Yo Soy La Madre Del Heredero.

El rumor se extendía por las calles del pueblo, las mujeres ahora tenían el permiso de aprender diversos oficios que antes estaban reservados exclusivamente para los hombres. Las noticias llegaron a oídos de las mujeres mientras realizaban sus quehaceres diarios, y pronto se convirtieron en el tema de conversación en cada rincón del mercado y las plazas.

En la panadería, un grupo de mujeres amas de casa comentaba entre susurros, sorprendidas por la novedad.

"¿Has oído lo que están diciendo sobre las mujeres ahora?", preguntó una mujer mayor, con un gesto de incredulidad en su rostro arrugado.

"Sí, parece que la duquesa ha dado permiso para que aprendamos cualquier oficio que deseemos", respondió otra mujer joven, con los ojos brillando de emoción. "¡Es una oportunidad increíble para nosotras!".

En la taberna, un grupo de hombres discutía la noticia con gestos de desconcierto y preocupación.

"¿Qué crees que significa esto para nosotros?", preguntó uno de los hombres, mirando a su amigo con inquietud.

"No lo sé", respondió el otro, frunciendo el ceño. "Parece que las cosas están cambiando aquí en el ducado. Tendremos que estar atentos y ver cómo afecta esto a nuestras vidas, ¿te imaginas a mi mujer cortando leña?", agregaría en tono burla a lo que sus amigos se reirían.

Mientras tanto, en la plaza del pueblo, un grupo de niños jugaba alrededor de una fuente mientras escuchaban a sus madres hablar emocionadas sobre las nuevas oportunidades que se les presentaban.

"Mamá, ¿puedo aprender a ser herrero como papá?", preguntó una niña con los ojos brillantes de entusiasmo.

"¡Claro que sí, cariño!", respondió su madre con una sonrisa. "Ahora las mujeres podemos hacer cualquier cosa que nos propongamos. Es un nuevo tiempo para todos nosotros".

El rumor se seguía propagando por todo el pueblo, trayendo consigo una mezcla de sorpresa, esperanza y anticipación, por lo que el futuro les deparaba.

En medio de las conversaciones animadas sobre las nuevas oportunidades para las mujeres, algunas señoras expresaban su preocupación y descontento por la carga adicional de responsabilidades.

"¿Cómo se supone que vamos a hacer todo esto?", preguntó una mujer, frunciendo el ceño mientras sostenía a su bebé en brazos. "Cuidar de los niños, mantener la casa en orden y ahora trabajar... ¡Es demasiado para nosotras!".

Otra mujer asintió con pesar. "Sí, yo también estoy preocupada. Mis hijos son pequeños y necesitan mucha atención. No sé si podré encontrar el tiempo para trabajar además de ocuparme de ellos".

Algunas mujeres más jóvenes compartían sus inquietudes mientras se preparaban para iniciar sus tareas del día. "Quiero aprender un oficio, pero ¿cómo puedo hacerlo si tengo que cuidar de mis hermanos menores y ayudar en casa?", se preguntaba una joven con frustración.

Entre las conversaciones sobre las nuevas oportunidades laborales para las mujeres, también se escuchaban susurros de desconfianza y teorías conspirativas.

"¿No les parece extraño que de repente nos permitan trabajar en oficios que antes estaban reservados para los hombres?", murmuraba una voz en el grupo. "Sospecho que hay algo más detrás de todo esto".

"¡Exacto!", respondió otra mujer, con una expresión sombría. "No me sorprendería que haya algún tipo de trampa. ¿Quién sabe qué están planeando realmente?"

Algunas personas asentían con la cabeza, compartiendo las preocupaciones de sus compañeras. "Tienen razón. Todo esto parece demasiado bueno para ser verdad. ¿Qué es lo que realmente quieren de nosotras?".

A medida que las conversaciones continuaban, también surgían preocupaciones prácticas entre las mujeres que consideraban tomar estas nuevas oportunidades laborales.

"¿Cómo vamos a hacerlo? Ya tenemos suficiente trabajo en casa como para agregar más responsabilidades", exclamaba una mujer, frunciendo el ceño con preocupación. "Cuidar de los niños, mantener la casa en orden y ahora trabajar. ¡Es demasiado!".

Otra mujer suspiraba, reflejando la misma inquietud. "Sí, me pregunto si realmente podemos hacer malabarismos con todas estas responsabilidades. ¿Y si no somos lo suficientemente buenas en los trabajos que nos asignen?".

Las dudas y los temores resonaban en las conversaciones mientras las mujeres consideraban los desafíos prácticos y emocionales de incursionar en un nuevo ámbito laboral mientras continuaban con sus responsabilidades domésticas y de cuidado de los hijos.

Las mujeres, algunas con niños en brazos y otras con la mirada cargada de preocupación, se congregaron frente a la casa del representante del pueblo. Con determinación en sus ojos, estaban decididas a buscar respuestas sobre las nuevas medidas que se estaban implementando.

"No podemos seguir así", comentaba una madre, apretando con fuerza a su hijo mientras se adelantaba hacia la puerta principal. "Necesitamos respuestas. ¿Cómo esperan que cuidemos de nuestros hijos y trabajemos al mismo tiempo?".

Otra mujer, con la voz temblorosa, pero llena de determinación, alzó la vista hacia la casa del representante y exclamó: "¡No podemos permitir que nos impongan más cargas! Necesitamos hablar con él y exigir explicaciones".

Con el sonido de los niños jugando y las quejas de las mujeres, la escena se llenó de una energía cargada de tensión y determinación mientras las madres se preparaban para confrontar al representante del pueblo en busca de respuestas claras y soluciones a sus preocupaciones.

El representante, visiblemente nervioso por la multitud reunida frente a su casa, salió para enfrentarlas. Tragó saliva con dificultad antes de levantar la mano en un gesto de calma.

Las mujeres comenzaron a lanzar numerosas preguntas hacia la casa del representante y exigiendo respuestas a sus preocupaciones, a lo que el señor de mediana edad sale debido al bullicio que se había armado frente a su casa.

"Por favor, calmaos", dijo, intentando proyectar confianza a pesar de su nerviosismo. "Entiendo vuestras preocupaciones y os aseguro que las presentaré a la duquesa lo antes posible. Nadie será forzado a hacer nada en contra de su voluntad. Todos somos parte de este ducado y nuestras preocupaciones serán escuchadas y consideradas, nadie va a ser forzado a nada, eso se los aseguro, la duquesa tiene un plan por favor, confíen un poco más en ella".

Las mujeres intercambiaron miradas entre sí, aún llenas de incertidumbre, pero algo más calmadas al escuchar las palabras del representante. Con un asentimiento colectivo, aceptaron su promesa y, por el momento, se retiraron de la puerta de su casa, esperando con la esperanza de que sus preocupaciones serían atendidas y resueltas adecuadamente.

Luego de aquella escena, el señor, al cual llamaremos William, se disponía a escribirle una carta a la duquesa con detalles de los acontecimientos ocurridos no hace mucho y le aconsejaba en la carta que diera un discurso público para solucionar las preocupaciones del pueblo.

Llegando la noche en el castillo, Aura se encontraba en su habitación, no recuerda como había llegado ahí, pero ahí estaba acostada y a su lado se encontraba Emily sentada junto a la cama, estaba profundamente dormida, a lo que Aura la miro con cierta ternura.

Aura se levanta poco a poco de la cama, cuidado de no moverse bruscamente debido a una creciente panza, se acercó a Emily y la arropó cuidadosamente con una sabana. Luego de aquello se acercó a la ventana y podía ver la aparición de las estrellas, las cuales indicaban que se estaba haciendo tarde.

En eso Emily despertó y al mirar la cama vacía de un sobresalto se incorporó rápidamente, parpadeando para alejar el sueño de sus ojos. Al notar que Aura estaba de pie junto a la ventana, su expresión se suavizó con alivio.

"Mi lady, ¿se encuentra bien?", preguntó con voz somnolienta, frotándose los ojos con las manos.

Aura se volvió hacia ella con una sonrisa tranquilizadora. "Sí, Emily, estoy bien", respondió con amabilidad. "Solo necesitaba un poco de aire fresco. ¿Cómo te sientes?"

Emily se estiró, sintiendo el crujido de sus articulaciones después de haber estado sentada por tanto tiempo. "Un poco adormilada, pero bien", admitió con una sonrisa cansada. "¿Qué hora es?"

Aura revisó el reloj de pared y luego miró por la ventana. "Aún no es muy tarde, deberías ir a cenar", respondió.

"Mi lady, usted también debe bajar a cena, recuerde que no debe saltarse sus comidas". Agregó Emily con tono preocupado.

Aura asintió con gratitud hacia Emily. "Tienes razón, Emily. No debo descuidar mi salud ni mi nutrición, especialmente en estos tiempos ocupados", reconoció.

Aura, mientras contemplaba la luna sintió un ligero apretón en el pecho al recordar a su esposo, quien llevaba meses ausente luchando en la guerra. Se preguntó cómo estaría, si estaría a salvo y si podría regresar pronto. A pesar de su determinación y fortaleza, no podía evitar preocuparse por él, especialmente ahora que estaba embarazada y enfrentando tantas responsabilidades en el ducado.

"Emily, ¿crees que algún día esto termine?", preguntó Aura en voz baja, su mirada perdida en el horizonte"

Emily se acercó a su lado, colocando una mano reconfortante sobre el hombro de Aura. "Lo sé, mi lady. Todos estamos deseando que la guerra termine y que todos los que están lejos regresen a salvo a casa", respondió con simpatía. "Pero mientras tanto, debemos permanecer fuertes y continuar haciendo lo mejor que podamos por el ducado y por aquellos que dependen de nosotros".

Aura asintió, agradecida por las palabras de Emily. "Tienes razón, Emily. No podemos permitir que nuestras preocupaciones nos paralicen. Debemos seguir adelante y hacer todo lo que esté en nuestras manos para mantener nuestro hogar seguro y próspero", dijo con determinación. "Ahora, vámonos a cenar. Mañana será otro día y tendremos mucho trabajo por hacer".

Con esas palabras, Aura y Emily dejaron la habitación, para terminar con este día lo más pronto posible.

Al día siguiente, Aura se despertó temprano esa mañana, con la mente llena de planes y estrategias para el cultivo del arroz. Se dirigió a su escritorio y comenzó a trazar en papel una serie de pasos detallados para trabajar la tierra y adaptarla a las necesidades del nuevo cultivo.

Desplegó mapas sobre la mesa y tomó un lápiz con determinación. Con trazos firmes y precisos, dibujó líneas que indicaban las áreas que serían dedicadas al cultivo de arroz. Luego, comenzó a escribir una lista de tareas que deberían realizarse, desde la preparación del suelo hasta la siembra y el mantenimiento de los campos.

Mientras trabajaba en los planos, Aura reflexionaba sobre la importancia de cada paso y cómo podría influir en el éxito del proyecto. Sabía que debía considerar cuidadosamente la topografía del terreno, la disponibilidad de agua y otros factores ambientales para garantizar una cosecha exitosa.

Delimitación de áreas de cultivo: En los planos, Aura delineó claramente las áreas específicas de la tierra que se destinarían al cultivo de arroz. Utilizó diferentes colores o líneas punteadas para distinguir entre las áreas ya cultivadas y las que se prepararían para el nuevo cultivo.

Preparación del suelo: En una sección de los planos, se detallaba el proceso de preparación del suelo. Esto incluía tareas como el arado profundo para aflojar el suelo, la nivelación de la tierra para asegurar un drenaje adecuado y la incorporación de abonos orgánicos para enriquecer el suelo.

Sistemas de riego: Aura también diseñó sistemas de riego eficientes para garantizar que los campos de arroz recibieran la cantidad adecuada de agua. Esto podía incluir la construcción de canales de riego o la instalación de sistemas de goteo para maximizar el uso del agua.

Épocas de siembra y cosecha: En los planos, se especificaban las épocas ideales para la siembra y la cosecha del arroz, teniendo en cuenta las condiciones climáticas locales y otros factores ambientales. Esto permitiría una planificación precisa de las actividades agrícolas a lo largo del año.

Control de plagas y enfermedades: Aura también incluyó medidas de control de plagas y enfermedades en los planos. Esto podía implicar la rotación de cultivos, el uso de cultivos de cobertura o la aplicación de tratamientos orgánicos para prevenir y manejar cualquier problema fitosanitario.

En resumen, los planos de Aura ofrecían una guía completa y detallada para el cultivo exitoso del arroz en el ducado. Cada aspecto del proceso, desde la preparación del suelo hasta la cosecha, estaba cuidadosamente planeado y diseñado para maximizar la productividad y la sostenibilidad de la agricultura en la región.

Al finalizar de trazar los planes de cultivo, Aura se encontró inmersa en una oleada de emociones. Los recuerdos de su infancia, cuando solía visitar el pueblo de sus abuelos junto a sus padres, inundaron su mente con una nostalgia reconfortante.

Recordó cómo solían pasear por los campos verdes, observando con admiración el trabajo de los agricultores mientras cultivaban la tierra con dedicación y amor. Aquellos momentos en el campo estaban impregnados de alegría y camaradería, y Aura anhelaba revivir esa sensación de conexión con la tierra y sus raíces.

Ahora, al diseñar los planes para el cultivo del arroz en su propio ducado, sentía una profunda satisfacción al saber que estaba siguiendo los pasos de sus antepasados. Era como si estuviera honrando su legado familiar al impulsar el progreso y la prosperidad en la tierra que tanto amaban.

Con una sonrisa nostálgica en el rostro, Aura se tomó un momento para recordar esos preciosos recuerdos de su infancia pasada, encontrando consuelo y motivación en ellos mientras se preparaba para llevar a cabo su visión para el futuro del ducado.