Cuando la desesperanza te invade pueden soplar vientos de paz si encuentras el verdadero amor, esta verdad la comprobaron Estrella y Samuel, dos jóvenes que tienen un huracán de problemas pasados y presentes encima, pero con ayuda mutua logran salir adelante, aunque no se sabe si esten destinados a ser más que amigos.
Pese a que su padre ha sido acusado de un delito muy grave, entre ambos lucharán no solo para revelar la verdad, sino para curar todo el dolor que el mal tiempo dejó.
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Una visita reconfortante
Muy temprano don Luis salió, junto al doctor Maltez, rumbo al país N. No se despidió de Estrella ni de Samuel, debido a que ellos dormían aun. Su esposa le recomendó mantenerse en contacto en todo momento.
Estrella despertó a las 7 de la mañana un poco aturdida aun. Decidió darse un baño y desayunar porque tenía mucha hambre. Durante el baño recordó que doña Susan le ayudó a bañarse la noche anterior y aunque estaba en ropa interior se sintió avergonzada. Además recordó vagamente que la cuidó por la noche y decidió agradecerle por ello.
En el desayuno estaban ambas mujeres en ek comedor.
Doña Susan: ¿Cómo te sientes, Estrella?
Estrella: Un poco mareada
Al llegar al país N lo primero que hizo don Luis, fue ir a la mansión Vans y se encontró que estaba resguardada por oficiales de policías. Para poder ingresar los revisaron y manosearon por todos lados, les hicieron preguntas desde sus nombres hasta el motivo de sus visitas, después de una hora de interrogatorio lograron entrar, pero no les permitieron ingresar ningún equipaje ni regalos que doña Susan enviaba a su amiga. Les abrió una muchacha de servicio.
Don Luis: Buenas tardes, ¿Se encuentra doña Daniela?
Joven: Sí, enseguida la llamo. (se va dejando a los señores en la puerta)
Doña Daniela: (abre la puerta) Sí, diga. (se queda muy sorprendida al ver que es el mejor amigo de su esposo)
Don Luis: (impactado por lo desmejorada que está Daniela)Hola, Daniela, soy yo. Quería saber cómo van las cosas por aquí, pero veo que no están bien.
Daniela: (Abrazando a don Luis) Luis qué sorpresa, por favor entra, disculpa que hayas esperado aquí, no sabía que eras tú.
Los tres pasan a la sala donde se les sirve una merienda. Y mientras comen conversan sobre las cosas que están pasando.
Don Luis: Daniela, te presento al doctor Andrés Maltez, él es el abogado de la familia.
Daniela: (se pone nerviosa) mucho gusto señor (e inmediatamente cambia el tema) Luis, ¿Has visto a Estrella, sabes cómo está?
Don Luis: (extrañado por la reacción de Daniela. Se da cuenta de que pueden estar siendo escuchados y vigilados por cámaras, decide seguir a Daniela) Sí, ella me contactó, no te preocupes está bien. Pero extraña que no te hayas comunicado con ella.
Daniela: (con una sonrisa incómoda) Sí, no he podido. ¿Ella está en casa de José?
Don Luis: No, se está quedando con mi familia en casa. Tuvo un inconveniente con José, pero todo está bien, Susan está encantada con ella.
Daniela: No lo sabía, les agradezco en gran manera a ti y a Susan, mi hija es muy mimada por su padre, la debe estar pasando mal. Si ya terminaron podemos ir a descansar al roof garden.
Don Luis: Sí, vamos.
Los tres se dirigen hacia la azotea y al llegar Daniela explica.
Daniela: Lo siento Luis y abogado, en la mayor parte de la casa hay cámara que graban imágenes y sonido en tiempo real, los teléfonos están intervenidos e incluso la muchacha de servicio es informante. Así que como veran no puedo hablar mucho.
Don Luis: ¿Tan grave es la situación? ¿Cómo está el proceso de Carlos, podemos irlo a ver?
Doña Daniela: No permiten visitas, solo el abogado que lleva su caso lo ha podido ver. Su juicio inicia este viernes.
Abogado: Este abogado, ¿Es de confianza, podemos ponernos en contacto con él para analizar el caso?
Daniela: Es de confianza, pero ya no sé ni en quien confiar, no sabría, el caso no avanza y por más que intento ver a mi esposo no ha logrado ni siquiera que pueda contactarme por teléfono.
Don Luis: No te preocupes, averiguaremos sobre él. ¿Y tú, cómo estás, de qué se te acusa?
Daniela: De complicidad. Supuestamente, trabajaba con mi esposo. Por eso me alegra que Estrella no esté aquí, por que ella también podría estar siendo procesada junto a nosotros.
En esto ven llegar a la muchacha de servicio con refresco.
Daniela: (molesta) Disculpa, Rosario, no te pedí que nos sirvieras nada, los señores acaban de merendar y no tienen apetito.
Rosario: Lo siento, señora, Lo traje por si les da sed más tarde.
Don Luis: Está bien, gracias puede dejarlos aquí.
Rosario: Me quedaré para servirlos cuando deseen.
Daniela: Yo los serviré, gracias.
Rosario: No, señora, no se preocupe yo me quedo.
De esta forma no pudieron seguir conversando libremente.
Don Luis: Entonces llama al abogado y dile que nos regale una cita para mañana. Por lo pronto nos retiramos.
Abogado: Sí, es necesario conversar con él si queremos visitar a don Carlos.
Daniela: Está bien, yo me contacto con el abogado. Los acompaño a la salida. Gracias Luis, no sé cómo agradecerte lo que haces.
Don Luis: No te preocupes, Daniela, nuestra amistad es suficiente para que hagamos todo lo posible por ayudarles. Vendremos mañana, cuídate.
Así se despidieron prometiendo que regresarìan. A Daniela le reconfortó en gran manera esta visita y ahora no estaba solo, su hija lo había logrado.