Es la historia de Nico, el hijo de Anna y Enzo, aunque no es necesario leer la anterior para comprender esta.
Nicolas Parisi un CEO que no creía firmemente en el amor, concentrado en su trabajo, un día se fijó demás en su secretaria, una joven con una belleza inigualable que él empezó a desear.
Cada vez era más las veces que él se perdía en sus pensamientos al pensar en Helena, su secretaria, una chica con noble apariencia y que aparentaba inocencia, él empezó a sentirse más atraído por ella.
Helena empezó a invadir sus pensamientos con más persistencia, lo que hizo que el interés de él fuera aún mayor. ¿Podrá Nicolas conquistar a Helena?
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Trece
Hola- le dijo el con una sonrisa cuando la vio despertar- ¿Dormiste bien?- y pasó sus dedos delicadamente sobre los labios de ella.
- Perfectamente y tú. - contestó volviendo a cerrar los ojos al sentir el tacto de sus dedos.
- Yo, no sabría decirte- le dijo mientras cambiaba y comenzaba a pasar la mano por su pelo, ese con el que había soñado tantas noches- Dormir con la mujer que uno quiere a su lado, desnuda, después de hacerle el amor, puede resultar muy placentero, pero a la vez perturbador. Tuve que aguantarme mucho para que no despertaras conmigo dentro de ti, pero contigo ya he aprendido a aguantarme.
- Y ahora¿ Que te detiene?- él la miró con una media sonrisa.
- Señorita, usted me deja asombrado, no se porqué me parece que he despertado una fiera.- las manos de ella ya estaban acariciando su pecho y poco a poco lo fue abrazando con sus piernas.
- Mmmm, señor Parisi- dijo con una voz melosa y haciendo un círculo con su dedo sobre el pecho de el hombre- Usted cree- hizo una pausa- que podría acuñar algunos documentos, tendrá que mojar el sello varia veces y golpearlo fuerte contra los papeles.- y puso una sonrisa ladina mientras achicaba los ojos.
- Helena- le dijo y su voz había cambiado a una más ronca- no me provoques, puedo estar acuñando tu documento todo el día y golpearte en posiciones que ni te imaginas.- y se empujó fuerte dentro de ella.
- Cielos Nico- dijo ella al sentir su intromisión y cerró los ojos- quiero todo lo que me vayas a dar, y más.
- Como ordenes.- le dijo antes de atacar sus labios.
Sus cuerpos desnudos comenzaron a rozarse sin ningún pudor y él besaba todo lo que estuviera al alcance de su boca como si quisiera dejar la marca de sus besos por siempre en ella mientras la enloquecía por completo. Ella se aferraba al negro pelo de él mientras movía sus caderas al compás de los gemidos que salían de su boca.
- Oh Nico, te quiero- gritó ella en medio del éxtasis, cuando sus piernas, abiertas completamente, comenzaron a temblar y los espasmos invadían su cuerpo.
- Repítelo, repítelo - le ordenó el entre una fuerte estocada y otra y otra más, sintiendo que también la satisfacción invadía su cuerpo.
- Te quiero Nico- repitió ella con un tono más bajo, sintiendo que su cuerpo ya no le pertenencia y a cambio recibió un beso suave de él mientras acomodaba sus cuerpos que todavía no lograban contener las réplicas de los espasmos.
Estuvieron abrazados hasta que recuperaron algo la respiración, ella necesitaba estar protegida en su pecho y él no podía creer todavía lo que le había escuchado decir en medio de su orgasmo. Quería creer que en verdad ella lo quería y que aquello no era solo la locura del momento que estaban sintiendo. ¿ Sería posible que él también encontrara la persona de la que le habló Sergio, aquella que hacía que tu vida valiera la pena?
..............
Pasaron el fin de semana en la cama, él no podía contener las ganas de hacerla suya una y otra vez y cuando llegó la noche del domingo, no quería dejarla ir.
- Todavía no me convences sobre porqué no puedes quedarte esta noche y vamos juntos mañana a la empresa.
- Nico, aquí no tengo ropa¿ Quieres que vaya en ropa interior a trabajar?- él le puso mala cara- Ya veo que no- dijo y se sonrió- pues entonces tengo que ir a mi casa, y sobre lo de llegar juntos, ya hablamos de no decir nada de nosotros por ahora. Pareces un niño chico al que no le compran el juguete que quiere.
- No me gusta la palabra juguete cuando hablamos de nosotros.- siguió él con la conversación pero se notaba enfadado.
- Nico, no es eso lo que quise decir y lo sabes bien.
- Perdona, es que no quiero que te vayas, no quiero dormir solo. - la abrazó y se restregó contra ella.
- ¿ Y si me quedo será para dormir?- lo miró achicando los ojos.
- Helena, no juegues conmigo.
- Perdóname tú ahora, era una broma, lo siento pero no puedo quedarme- le acariciaba la mejilla tratando de convencerlo.
- Está bien, no me queda de otra que aceptar, vamos ya o voy a empezar a tratar de convencerte otra vez, además quiero mi dosis de besos en tu casa y no quiero dos o tres, quiero muchos.
La semana siguiente fue como la anterior, solo que los besos fueron acompañados de mucho sexo, trabajaban todo el día, en la noche Helena iba a clases y Nico la recogía para llegar a su departamento y hacerle el amor hasta la madrugada.
El miércoles él la esperaba afuera a que ella saliera de la universidad, mientras estaba allí su teléfono sonó, cuando vio el número supo que no eran buenas noticias y efectivamente, todo lo que escuchó fue para ponerlo de mal humor, y para completar vio venir a Helena a lo lejos, de pronto se detuvo y se giró a esperar a otro hombre que venía corriendo, estuvieron hablando y él parecía tener las manos de ella agarradas. Para cuando la chica llegó al auto él parecía que iba a explotar.
- Hola amor- ella le dijo subiendo, aunque le extrañó que él no se bajara a abrir su puerta, él no contestó, en cambio apretó sus manos en el volante hasta que los nudillos se pusieron blancos y arrancó el auto.
Fueron todo el camino en silencio, ella no entendía que le pasaba pero prefería no interrumpirlo mientras conducía, llegaron a la casa de ella y él no hizo ningún movimiento que indicara si iba a bajar o no.
- ¿ Puedo saber que te pasa Nico?- él volvió a apretar el volante.
- ¿ Y yo puedo saber porqué demonios otro hombre tiene que tocarte?- le dijo con la vista al frente, sin mirarla.
- ¿ Tocarme, de qué estás hablando?
- Del tipo que vino corriendo detrás de ti y te tocaba las manos delante de todo el mundo- ella lo miró extrañada- Y te voy a advertir Helena, no te vas a reír de mí, a mí no me verás la cara de idiota.
Ella lo miró y suspiró.
- Creo que mejor no subas hoy, no tengo necesidad de seguir escuchando tus sandeces. - se giró y tomó la manilla de la puerta del coche.
- No te atrevas a salir Helena, estoy hablando contigo, si sales atente a las consecuencias.- ella hizo como si no lo hubiera escuchado y cuando estuvo fuera del auto se agachó para verle la cara.
- El tipo que me tocaba, es mi compañero de clases, y no me tocaba, estaba devolviéndome el boli que me lo había dejado¿ Ves? Todavía lo tengo en la mano. Hasta mañana señor Parisi, que duerma bien. - él miró el objeto que ella le mostraba y sintió el ruido de la puerta al cerrarse y la vio entrar a su edificio mientras él golpeaba el volante del auto una y otra vez dándose cuenta del error que había cometido.
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