiere decirme?. — pregunto Catalina unos minutos después de estar ahí parada.
— Verdad que molesta que la hagan perder su tiempo?. — Enzo ya estaba más calmado.
— Mire si mi trabajo le molesta entonces simplemente renuncio y ya, así ninguno de los dos estará incómodo. — respondió Catalina harta de la situación. — es más en este momento renuncio, ya le hago llegar mi carta de renuncia.
Enzo no supo que responder así que dejó ir a Catalina sin siquiera molestarse en aclarar la situación, unos minutos más tarde Catalina bajo al área de recursos humanos y entrego su carta de renuncia, salió de la empresa sin despedirse de nadie, estaba muy molesta y en ese momento volvió a ser la de siempre.
Apagó su móvil y se fue a un lugar lejano, ella solo quería pensar en que haría ahora para poder extraer información de las empresas March.
Catalina pasó el día entero divagando en sus pensamientos, estaba molesta pues ella no era así, a ella no le gustaba sentirse débil menos demostrarlo, ya era muy tarde y decidió encender su teléfono, había pasado el día sin hablar con su pequeña y eso no se lo podía permitir, al encender su teléfono se encontró con innumerables llamadas de Alicia y mensajes.
— Catalina dónde estás?, comunícate conmigo lo más pronto posible.
Y así había muchos mensajes más, Catalina entro en pánico y de inmediato llamo a Alicia.
— Al fin apareces, ven a casa pasó algo. — dijo Alicia.
— Qué pasó?, dime de una vez. — pregunto Catalina perdiendo la paciencia.
— Está bien, pero solo déjame decirte que todo está bien, fue un accidente. — continuo, Alicia con temor.
— Dime de una mxxxxxx vez que fue lo que pasó. — Catalina ya había perdido la paciencia, iba conduciendo de vuelta a casa con ansias por llegar.
En su corazón sabía que algo le había pasado a Isabel y su angustia creció aún más.
— Isabel tuvo un accidente en el colegio y se fracturó la muñeca. — explico Alicia sabiendo que Catalina estaría más furiosa.
— Qué estás diciendo?, acaso esa gente no tiene cuidado con los niños, y como está mi hija, rayos y justo hoy se me ocurrió apagar mi teléfono. — gritaba Catalina.
— Isabel está más tranquila, estamos en la casa, pero ella solo te quiere a ti. — contesto Alicia tratando de tranquilizar a Catalina.
Media hora después Catalina llegó a su casa, al entrar vio a Alicia sentada en el sillón de la sala, tenía las manos puestas en la cabeza y se veía bastante cansada.
— Alicia ya llegué, donde está mi hija?. — pregunto Catalina preocupada.
— Isabel se acaba de dormir, está en su habitación. — respondió Alicia aliviada de ver a Catalina.
Catalina se fue a la habitación de su hija, al llegar abrió la puerta con mucho cuidado y vio a su pequeñita dormida con su bracito puesto en una almohada envuelto con ese yeso, el corazón de Catalina le dolió por no haber estado con su niña en un momento tan difícil para la pequeña, Catalina se acercó a su bebé y con mucho cuidado se acostó a su lado.
— Perdóname mi amor, te prometo no dejarte sola nunca más. — susurro Catalina al oído de su hija.
Catalina después de un rato de estar con su niña le pidió a Alicia que le buscará algo de ropa que está noche dormiría en la habitación de su hija, en pocos minutos Alicia llegó con lo necesario para que Catalina se cambiara, la conversación de lo ocurrido quedaría para otro día, Alicia se veía muy cansada así que Catalina le pidió que se fuera a descansar no sin antes agradecerle por lo que hizo por su hija.
Al día siguiente cuando Isabel se despertó, encontró a su mamá durmiendo a su lado, la pequeña niña sonrió de felicidad al saber que su mamá estaba bien y que no era un sueño el que ella estuviera ahí a su lado.
— Mami, mami se te va a hacer tarde para ir al trabajo. — susurro Isabel para no asustar a su mami.
Catalina se despertó con la dulce voz de su niña, sonrió con tristeza por no haber estado con ella el día anterior.
— No voy a trabajar princesa, de ahora en adelante me quedaré contigo todo el tiempo. — explico Catalina con una sonrisa.
— Mami yo estaré bien, además si no trabajas nos moriremos de hambre. — expuso Isabel su preocupación.
— Ja, ja, ja no te preocupes por eso, mamá no dejará que te mueras de hambre. — respondió Catalina acariciando la cabeza de su pequeña.
— Uff qué alivio!. — comento Isabel llevando su mano al pecho.
— Ahora si dime cómo ocurrió esto?. — pregunto Catalina con cara sería y señalando el brazo izquierdo de su hija.
— Fue un accidente, estaba jugando con mis nuevos amigos y tropecé y me caí, eso fue todo. — explico Isabel despreocupada.
Catalina se sorprendió con la respuesta de su hija, es decir, la niña era demasiado madura para su edad y tomar algo tan grave con tanta tranquilidad le pareció extraño, pero que podía hacer si Isabel era una niña muy inteligente.