ELUCIBETH, NO NACE MUDA TODO ES PRODUCTO DEL ACCIONAR INHUMANO DE SU MADRASTRA.
LA VENDE COMO YEGUA DE CRÍA A UNA FAMILIA PODEROSA.
ELUCIBETH TIEMBLA DE MIEDO, EL HOMBRE DESTINADO ES UN HOMBRE CRUEL Y SIN CORAZÓN.
JAMÁS IMAGINÓ QUE EL MISMO HOMBRE LA HARÍA SENTIRSE VALIOSA Y AMADA
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Capitulo 13. El despertar
Elucibeth abandonó el lugar con la frente en alta.
Pensó que era mucho mejor compartir un banquete con los cerdos que comer junto a los escorpiones.
Antes de perderse en el umbral de la cocina, volvió la mirada, para buscar el rostro bien maquillado de Madame Diana. En cuanto sus miradas hicieron contacto, Elucibeth esbozó una amplia sonrisa.
¿La chiquilla se está burlando? Pensó Madame Diana.
Al ver que la chiquilla no dejaba de sonreir, Madame salió de su órbita y su rostro se arrugó al instante. Cuando Elucibeth vió las fracciones amargas de su madrastra sintió satisfacción.
Manteniendo su sonrisa llegó hasta la cocina. Ni bien puso un pie adentro, una ola de risas burlonas y murmullos la recibieron. "Pobechita la mudita, la votaron como a un perrito sarnoso".
Elucibeth resopló enojada, cansada de sus burlas constantes y presa de la rabia, alzó la mano mostrando una seña obscena. Ajustando la mandíbula, se paseó erguida frente a las narices de las indignadas mujeres con el dedo medio hacia arriba . El manojo de ajenjo abrió los ojos con sorpresa, la actitud tan inesperada de Elucibeth los descolocó a todas.
Jamás imaginaron que la miedosa corderita tuviera tal reacción.
"Es tan vulgar" Dijeron, pero la muchacha pasó de largo haciendo oídos sordos. Cogió un plato de losa y se sirvió el mejor pedazo de filete. Luego se sentó cerca a la puerta.
"Tu hija comentó que mi muchacha trabajaba para ti ¿Es eso es cierto Madame?".Preguntó Estela con curiosidad.
"Si Querida" Rodó los ojos "Y no sabes, lloraba por todo y era extrañamente rara, creo que tenía transtorno de personalidad. Pero yo, como la buena Samaritana que soy, soporté cada una de sus torpezas de la mejor manera. Hasta que decidió marchase por su cuenta".
"¿Y cómo fue que te animaste a venderme a la chiquita como sierva?"
Estela no era de indagar las cosa, pero ahora que tenía a la mujer justo en frente suyo tenía mucha curiosidad.
Madame Diana esbozó una gran sonrisa y se secó las comisuras de los labios con elegancia. " Querida, veo que me malinterpretaste. La chiquita fue quién se ofreció a vender su cuerpo por voluntad propia. Que no te engañe, esa niña es una joyita. Yo solo le presté una de mis cuentas bancarias para que reciba su dinero ya que carece de uno ¿Puedes creerlo?. Seguro pensó que de esa forma tendría riqueza eterna e incursionaría en la alta si sociedad "
Negó con la cabeza y soltó un suspiro: "Hay, es tan triste lo que puede llegar a hacer un pobre diablo por dinero".
Elucibeth ajustó la mandíbula con fuerza y sintió náuseas al escuchar la absurda acusación de su madrastra.
'Juro que algún día me las vas a pagar y con creces. Asi sea en la otra vida, no tendré misericordia'. Pensó la joven, con los ojos encendidos en enojo.
"Esto si que es una sorpresa" Dijo Estela. "Cualquiera que la viera pensaría que ni siquiera es capáz de matar una mosca. Espero que mi pequeño nieto no herede sus malas mañas".
"Eso espero querida. Su mejor habilidad es provocar lástima. Ojo con eso".
"Mejor hablemos de otras cosas abuela" Sugirió Jhonny sintiéndose incómodo.
"Mi yerno tiene razón" Sonrió Madame, se sentía muy orgullosa de su yerno. Ya imaginaba una vida millonaria gracias al dinero que éste iba a heredar. "¿Y cuando piensan casarse?." Preguntó emocionada.
"Muy pronto madre" Contestó Thiara esbozando una gran sonrisa. "Mi amor, apresúrate en darme el anillo" Sugirió en una mueca coqueta.
"Mas adelante, aun somos muy jóvenes". Respondió inexpresivo y la sonrisa de Thiara se desvaneció. Ahora mas que nunca le urgía amarrar a Jhonny junto a su dinero.
Trató de sonreir y hablar de otros temas muy amenos. Pronto el comedor estuvo repleta de risotadas que llegaron con mas intensidad hasta la cocina. Cuando ya hubieron terminado todos se despidieron.
"¡Lucero!" Llamó Estela ni bien se vacío el lugar.
La joven voló y llegó en un segundo.
"¿Si señora?".
"¿Te fallan los oídos?. ¡Fui muy clara cuando ordené que llevaras la cena de la muchacha a su habitación! ¿Por qué se apareció en la mesa?".
"Se-señora quizás Elucibeth me entendió mal cuand..."
"¿Te estás justificando?"
"No, no señora".
"Que sea la última vez muchachita. Si vuelves a desobedecerme te me largas".
La anciana abandonó el lugar furiosa.
La sonrisa de Elucibeth se intensificó al ver el rostro ácido de la joven echa una estatua. Al fin tuvo su merecido. Lucero la fulminó con la mirada y empezó a mover sus largas piernas perdiéndose en la cocina. El tiro le salió por la culata, había previsto que Elucibeth seria regañada y no ella, pero se equivocó.
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Al llegar a la habitación, se aseó y se puso la pijama. Luego apagó la luz y encendió la lámpara como cada noche.
De un brinco se metió a la cama con una gran sonrisa en sus rosados labios, al recordar el rostro agrio de su madrastra y de la empleada no pudo evitar revolcarse bajo las sábanas. Se sentía de tan buen humor que incluso se recostó encima del cuerpo de Bryan y lo abrazó un largo rato mientras reposaba su rostro en el pecho desnudo del hombre. Necesitaba tanto un abrazo. La última vez que abrazó a alguien fue hace 5 años, antes de que Madame Diana la arrebatara de brazos de su querida Nancy.
Aspiró el aroma amaderado que emitía su cuerpo y sonrió. 'Huele tan bien'. Pronto sus ojos se hicieron pesados y se quedó profundamente dormida.
A media noche, algo extraño sucedió. En sus sueños sintió que alguien presionaba con mucha fuerza sus delgados brazos. Sintiéndose muy real, Elucibeth abrió los ojos.
Al levantar la cabeza se encontró con unos ojos verdes que eran capaz de absorber hasta el alma, éstos brillaban mucho a la luz de la lámpara, como dos mechas encendidas.
Elucibeth ahogó un grito y sintió que el oxígeno abandonaba su cuerpo.
"¿Quién eres?" Su voz ronca y profunda llenó la habitación y la presión de su agarre se intensificó.