Ashley Larson, una joven estadounidense que, sin saberlo, se convierte en el peón de un cruel juego de venganza orquestado por Andreas Kostas Papadopoulos, un empresario griego consumido por la obsesión y el rencor. Después de la trágica muerte de Anabel, la hermana mayor de Ashley y el amor perdido de Andreas, él trama un plan diabólico para hacerle pagar, seduciendo y casándose con Ashley, quien guarda un asombroso parecido con Anabel.
Después de medio año de matrimonio Ashley sufre un "accidente", que la hace perder su embarazo y su pierna. Lo que sumerge a Ashley en una depresión y un descenso terrible, pero después de tocar fondo solo puede subir y ella lo lograra a lo grande. Y va a vengarse del hombre que la arruino la vida.
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Capítulo 12
Después de los aplausos en la sala de consejo de Kostas Holdings, Ashley abandonó la sala, sintiéndose satisfecha con su presentación. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a la puerta, fue interceptada por una mujer de apariencia imponente. Se trataba de Elena Vasilakis, una alta ejecutiva de la empresa, conocida por su aguda visión de negocios y su influencia dentro de la corporación, Ashley la había conocido mediante fotos y videos cuando hizo su investigación para entrar a la empresa.
Y sabía que si quería lograr algo en todo eso, esa mujer era clave.
Elena, con su altura y porte elegante, se acercó a Ashley con una sonrisa confiada.
—Excelente presentación, —comenzó Elena, extendiendo su mano en un gesto amistoso—. Soy Elena Vasilakis. Realmente aprecio tu enfoque y estoy interesada en profundizar nuestra relación profesional.
Ashley, sorprendida pero complacida por el reconocimiento, estrechó la mano de Elena.
—Gracias, Elena. Sería interesante explorar cómo podríamos trabajar juntas. Espero que podamos hablar más al respecto —respondió, su tono profesional y abierto a posibilidades.
Elena asintió, su expresión indicaba un interés genuino.
—Definitivamente. Por cierto, ¿de dónde vienes? Tu perspectiva es bastante única —inquirió Elena, curiosa sobre el trasfondo de Ashley.
Ashley se acomodó ligeramente, consciente de la importancia de su respuesta en este círculo de negocios.
—He pasado los últimos catorce años en Polonia, en Zakopane, para ser precisa —compartió, su voz llevando un tinte de nostalgia—. Estuve allí con mi difunto esposo, Nikos Georgiou.
La mención de Nikos Georgiou hizo que la expresión de Elena se intensificara, una mezcla de sorpresa y reconocimiento cruzó su rostro.
—¿Nikos Georgiou? El tío de Andreas Papadopoulos, ¿no es así? —preguntó Elena, conectando los puntos.
—Sí, exactamente —confirmó Ashley, notando el cambio en la actitud de Elena—. Fue una época interesante, y he aprendido mucho que creo que podría ser valioso para Kostas Holdings.
Elena asintió, claramente impresionada por la conexión y la experiencia de Ashley.
—Eso suena fascinante. Definitivamente necesitamos hablar más. Tu experiencia podría ser muy beneficiosa para nosotros —dijo Elena, su tono indicando tanto interés profesional como personal.
Con esa prometedora interacción, Ashley sintió que se abrían nuevas puertas en su carrera, un contraste bienvenido con los años de turbulencia y recuperación que había enfrentado en Polonia.
Andreas observaba desde la distancia, sus ojos entrecerrados y su mandíbula apretada, mientras Ashley conversaba animadamente con Elena Vasilakis. Sentía una furia creciente en su interior, preguntándose cómo Ashley, la mujer a la que había intentado dejar atrás en su vida, había regresado y ahora parecía estar integrándose en su mundo una vez más.
Constantinos, notando la tensión en su padre, se acercó con una expresión de preocupación.
—¿Estás bien, papá? ¿Quién es esa mujer? Nunca te había visto así —preguntó, mirando alternativamente entre Andreas y la figura de Ashley.
Andreas sacudió la cabeza, intentando disipar su frustración antes de que se notara demasiado.
—No es nada, hijo. Solo el estrés de la junta —mintió, forzando una sonrisa tensa—. No te preocupes por eso.
Sin esperar una respuesta, Andreas se dio la vuelta bruscamente y se dirigió hacia su oficina, sus pasos resonando con una urgencia mal disimulada.
William, que había observado el intercambio desde lejos, se acercó a Constantinos con una mirada que mezclaba la comprensión y la cautela.
—Quédate aquí, voy a hablar con tu padre —dijo William, su tono sugiriendo que comprendía más de lo que decía.
Constantinos asintió, aún confundido y preocupado, mientras William seguía el camino de Andreas hacia su oficina.
Al entrar, encontró a Andreas parado frente a la ventana, mirando hacia fuera con una mirada distante y perturbada.
—Andreas, ¿qué está pasando? —inquirió William, cerrando la puerta detrás de él con un clic suave.
Andreas se giró, sus ojos reflejaban un torbellino de emociones.
—Es Ashley —confesó finalmente, su voz baja pero llena de veneno—. Después de todo lo que hice para sacarla de mi vida, ella vuelve, ¡y ahora está hablando con Elena como si perteneciera aquí!
William se acercó, su expresión seria y pensativa.
—No puedes dejar que esto te descontrole. Tienes que mantenerte calmado y pensar en lo que vas a hacer a continuación —aconsejó, tratando de infundir algo de racionalidad en la situación.
Andreas se pasó una mano por el cabello, visiblemente luchando por controlar su ira.
—Lo sé, William. Pero verla aquí, en mi territorio, interactuando con las personas de mi empresa… me hace cuestionar cuánto más tengo que hacer para asegurarme de que esté verdaderamente fuera de mi vida —dijo Andreas, su voz cargada de una determinación sombría.
William, manteniendo su compostura, asintió lentamente, consciente de la complejidad del problema y de la necesidad de manejarlo con cuidado para evitar consecuencias desastrosas. La tensión entre el pasado y el presente de Andreas, personificado por la inesperada reaparición de Ashley, amenazaba con desencadenar una nueva espiral de eventos que ninguno de ellos podía prever completamente.