Esto más que ser una simple novela es una historia real, que nos enseña un poco de hasta dónde podemos llegar basándonos en las heridas de nuestro pasado y en tomar malas decisiones que no solo nos afectan a nosotros si no también a nuestra descendencia.
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Perla
Ana estaba sumergida en sus pensamientos cuando repentinamente escucho un ruido estruendoso, y de una de las habitaciones salió una mujer de unos veintiocho a treinta años, rubia, muy alta, que venía desnuda gritando detrás de un hombre mucho más bajo que ella, Ana no daba crédito a lo que sus ojos veian, el hombre apenas logró dar algunos pasos y se desplomó con las manos en su cuello dónde tenía clavadas unas tijeras, la mujer al ver que éste cayó le pedía desesperada que se colocara de pie al hombre que yacía sin vida, en pocos minutos el patio estaba lleno de las personas que allí vivían, y uno que otro cliente que se habia quedado a pasar la noche, poco después entró Dorothy quién había sido avisada de lo sucedido, ella venía acompañada de tres hombres, ella sin darle mucha atención al cadáver se dirigió directamente a la rubia quién a duras penas podía sostener el cigarro con sus temblorosas manos haciendo el fallido intento de fumar.
Dorothy: Dime Sol, (nombre usado por la rubia) ¿Que sucedió?
Sol: Quería obligarme a un servicio extra, y yo no estaba dispuesta.
¡Plas! Sonó una bofetada que retumbó en todo el lugar.
Dorothy: ¿Acaso has olvidado que tú función y la de todas aquí es complacer a los clientes sin chistar?¡pagarás por eso!
Dorothy le dió orden a dos de los hombres para que sacaran el cuerpo a la calle para que el lugar no se viera involucrado en problemas legales, mientras que al tercero le ordenó que entrara con la rubia al cuarto, ordenó a todas las mujeres que volvieran a sus labores, y les ofreció servicios y bebidas grátis a los demás clientes que ahí se encontraban, mientras que la señora que supervisaba a las mujeres se encargaba de limpiar la sangre. Todas volvieron a sus labores, Ana rápidamente se dirigió a los baños aunque apenas con fuerzas para caminar ya que los nervios no le permitan coordinar su mente con su cuerpo, todas hacian sus labores mientras oían los adoloridos gritos de la rubia, quién era golpeada y viola** por aquel canalla sin corazón.
Un rato más tarde Ana volvió de los baños, y vaya cosa extraña, el lugar estaba como si nunca ocurrió nada, hasta le hizo pensar que aquella escena había sido producto de su imaginación, sacudió su cabeza y se disponía a colocar las cosas de la limpieza en su lugar cuándo una joven, castaña, de ojos marrones claros, pero con una notoria cicatriz en su mejilla le decía que pronto se acostumbraría a ese lugar, Ana con miedo de hablar demás sólo asintió, la jóven se presentó le dijo que su nombre original era Jazmín pero que allí debían llamarla Perla, Ana le dijo que su nombre era Elisa, en ese momento recordó que ese sería su nuevo nombre.
Perla: Lindo nombre, supongo que fue el que te dieron aquí ¿Estás aquí por qué quisiste, o también fuiste obligada?
Ana: ...
Perla: Bien, comprendo. Tengo casi un año aquí cualquier duda que tengas puedes venir a mi, debo advertirte que tengas cuidado de las demás mujeres, no debes confiar en nadie, si necesitas algo puedes dirigirte a la señora Lilian, ella es la encargada de nosotras, puedes confiar en ella aunque parezca ruda.
Ana: ¡Gracias!
Ana se dirigió a su cuarto se duchó ahí, ya que cada cuarto contaba con un pequeño baño que era exclusivamente para las mujeres, y se recostó a meditar en todo lo que le estaba pasando y en lo que la hizo llegar hasta ese punto.