La Maldición Del Lobo

...En el corazón del bosque, donde la luna ilumina las sombras, nace un legado envuelto en misterio y magia....

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Bellatrix:

La tarde caía sobre la ciudad como un manto de oro y sombras, me encontraba en el umbral de una decisión que podría cambiarlo todo. El sol se despedía con un último destello, tiñendo el cielo de tonos ardientes que reflejaban la intensidad del momento.

Ezekiel me había apurado ya que me estaba quitando la peluca y los pupilentes, y su impaciencia era un eco irritante en mi mente. No me gustaba ser presionada; prefería moverme a mi propio ritmo, calculando cada paso con precisión. Pero éramos un equipo, o al menos eso era lo que pretendíamos ser. Así que, con un suspiro ahogado, dejé a un lado el insulto que bullía en mi garganta y me centré en la tarea que tenía por delante.

Valerius nos esperaba, y sabía que no tenía salida. No le dejaría ninguna. Era una presa fácil, un medio para un fin mucho más grande. Vincenzo... ese era otro asunto. Él requería una vigilancia constante, un juego de sombras y engaños que me mantenía alerta.

Cuando Valerius aceptó mi trato, hice aparecer la carpeta roja como si fuera un truco de magia. La carpeta era más que un simple objeto; era una promesa de poder, un laberinto de secretos que solo yo podía navegar. Dentro, la información de un mafioso de alto rango aguardaba, sus páginas susurrando historias de fortunas ocultas y poderes subterráneos.

El dinero enterrado era la clave. Valerius, con esa información, se convertiría en un titán entre los mortales, un rey en un tablero de peones. Pero yo no podía permitir que eso sucediera. Primero, le sacaría todo el provecho posible, y luego... bueno, siempre había un "luego" en mi mundo.

La tensión entre nosotros era palpable, una cuerda tirante lista para romperse. Valerius estudiaba la carpeta con ojos escrutadores, buscando la verdad en medio de las mentiras.

__¿Cómo puedo saber que esto es real? __preguntó, su voz un murmullo en la brisa vespertina.

Sonreí, dejando que la confianza se deslizara en cada palabra. __Porque, querido Valerius, yo también tengo mucho en juego. Y no soy de las que toman decisiones a la ligera.

Él asintió, una decisión formándose en las profundidades de su mirada. __Está bien, acepto. Pero recuerda, Bellatrix, la traición es un juego peligroso.

Incliné la cabeza, mi sonrisa era un secreto guardado. __Lo sé mejor que nadie. Pero también sé que hay juegos que solo yo sé jugar.

Y así, con el crepúsculo como testigo, sellamos nuestro pacto, un acuerdo forjado en las llamas del atardecer y la ambición.

La entrega de la carpeta roja había sido solo el comienzo. Ezekiel me miró con una frialdad que cortaba más hondo que el acero, le devolví la mirada con una ceja arqueada, desafiante. Pero antes de que pudiera interpretar su silencio, una presencia abrumadora llenó la estancia.

La puerta se abrió con un susurro de promesas y peligros, y por ella entró un hombre cuya reputación lo precedía como un eco en la oscuridad. Vincenzo, el mafioso de Londres, avanzó con una seguridad que solo los poderosos poseen. Su estatura era imponente, y su traje, a pesar de la sutilidad de su corte, no podía ocultar la fuerza bruta que yacía bajo la tela. Sus ojos, fríos y calculadores, escaneaban la habitación, y su cabello, negro como la noche sin luna, estaba peinado hacia atrás, revelando una frente marcada por las cicatrices de mil batallas invisibles.

Detrás de él, una procesión de treinta guardaespaldas vestidos de negro se movía como una sola entidad, sus ojos vigilantes y sus manos listas para desenfundar armas que no necesitaban presentación. La sorpresa me golpeó con la fuerza de un huracán; Vincenzo, el hombre que había jurado capturar a mi madre para sus retorcidos juegos, estaba aquí.

Traté de mantener mi expresión imperturbable, pero cuando Vincenzo se acercó, una voz familiar rompió el silencio.

"Padre, estoy de vuelta."

Valerius emergió de las sombras, y en un instante, padre e hijo se fundieron en un abrazo que hablaba de lazos de sangre y secretos compartidos. Mi boca se abrió en una mueca de incredulidad, y mordí mi mejilla para contener cualquier reacción que pudiera delatarme. Esto sería más fácil de lo que había anticipado; ambos eran vampiros, criaturas que se creían superiores a todos los seres vivos.

Y entonces, Vincenzo habló, su voz era un murmullo que resonaba con la autoridad de quien nunca ha sido desafiado.

__padre, cuéntame sobre el trato que has hecho con Bellatrix y Ezekiel.

Valerius se separó de su hijo y se giró hacia mí, una sonrisa astuta adornando su rostro.

__Bellatrix ha traído información que podría cambiar el curso de nuestra familia para siempre. Ezekiel, aunque reticente, ha accedido a colaborar. Juntos, tenemos la oportunidad de no solo sobrevivir en este mundo de sombras, sino de reinar sobre él. __dice valerius mirandonos

Vincenzo asintió, su mirada se posó en mí, evaluándome como si fuera una pieza de ajedrez en su tablero.

__Interesante, __dijo, su tono era inescrutable__. Y tú, Bellatrix, ¿qué ganas con esto?

Mi respuesta fue medida, cada palabra elegida con cuidado.

__Una alianza, Vincenzo. Una oportunidad para asegurar el futuro de mi familia... y quizás, ajustar algunas cuentas pendientes.

La tensión en la habitación era palpable, un hilo tenso que amenazaba con romperse en cualquier momento. Pero yo sabía que tenía la ventaja. Vincenzo había llegado a su hora, y yo sería la arquitecta de su caída.

La tensión en la sala era palpable, como una cuerda de violín estirada al máximo, lista para tocar la melodía del caos. me encontraba en el centro de esta sinfonía de sospechas, con cada mirada y cada silencio añadiendo notas a la partitura.

«¿Cómo sabía mi nombre y el de Ezekiel, ese insufrible bufón?» __murmuré para mis adentros. La pregunta se retorcía en mi mente, una serpiente de dudas y posibilidades.

«¿Había sido el padre de Valerius quien había revelado nuestra llegada?»

«¿O acaso había algo más, un juego dentro del juego que aún no veía?»

Ezekiel, incapaz de soportar la presión, se levantó con una rapidez que desmentía su habitual pereza. Su mano se cerró alrededor de mi brazo con una fuerza que pretendía ser dominante. Pero yo no era una mujer a la que se pudiera someter con facilidad. Con un movimiento sutil, le pisé el pie, recordándole silenciosamente quién era la verdadera maestra de este juego. Su gruñido fue un sonido bajo y amenazador, pero no más intimidante que el zumbido de un mosquito para mí.

La conversación entre Valerius y su hijo fue un intercambio de poder disfrazado de cortesía. Palabras medidas, miradas calculadoras, todo un baile de máscaras y medias verdades. __Este trato, __comento Valerius__, es un paso hacia un futuro donde nuestra familia no solo sobrevivirá, sino que prosperará. __Su hijo, con la ambición brillando en sus ojos, asintió con cautela__. Entonces, debemos proceder con cuidado, __respondió__, no todos los que se acercan con ofertas buscan nuestro bienestar.

Cuando Ezekiel y yo nos alejamos, la atmósfera se cargó con la electricidad de una tormenta inminente. Fuera, la noche nos recibió con su manto oscuro, un escenario perfecto para las revelaciones que estaban por venir. Ezekiel, cegado por la ira, me arrinconó contra el auto. __¡¿Cómo te atreves a patearme, bruja?! __gritó, su voz era un trueno en la quietud de la noche.

Lo miré con una expresión de inocencia fingida, una máscara que había perfeccionado a lo largo de los años. __Yo no fui, fue el pie, __dije con sarcasmo, mi tono era ligero, pero mis palabras estaban cargadas de veneno. Él era un peón más en mi tablero, y yo estaba lista para mover la pieza siguiente.

El aire estaba cargado de tensión. Ezekiel y yo nos mirábamos con furia, cada uno desafiando al otro. Había una lucha de poder entre nosotros, una lucha que ninguno de los dos estaba dispuesto a perder, pero me sorprendió cuando ezekiel me dio una nalgada muy fuerte haciéndome gruñir de dolor.

__¡No me vuelvas a pegar, desgraciado! __le espeté, empujándolo con todas mis fuerzas, y dándole una cachetada. Aunque era un poco más grande que yo, eso no le daba el derecho de sentirse mi dueño__. Tú empezaste, bruja, __me respondió con ira, sobándose la mejilla.

__Además, somos un equipo, yo puedo controlarte, __me dijo, pero yo solo pude reír__. Una cosa es ser equipo y otra el control, y eso ambos sabemos que ninguno de los dos lo tenemos, __le respondí, cruzándome de brazos.

Luego de eso, Ezekiel abrió la puerta de su camioneta y me empujó, cayendo sentada. __Vaya, qué caballeroso es el pulgoso, __dije con sarcasmo, acomodándome. Él cerró la puerta de golpe, luego abrió la otra puerta, se sentó y arrancó.

__Vuelves a llamarme así y verás, bruja, __me amenazó, y yo solo pude reír.

__¿A dónde vamos, pulgoso? __le pregunté, solo para irritarlo.

__A mi laboratorio, bruja, __me respondió, y yo solo pude reír.

Llegamos a su empresa, donde estaba su laboratorio. Muchas de sus empleadas mujeres me lanzaron miradas asesinas, así que caminé con más elegancia para irritarlas aún más. Ezekiel lo notó y me jaloneó del brazo, pero pude notar una sonrisa en su rostro.

El laboratorio de Ezekiel era un espacio amplio y luminoso, lleno de equipos de alta tecnología y mesas de trabajo cubiertas de documentos y planos. Las paredes estaban cubiertas de pizarras blancas llenas de fórmulas y diagramas, y había un olor a productos químicos en el aire.

Me fijé en los documentos de las especies que quería crear y se me ocurrió una idea para mis planes futuros. __¿Por qué no hacemos un Dragoserpent? __le sugerí a Ezekiel, dándole una mirada de cachorro para que me dejara hacerlo. La idea parecía haberle sorprendido, pero había un brillo de interés en sus ojos.

__¿Un Dragoserpent, eh? __dijo, mirándome con una sonrisa astuta__. Eso suena interesante. Muy bien, Bellatrix, veamos qué puedes hacer.

Cuando Ezekiel aceptó mi idea, rápidamente hice aparecer mi libro de brujas. Comencé a anotar en él las características de mi Dragoserpent. Imaginé una criatura majestuosa, con la forma alargada y sin patas de una serpiente, pero con las alas y la capacidad de escupir fuego de un dragón. Su piel sería escamosa, pero brillante como la de un dragón, y sus ojos tendrían la hipnótica belleza de los de una serpiente.

Luego, me senté frente a la computadora y comencé a escribir. Algunos de los empleados estaban observándome, y Ezekiel estaba parado detrás de mí, observando sobre mi hombro. Creé las células para hacer al Dragoserpent, modificándolas y analizándolas cuidadosamente. Preparé la mezcla para inyectarla en una anaconda.

La anaconda era una serpiente grande y poderosa, perfecta para nuestro experimento. Estaba en una jaula grande, especializada para ella, con una temperatura controlada para mantenerla tanto en frío como en calor. Llevé la jaula al laboratorio y, con cuidado, apliqué nuestro experimento en ella. La serpiente parecía gustarle mi toque, y eso me hizo sonreír.

Decidí nombrar a la serpiente "Echidna", en honor a la madre de todos los monstruos en la mitología griega. Era un nombre poderoso, digno de la criatura que estábamos a punto de crear.

Imagen del experimento con Echidna:

El experimento con Echidna iba bien, pero en unos minutos, ella empezó a retorcerse de manera brusca. Intenté estabilizarla, pero fue en vano. Echidna murió. Gruñí por lo bajo, mi bella Echidna se había ido.

Empecé a buscar qué había fallado y encontré la razón. Había un frasquito en la basura reciente, aún goteaba. Saqué mi daga y apunté a los empleados. __¿Quién de ustedes le aplicó veneno a mi serpiente? __dije con el ceño fruncido. Ese veneno era letal, si se le aplicaba una gran cantidad, causaría la muerte de inmediato.

Entre los empleados, caminaba una chica de cabello negro y ojos verdes tiernos. Le apunté con mi daga. __Fuiste tú, ¿no es así? __Ella asintió con la cabeza.

__Sí, lo hice. No iba a dejar que una bruja como tú tuviera éxito, __dijo. Ezekiel la miró enojado y ella agachó la cabeza.

Ezekiel se lanzó a la pelea con los empleados, sacándolos del laboratorio para que yo pudiera seguir con lo mío. Golpeé la jaula donde mi Echidna había estado antes, pero algo llamó mi atención. Habían 4 huevos en su jaula.

Abrí la jaula y descubrí los huevos. Echidna había estado protegiendo a sus crías, por eso estaba tan tranquila a mi lado. Agarré los huevos y los puse en una hilera lujosa, decorada con piedras preciosas y metales raros.

Imagen de los huevos después de aplicarle el experimento:

__Si salen hembras serán mías y si salen varones serán tuyos. Si salen hembras y varones, las hembras van para mí y los varones para ti, __le dije a Ezekiel mientras aplicaba mi experimento a los huevos. Luego, con mi magia, los llené de hielo para que tuvieran mi esencia.

Agarré la hilera de huevos, pero Ezekiel se interpuso en mi camino. __Ya he dicho el trato, ahora quítate, __le dije con el ceño fruncido.

__No te vas a llevar los huevos, __dijo Ezekiel, tratando de agarrar mi hilera. Me aparté rápidamente.

__No voy a dejar que tus empleados arruinen mi gran creación. Además, sé dónde llevarlos, __le dije. Ezekiel asintió y salimos de la empresa.

Agarré mi celular y envié un mensaje a mis guardaespaldas. Necesitaba que dos de ellas compraran una mansión en medio del bosque, y debajo de la mansión, necesitaba una guarida secreta. De inmediato, me respondieron con un “estamos en ello” . Luego, les dije a mis otras dos guardaespaldas que vigilaran bien el hotel, ya que el mafioso de Londres estaba cerca.

Me subí a la camioneta de Ezekiel y él arrancó. La noche nos alcanzó a los pocos minutos. Llegamos a su mansión, me bajé y luego fui al hotel. Fui directo a mi garaje y me subí a mi camioneta. Puse la hilera de huevos en un asiento y arranqué, poniendo la ubicación que mis guardaespaldas me habían enviado.

Me metí al bosque. El bosque era espeso y oscuro, con árboles altos y frondosos que se alzaban hacia el cielo nocturno. El aire estaba lleno del aroma de la tierra y las hojas húmedas. Allí, vi unas grandes rejas de hierro forjado, cubiertas de enredaderas y musgo.

Imagen del bosque:

La mansión era una estructura imponente, con paredes de piedra y techos altos. Las ventanas eran grandes y estaban adornadas con cortinas de terciopelo rojo. La puerta principal era de madera maciza, con detalles en bronce. La mansión estaba rodeada por un jardín bien cuidado, con flores de colores y arbustos recortados.

Imagen de la mansión:

Hicimos un tour por la casa hasta que llegamos a la parte subterránea. La bodega subterránea era amplia, con jaulas grandes y preciosas. Había vegetación en abundancia, y el territorio era muy amplio. Las jaulas estaban hechas de acero inoxidable y tenían puertas de vidrio. Cada jaula tenía su propio sistema de climatización, para mantener la temperatura y la humedad perfectas para los huevos.

Imagen de la bodega subterránea: