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CICATRICES DEL ALMA.

CICATRICES DEL ALMA.

Status: En proceso
Genre:Romance / Pérdida de memoria / Intrigante / Apoyo mutuo
Popularitas:2k
Nilai: 5
nombre de autor: Brayan José Peñaloza salazar

El misterio y el esfuerzo por recordar lo que un día fué, es el impulso de vencer las contradicciones. La historia muestra el progreso en la relación entre Gabriel y Claudia, profundizando en sus emociones, temores y la forma en que ambos se conectan a través de sus vulnerabilidades. También resalta la importancia de la terapia y la comunicación, y cómo, a través de su relación, ambos están aprendiendo a reescribir sus vidas.

NovelToon tiene autorización de Brayan José Peñaloza salazar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Reflejos.

Claudia se sentía cada vez más atrapada en la mansión, no solo por las paredes que parecían cerrarse, sino por la creciente tensión entre ella y Gabriel. La sensación de que algo oscuro estaba latiendo en el corazón de la casa era constante. A medida que investigaba más sobre los antiguos rituales que se practicaban en la mansión, descubrió algo que la inquietó profundamente: un diario, viejo y desgastado, que pertenecía al padre de Gabriel.

En sus páginas, el hombre describía una obsesión con el control mental, con el miedo como fuente de poder. Los rituales, según el diario, no solo eran para controlar los demonios internos, sino para invocarlos, para usarlos como armas. Cada página goteaba con palabras llenas de locura, como si el padre de Gabriel hubiera estado al borde de perderse a sí mismo.

Claudia sintió una presión en el pecho mientras leía. Las palabras del diario parecían un eco de lo que Gabriel estaba viviendo ahora. Cerró el diario con un temblor en las manos, preguntándose hasta qué punto el pasado de Gabriel estaba influido por esta oscuridad.

Mientras tanto, Gabriel estaba en el sótano de la mansión, el lugar donde su padre lo había sometido a los rituales. Las paredes estaban cubiertas de símbolos extraños, como cicatrices en la piedra. Cada vez que pasaba por allí, sentía que algo antiguo y malicioso lo observaba. Las voces en su cabeza eran más fuertes, burlándose de él, empujándolo hacia el borde.

—Nunca escaparás de esto, Gabriel —la voz era más insistente que nunca—. Eres como tu padre.

Gabriel apretó los puños, tratando de ignorarlas, pero ya no podía distinguir entre lo que era real y lo que era parte de su mente fragmentada. Las sombras a su alrededor se movían, como si algo estuviera esperando, acechando, dispuesto a devorar su voluntad.

Esa noche, Gabriel no regresó a la habitación que compartía con Claudia. Vagó por la mansión, enfrentándose a recuerdos de su infancia que lo atrapaban como una red. Cada rincón oscuro parecía mostrarle imágenes distorsionadas de su padre, de los rituales y de la sangre que había sido derramada en nombre del poder.

En algún momento, se encontró en la sala principal, frente a un gran espejo antiguo que colgaba de la pared. El reflejo que vio no era suyo. La figura en el espejo era su padre, de pie, con los ojos vacíos y una sonrisa cruel.

—Sabía que volverías, hijo —dijo la figura, aunque los labios no se movieron—. No puedes escapar de lo que eres.

Gabriel sintió un terror primario, como si estuviera reviviendo cada trauma que había enterrado. Quiso romper el espejo, pero algo lo detuvo. Una parte de él sabía que, de hacerlo, se perdería para siempre.

Claudia, preocupada por la ausencia de Gabriel, lo buscó por toda la mansión. Cuando lo encontró frente al espejo, su rostro estaba pálido y sus ojos vidriosos. El Gabriel que conocía estaba ausente, atrapado en algún lugar profundo de su mente.

—Gabriel, mírame —dijo ella con voz firme, pero él no reaccionó.

Se acercó a él, y al hacerlo, también vio el reflejo en el espejo. Por un segundo, le pareció ver la figura del padre de Gabriel, pero se desvaneció tan rápido que no pudo estar segura de si era real o un truco de la mente. Aun así, la sensación de ser observada desde el otro lado del espejo no desaparecía.

—No estás solo en esto —susurró Claudia, agarrando su brazo—. Tienes que volver conmigo.

Gabriel parpadeó, y sus ojos se enfocaron lentamente en ella. Parecía que, por un momento, había logrado liberarse de la oscuridad que lo envolvía. Sin embargo, algo en su expresión le dijo a Claudia que el Gabriel que había conocido estaba luchando por mantenerse a flote.

Flashback de Gabriel:

Gabriel se dejó caer en el suelo, agotado mentalmente. Mientras lo hacía, imágenes comenzaron a inundar su mente, recuerdos que había bloqueado durante años. Vio a su padre, con la mirada dura, obligándolo a participar en el ritual cuando apenas tenía nueve años. Las luces de las velas proyectaban sombras extrañas en las paredes, y el aire era denso con el olor a incienso.

—Debes enfrentarlo —había dicho su padre—. No hay otra manera de ser fuerte.

El niño Gabriel, asustado y confundido, miró a su alrededor, sintiendo que algo lo observaba desde las sombras. Pero lo que más lo aterraba no era lo que estaba fuera de él, sino lo que comenzaba a despertar en su interior: un sentimiento oscuro y hambriento, algo que su padre había implantado dentro de él. Desde aquel momento, las voces habían comenzado.

Claudia lo sostuvo mientras él temblaba, luchando contra esos recuerdos. No sabía cómo ayudarlo, pero lo que sí sabía era que Gabriel no podría salir de ese abismo sin su ayuda. Recordó sus propias luchas, su propia batalla contra el miedo y la depresión, y cómo había llegado al punto de sentirse atrapada en su mente, sin salida.

—Tienes que hablar con alguien —le dijo suavemente—. No puedes enfrentar esto solo.

Gabriel, aún con el rostro pálido, la miró. El dolor en sus ojos era tan profundo que Claudia sintió un nudo en el estómago. Sabía que él estaba tratando de ser fuerte por ella, pero también sabía que había límites para lo que una persona podía soportar sola.

—No quiero arrastrarte conmigo —dijo él finalmente—. No quiero que veas lo que hay en mi cabeza.

Claudia lo miró con firmeza, su voz suave pero decidida.

—No tienes que hacerlo solo. Nadie puede hacerlo solo. Está bien pedir ayuda.

Gabriel cerró los ojos, dejando escapar un suspiro tembloroso. Por primera vez en mucho tiempo, consideró la posibilidad de permitir que alguien entrara en su caos, en su oscuridad.

Mientras ambos permanecían en la sala, el aire comenzó a enfriarse, y las sombras parecieron cobrar vida. Las paredes de la mansión, que hasta ese momento solo habían sido testigos silenciosos, comenzaron a emitir ruidos sordos, como si algo intentara romper su encierro. La mansión, como un ser consciente, parecía responder al debilitamiento de Gabriel, alimentándose de su fragilidad.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Claudia, sintiendo que algo maligno se acercaba.

Pero Gabriel no se movió. Estaba mirando el espejo nuevamente, y esta vez, la figura de su padre lo miraba directamente a los ojos.

—Vas a tener que enfrentarlo —le susurró la figura—, o te destruirá.

Las palabras resonaron en la mente de Gabriel mientras se levantaba lentamente. Sabía que el enfrentamiento con su pasado no solo implicaba enfrentar a su padre, sino también a la mansión misma, que parecía ser el catalizador de todos sus miedos. Pero ahora, con Claudia a su lado, la posibilidad de encontrar una salida, de sanar verdaderamente, se sentía más real que nunca.

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Brayan José Peñaloza salazar
entretenido.
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