Ella es acusa injustamente por un delito que no cometió y al darse cuenta que el ser que aseguraron que ella asesino esta vivo, hará lo que sea para vengarse y hacerlo pagar por todo lo que ella tuvo que vivir.
Y en el camino hacia su objetivo encontrará a un fuerte aliado que sin darse cuenta los dos caerán rendidos ante las garras del amor.
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Emboscada.
Zazil
Nos sentamos y todo lo que duró la reunión esos hombres no se separaron de mí, y después de horas ya estábamos de regreso, mi vista todo el tiempo la mantuve en el paisaje desolado del camino, mientras Ciro no para de acariciar mi pierna.
Al llegar, baje del auto para entrar a la casa, y al subir por las escaleras escuché la voz de él — estaré fuera por una semana, pero al regresar hablaremos tu y yo, preciosa.
Giré a verlo y solo asentí, retomé mi postura para continuar mi camino, al entrar a la habitación me aseguré en cerrar la puerta, aunque eso no era garantía, pero me daba aun así un poco de seguridad.
Me quité la ropa y solo me di un baño con agua tibia, tenía que pensar todo lo que a pasado en este día, al salir me puse una pijama, seque mi cabello y me dispuse a dormir.
Pero fue en vano, ya que no pude dormir bien por estar al pendiente de cada ruido que escuchaba fuera de la habitación.
Y tal cual como había dicho Ciro, el se había ido muy temprano, baje con toda seguridad al saber que no estará por algunos días, ya que sus cumplidos eran muy incómodos y su manera de ser posesivo conmigo, no me daba buena espina…
Iba en busca del comedor para desayunar, pero unas voces conocidas me guiaron y al llegar estaba Lula y Daina sentadas, cuando me vieron se levantaron hasta abrazarme.
— hola, ¿cómo te ha tratado el patrón?— me pregunto Lula y lo único que salió de mi boca fue un gran y profundo suspiro— ¿te ha pedido?.
— no, pero presiento que pronto lo hará— solo sonrieron las dos, cuando nos sirvieron el desayuno la voz de Daina se escuchó.
— pues el patrón está de muy buen ver, si a mí me lo pidiera créeme que no sería ningún sacrificio, sino placentero estar entre sus brazos— solo la observé y comencé a comer y de reojo vi a Lula darle un golpe a Daina— lo siento, pero ese es mi pensar.
— Daina, a nadie le importa tus pensamientos pervertidos— le dijo Lula ante su respuesta.
El silencio invadió el lugar, donde solo se escuchaban los cubiertos golpear en los platos, al terminar me levante y estaba decidida a regresar a la habitación, pero Daina se interpuso en mi camino.
— perdón por mi comentario Zazil— negué y solo palmeé su hombro.
— no te preocupes, y es como dijiste, es tu pensar no el mío, permiso— y antes de que volvieran a hablar, solo subí aprisa las escaleras hasta encerrarme.
Los días avanzaban y donde ya no las volví a ver, mi rutina diaria solo era salir a comer y encerrarme en esa habitación, pidiendo al cielo que mi vida cambie y que ponga en mi camino las herramientas para mi propósito.
La semana había pasado, estaba por terminar la cena cuando se escuchó la puerta principal y por su ronca voz sabia que Ciro ya había llegado.
Comenzó a llamarme, pero solo lo ignore y prácticamente deje de respirar para que no me encontrara, escuché pasos acercarse y lo vi entrar con una gran sonrisa.
— hola preciosa, ¿me extrañaste?— solo lo observé sin emitir palabra o sonido— necesito que termines, estaré en el despacho, recuerda que tenemos una charla pendiente.
— claro, en cinco minutos voy— asintió y se fue.
La escasa cena que quedaba en mi plato la hice rendir el doble, pero al terminar y sin poderlo evitar, una sirvienta vino por mí para llevarme al despacho.
Al estar frente a la puerta toque dos veces y se escuchó decir pase, abrí la puerta y entré, me señaló el sillón frente a su escritorio.
— sabía que me evitarías, es por eso que mandé a la sirvienta— me senté y mi nerviosismo crecía conforme el silencio y la tensión se hacían más tangibles.
— ¿qué necesitas Ciro?— sonrió al cuestionar.
— pensé que tendría que tomar la iniciativa, pero ya que preguntas preciosa, te seré muy directo, mis favores tienen un costo.
— yo no tengo dinero, pero aun así dígame cuanto y trabajaré duro para pagarle— negó con media sonrisa en sus labios.
Se levantó camino hasta acercarse a mi— lo que quiero de ti, es mucho más valioso que el dinero, mi bella Zazil y si aceptas, créeme que tu hijo estará contigo ese mismo día.
Abrí mis ojos en total sorpresa, pero sabía bastante bien a que se refería con eso tan valioso— ¿dígame?.
Al decir eso, volvió a sonreír, me tomó de los hombros hasta levantarme, beso mi hombro y recorrió mi piel llegando a mi cuello y junto a mi oreja solo susurro.
— pasa una noche conmigo, para demostrarte lo que un verdadero hombre sabe hacer, sabes que si aceptas, toma mucho en cuenta, que tu hijo estará contigo; es como dicen favor con favor, ¿qué dices preciosa?.
Lo vi por algunos segundos mientras mi mente trabaja a marchas forzadas en tratar de analizar la propuesta de Ciro; si no aceptaba mi hijo no lo volvería a ver y si le digo que sí, tiene que cumplir su palabra, ¿no?.
Hoy más que nunca estoy contra la pared y mi objetivo principal se me está escapando entre mis manos, suspire con pesar y después de unos largos minutos solo asentí.
— necesito que me lo digas con palabras preciosa, me encanta escucharte— trague saliva al tenerlo más cerca.
— acepto tu propuesta, pero júrame que cumplirás tu parte— asintió sonriente, me tomó por la nuca con fuerza y me beso ferozmente.
Y antes de poder separarme de él, me cargo para sentarme en el escritorio, subió mi vestido y antes de prepararme psicológicamente a lo que había aceptado hacer, en ese mismo momento me tomó en ese lugar.
No conforme con ello, me llevo a su habitación y donde nuevamente lo hizo, no fue una sola noche sino varias donde ya había perdido la orientación del día que íbamos.
Y hasta que sacio sus ganas de poseer mi cuerpo, se levantó con una inmensa sonrisa— alístate preciosa, hoy iremos por tu hijo.
Y no necesito decirme más, porque me levante con rapidez olvidándome de cualquier dolor causado por su rudeza, y me fui a mi habitación envuelta en sabanas.
Me di un baño y al cambiarme por accidente vi mi reflejo en el espejo y tenía marcas en mi cuerpo, una lágrima salió al darme cuenta de que había caído tan bajo, pero todo esto lo haría las veces necesarias para tener a mi lado a Ramsés.
Me cambié y al salir ya estaba esperándome, tomo mi mano, bajamos las escaleras hasta salir de la casa, subimos a las camionetas y fuimos en caravana, los minutos avanzaban, pero el camino cada vez se hacía más eterno.
Al tomar una desviación, una detonación se escuchó cimbrando las ventanillas, Ciro me vio por unos segundos y de abajo del asiento saco un arma y me la dio.
— ten, con esto te protegerás, ya no tiene el seguro— abrí mis ojos de sorpresa, porque era la primera vez que mis manos tocaban un arma.
Y antes de que pudiera decirle que no sabía usarla, solo salió de la camioneta, los disparos se escuchaban hasta ensordecerte, agarre como pude el arma y con mis manos temblorosas la sostuve, ya que estaba sola en la camioneta.
Mientras lo que veía por las ventanillas me impactaba y hacía ponerme en shock por el miedo, hasta que de golpe se abrió la puerta de mi lado y del cabello me jalaron hasta caer al suelo.
Mi respiración era agitada por el momento de terror, mientras mis manos temblaban y seguían sosteniendo el arma, ese hombre me vio, tocó mis manos hasta quitarme el arma.
— ¡patrón!, tenemos a una— grito el hombre, mientras me tenía aún contra el suelo.
Hasta que escuché una voz gruesa, vibrante y muy autoritaria— ella nos dirá donde está mi maldito dinero, ¡llévensela!.
Y antes de poder ver a ese hombre, pusieron una capucha en mi cabeza, sentí un ajustado amarre en mis muñecas hasta que me cargaron, solo sentía el meneo de la caminata hasta que me aventaron al interior de un vehículo donde en segundos sentí el brusco movimiento.
El terror se apoderaba más de mí, cada que avanzaba el vehículo, no se a donde me llevaran y tampoco sé si saldré bien librada de esto, mi mente estaba en blanco hasta que un recuerdo vago de mi abuela llegó a mi mente.
Recordando que ella siempre me decía, que el mejor aliado para el temor era rezar y así lo hice, no sentía paz, pero mínimo aminoraba esta tensión que sentía correr por mi cuerpo.