Me casé a la fuerza y al mismo tiempo enamorada. Hasta el día de hoy lo amó, pero mi matrimonio es un fracasó. Y no sé si es mi culpa o es de ambos.
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No quiero nada de ti.
...Tyler....
Me avisaron que Zuri había ido a otro hospital. Averigüe y no me gustó nada a lo que se dedicaban ahí.
Fui personalmente y una doctora dijo que Zuri había abortado.
Un rato después le estaba gritando en la cara a ella.
— ¡Está bien si me odias. Pero no tenías derecho a quitarle la vida a mi hijo.!
— Estaba dentro de mi. Yo tenía todo el derecho de hacer lo que me viniera en gana..
— Pero era mío..
— Da igual. El bebé ya no está. Déjame en paz. Vete con alguna mujer de buen cuerpo y hazle un hijo a ella.
— ¿Y que tal si te hago un hijo a tí.? — La tomé de la cintura y la pegué a mi.
— Suéltame.
— ¿No quieres que te haga un bebé.? Piénsalo bien. Tendrías mi apellido y comodidades por el resto de tu vida.
— Yo no quiero tú apellido. No quiero nada de ti. Suéltame.
— ¿El apellido de Andrew te gusta más.?
— Si. Ese me gusta. El tuyo no. — Me enojé y la tiré en el sillón. — Tampoco quiero un hijo con una basura cómo tú.
...Zuri....
¿Basura.? Al menos ahora me decía en mi cara lo que realmente pensaba de mi. Ya no había vuelta a tras. Ahora sólo seríamos el bebé y yo.
Unos meses después terminé el año. Mi pancita ya se estaba notando. Tenía que buscar trabajo para poder con todos los gastos.
Para mí desgracia en ninguna escuela quisieron darmelo. Seguro Tyler estaba detrás de ésto.
Ya tenía tres meses se embarazo y sin trabajo sería difícil mantener a mi hijo. Decidí irme de la ciudad. Viviría en un lugar más tranquilo.
Compré un boleto de avión y justo antes de abordar Tyler me detuvo. Me pregunté si venía reclamarme. O hacer un escándalo. Sorprendente sólo quería hablar.
— Mi avión está a punto de salir.
— Sólo es un minuto.
— Bien. — Me llevó al estacionamiento.— ¿De qué quieres hablar.?
— Tengo algo tuyo en el auto.
— Si me lo diste tú no lo quiero.
— Sólo debes verlo. Después podrás irte.
Tomé la bolsa que estaba y la abrí. Era un ultrasonido que me había hecho hacía dos días. Perdí el color del rostro y tragué saliva. Nunca imaginé que siguiera vigilandome. Ya habían pasado dos meses.
— No abortaste. — Su afirmación me dejó helada. ¿Cómo se había enterado.? ¿Qué pretendía.?
— Mi avión casi sale. — Intenté irme sin lograr nada. El me tomó del brazo y me metió al auto. Luego cerró con seguro. — ¿Qué estás haciendo.? ¿A dónde me llevas.?
— Tienes algo que es mío.
— El bebé no es tuyo.
— Ya habías admitido que lo era.
— Mentí.
— Ahora mientes.
Una hora después estábamos en una mansión a la cuál nunca me había llevado.. El me llevó hasta una habitación y me dejó suavemente sobre la cama.
— Te quedarás aquí hasta que el bebé nazca.
— Ésto se llama secuestro.
— No. Se llama cuidar lo que es tuyo.
— ¡El bebé no es tuyo.!
— Si lo es. Al igual que tú.
— Yo no soy de nadie. Quiero que me dejes ir
— No será posible.
— ¡Tyler.!
— Tengo que asegurarme de que no trates de abortarlo.
— Tengo tres meses. Ya no puedo hacerlo.
— Nunca tuviste la intención de hacerlo. Aún así te quedarás aquí. Tengo que vigilar tu embarazo.
— No necesito que lo hagas.
— Pero yo necesito hacerlo.
El salió de la habitación.
Si pude analizar que perjuicio es cuando no se aclaran las cosas.SE TORNAN TURBIAS.