Sinopsis:
Joarah siempre había vivido una vida tranquila en México, hasta que se vio obligada a huir del país, dejándolo todo atrás. Perseguida por Emmanuel Gonzales, un poderoso magnate del crimen, no entiende sus verdaderos motivos, pero sabe que debe salvarse a cualquier precio.
Al llegar a Sicilia, Joarah pide ayuda a la única persona que conoce, su amiga Alice. Las cosas se complican cuando descubre que Emmanuel está más cerca de lo que imaginaba. Durante un tenso encuentro, Joarah se enfrenta a una sorprendente revelación: es idéntica a la ex esposa de Emmanuel, una mujer que muchos dieron por desaparecida y otros por muerta.
Emmanuel, frío y calculador, le propone un trato impensable: que Joarah se convierta en su esposa de alquiler, no por amor, sino por necesidad, para garantizar el futuro de su hijo y la seguridad económica de su padre. Joarah descubre secretos familiares que cambian su visión del pasado y de Emmanuel.
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Capítulo 16
Emmanuel López
Bajamos juntos y encontré a Antonio listo para ir al colegio, emocionado y lleno de energía. Nos sentamos a la mesa y empezamos a desayunar. Antony parloteaba sobre sus expectativas para el día, sus palabras nos arrancaban una sonrisa a Joarah y a mí. La niñera, siempre atenta, subió con Antony después del desayuno para terminar de asearlo.
Mientras Joarah recogía los platos, la observé. Algo en su forma de moverse, tan grácil y a la vez tan fuerte, me fascinaba. Notó mi mirada y levantó la cabeza, mirándome a los ojos.
- ¿Por qué me miras así? - preguntó, curiosa.
Me acerqué a ella, con el corazón latiéndome más deprisa. Con el pulgar, le limpié suavemente un pequeño resto de comida de los labios.
- Estaba sucio -respondí suavemente, rozando su piel con el dedo.
Se mordió los labios y, con un movimiento lento y burlón, pasó la lengua por donde había tocado mi dedo.
- ¿Y ahora está limpio? - preguntó con los ojos brillantes.
Hubo un momento de tenso silencio, nuestras miradas fijas el uno en el otro, la cercanía haciendo que mi corazón se acelerara. Antes de que pudiera responder, Antonio bajó corriendo las escaleras, devolviéndonos a la realidad.
- Emmanuel, ¿puedes venir hoy con nosotros a llevar a Antony al colegio? - preguntó Joarah, con un tono despreocupado pero con la misma intensidad en los ojos.
La niñera, que estaba justo detrás de Antony, sonrió ampliamente.
- A Antony le encantará tener a sus padres juntos para llevarlo al colegio -dijo, la felicidad evidente en su rostro.
Asentí con la cabeza, sintiendo una oleada de emociones contradictorias. Caminamos hasta el coche y subimos todos, con Antony en el asiento trasero, emocionado ante la idea de tener a sus dos "padres" con él. Durante el trayecto al colegio, sentí un calor acogedor, como si esta pequeña familia fuera más real de lo que estaba dispuesta a admitir.
A la vuelta, el silencio entre Joarah y yo fue más reflexivo. Sabía que tenía que hablar de lo que había descubierto, pero las palabras parecían atascadas en mi garganta. Finalmente, respiré hondo y rompí el silencio.
- Joarah, has sido una buena persona con mi hijo. Le caes muy bien -comencé, intentando encontrar las palabras adecuadas-. - Yo... me enteré de la muerte de tu padre.
Se volvió hacia mí, con la mirada fija y seria. Pude ver el dolor reflejado en sus ojos, mezclado con la fortaleza que tanto admiraba.
- No sabía cómo decírtelo -continué, con voz más suave-. - Quería encontrar el momento adecuado, pero me di cuenta de que no existe un momento ideal para algo así.
Le conté todo, cómo murió su padre, sobre la visita de su madre a mi despacho y todo lo que necesitaba saber sobre su hermana.
Ella miró por la ventana, procesando mis palabras. El silencio pareció prolongarse una eternidad hasta que por fin habló, en voz baja pero firme.
- Gracias por decírmelo, Emmanuel. Sé que no es fácil hablar de ello.
Sentí que me quitaba un peso de encima, pero al mismo tiempo, una nueva responsabilidad se apoderó de mí. Estábamos más unidos, más conectados que nunca, y sabía que tenía que estar a su lado, no sólo por Antonio, sino también por ella.
- Estoy aquí para ti, Joarah -dije, con la voz llena de sinceridad-. - Pase lo que pase.
Ella asintió, una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Y mientras continuábamos nuestro camino de vuelta, sentí que, a pesar de todas las complicaciones, algo más profundo y verdadero se estaba desarrollando entre nosotros, pero no estaba dispuesto a sentirlo ni a dejar que lo que estuviera sucediendo fuera algo que me llevara al dolor de nuevo.
Que la ayude pero no en la casa con su familia
Es un riesgo que no debe correr
Dejarlo vivo es una bomba de tiempo