El Rostro De La Venganza

Sebastián

Anastasia Mars es una mujer misteriosa y muy hermosa, me tiene intrigado su manera de ser, tan déspota, tan cruel, tan directa, cada día me gusta más, estoy leyendo la información que me trajo el investigador, donde dice que se casó con el imbécil de su esposo hace aproximadamente ocho años, él es de origen español y ella americana que sorpresa, según se conocieron aquí en el país, mantuvieron un noviazgo de dos años en los cuales nunca se les vio juntos, ya que él estaba perfeccionando su carrera, se casaron y se establecieron en España donde la princesa de hielo, nombre dado por mí obviamente empezó a estudiar derecho, en poco tiempo logro ser una de las mejores abogadas de España, muchos la catalogan como una bruja cruel y despiadada, mientras otros la llaman la víbora, ha ganado todos los casos en los que ha trabajado, hace poco ganó un caso muy importante donde consiguió una gran fortuna, también habla de un incidente en un restaurante donde enfrentó un hombre armado que fue a matarla, según testigos esa mujer es el mismísimo demonio, en este informe que me entrego el detective habla detalladamente de su vida desde hace diez años para acá, pero no dice nada de su vida pasada, al parecer salió de la nada, está mujer me tiene fascinado y se me ha ocurrido algo para poder acercarme a ella, y es que está claro necesito poder manejar la fortuna Soler y quien mejor que ella para ayudarme a que ese poder se haga legal, hoy mismo iré a verla, así aprovecho y me maravillo de su belleza.

Llegue muy temprano a su oficina, pero Ana no había llegado, su asistente me pidió esperar en la otra sala, pues no era seguro que la abogada me atendiera sin previa cita, decidí esperar, y una hora después me invitaron a pasar a la oficina de Ana.

— Buenos días, abogada Anastasia Mars. — Dije sonriendo.

— Buenos días, señor Ferrer, dígame a qué vino, no tengo tiempo que perder. — Dijo Anastasia muy seria.

— Directo al grano, así me gusta. — Dije en tono de picardía.

Ella siempre estuvo sería mi siquiera una mueca se reflejó en su rostro, podría sentir su gran molestia por mi presencia, no entiendo por qué es así conmigo, yo ni la conozco.

— Bien abogada tengo un problemita desde hace unos diez años. — Hice una pausa. — Bien hace diez años me casé y mi esposa a los tres meses desapareció sin dejar rastro, pero antes de irse dejo un poder firmado por ella donde me dejaba a mí como albacea de su fortuna, y al momento de irse firmó un documento del cual yo no sabía nada donde solicitaba el divorcio, en vista a que el divorcio salió antes de que el poder se hiciera legal, el juez congelo el caso hasta que ella apareciera, lo único que hasta el día de hoy ella no ha aparecido y es lo que me trae a usted, necesito hacer válido ese poder y sé que usted es la única que puede lograrlo, sé que usted puede encontrar a Lucero Soler. — Expliqué todo el caso, obviamente omitiendo algunos hechos, ella no tenía por qué saber toda la verdad, pensé.

Al terminar mi relato, se reflejó en ella una sonrisa, bastante extraña, más que una sonrisa parecía una mueca, nunca antes había visto a una mujer tan fría y calculadora, estoy seguro de que estaba pensando en algo malo, sentí su vibra y no era nada buena.

— Qué le hace pensar que lo ayudaría en eso? — Pregunto ella con su mirada oscura y sin sentimientos.

— Usted es la mejor en estos casos difíciles. — Respondí muy seguro.

— No hace mucho le quité una fuerte fortuna a su familia, que le hace querer confiar en mí.

— Son quitarle la mirada de sus ojos, le respondí muy sinceramente. — Usted es justa y correcta sé que no me haría una mala jugada.

— ja, ja, ja señor Ferrer como le dije no hace mucho a un reportero, no se confíe de mi apariencia, no soy todo lo que reflejo.

Estaba por contestarle cuando la puerta se abrió y vi entrar al tal Miguel, venía con una cara sombría y sin expresión alguna, ya veo el porqué estos dos llevan tanto tiempo juntos, son iguales de frío, tendré que enseñarle a esta mujer lo que es fuego de verdad, porque este se ve que no es bueno en la cama.

— Perdón amor no sabía que estabas ocupada. — Le dijo sin siquiera mirarme.

— No te preocupes cariño, el señor ya se va, hágame llegar los documentos que necesito para revisar su caso y le daré respuesta lo antes posible, mi asistente le dará mi correo electrónico, ahora sí me disculpa tengo algo importante que atender. — Dijo fría y distante.

Salí de aquella oficina muy molesto, ya estaba avanzando con ella y el inoportuno del esposo tuvo que aparecer, pero al menos revisara mi caso.

Miguel

Cuando Ana me dijo que ese hombre estaba en su oficina me llene de pánico, tenía que llegar a ella lo más pronto posible, salí del hospital sin mirar a nadie, mi único propósito era llegar a Ana, subí a mi auto y maneje como un loco, al llegar pase directo a la oficina imaginando cualquier escenario, pero para mi sorpresa estaban conversando sin problema alguno, al verla bien me tranquilice, fui hasta ella sin mirar al patán de Sebastián, la abrace y le di un beso en la boca, ella despidió de manera fría al tipejo ese y se enfocó solo en mí, una vez estuvimos solos, me besó profundamente.

— Sabes que me excita cuando llegas como mi salvador. — Dijo ella con la respiración entre cortada.

— Lo sé amor, pero aquí no podemos hacer nada, en este lugar no hay privacidad. — Le dije tratando de tranquilizarme.

— Ella se relajo un poco y soltó su agarre de mi cuello, despues se sentó en su silla y volvió a ser la misma de siempre, sus cambios de humor eran tan adorables, de verdad está mujer me tiene loco.