Hana y JungSun se casaron para mantener la economía de las empresas familiares a flote.
Él la odia. Ella lo ama.
¿Qué pasará cuando después de dos años de matrimonio JungSun se de cuenta de lo que está perdiendo?
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Capítulo 13.
A partir de aquel día, JungSun comenzó a hacer todo lo posible por mejorar las cosas con Hana; entendió que se había pasado de la raya y que bien merecido se tenía aquel golpe, así que trató de seguir entablando conversaciones con ella como si nada hubiera pasado pero no lo estaba logrando del todo. Había comenzado con saludos de buenos días, despedida y buenas noches, después, habló con ella directamente pero no había servido de mucho, pasó al siguiente paso y y comenzó a alabarle su comida hasta el punto de pedirle almuerzo.
Hana ya no iba a las clases de cocina, por lo que tenía más tiempo libre para entretenerse en otras cosas y poder darle el almuerzo a JungSun.
Mientras todo eso sucedía, él había decidido ignorar a Hyun-woo en lo mayor posible ya que sabía que al verlo directamente o entablar una conversación banal con él, las cosas saldrían mal.
A pesar de los problemas que sucedían entre Hana y JungSun, él seguía creyendo que lo que le provocaba Hyun-woo no eran celos, el saber que él estaba cortejando a Hana le ponía de los nervios y más aún al ver cómo ella sonreía al mirar el teléfono. No sabía cómo quitarse esos sentimientos de encima, así como tampoco sabía cómo quitarse esos sentimientos inquietantes de querer pasar una noche con Hana sin el muro de almohadas.
Esa misma noche cuando llegó a casa, se dijo a si mismos que las cosas tenían que cambiar y que no podían seguir iguales. Pasó un tiempo de calidad con Minki y a la hora de dormir puso en marcha su plan, como la vez pasada.
Al entrar a su habitación vio la pijama de Hana doblada en su lado de la cama, la colocó en la mesa de noche y con los nervios a flor de piel se quitó el cinturón, las calcetas y la corbata para adentrarse en el baño, dónde su esposa se daba un baño.
El tan solo ver su silueta a través de los vidrios empañados de la regadera le excitó; él reconocía que se encontraba mal, que su manera de pensar no era correcta pero desde la primera vez en la que había estado con Hana no pudo evitar sentir la adicción. Terminó de quitarse toda su ropa mientras la dejaba regada por el suelo y ya parado en la puerta de la zona de la regadera, se decidió; la abrió sin ningún cuidado y se introdujo a la lluvia de agua caliente que comenzó a mojarlo mientras que Hana veía sorprendida la situación y cubría su cuerpo como podía y darle la espalda.
—¡JungSun! ¿Qué estás haciendo? Pudiste haber esperado a que fuera tu turno, no pienso moverme, sal tú.
—No quiero que te muevas —susurró cerca del oído de ella mientras pasaba sus brazos por el delgado cuerpo de ella.
—¿Podrías salirte? Por favor. —pidió con nerviosismo.
—Eres mi esposa, esto no debería de avergonzarte.
—Pues lo hace, sólo hemos estado juntos dos veces, la primera no la recuerdas y en la segunda solo me utilizaste; no quiero pasar por lo mismo, debes de tener muchas mujeres esperando por ti así que…
—Pero no quiero a otras mujeres —interrumpió, comenzó a dar pequeño besos en el hombro de Hana, sintiendo como ella temblaba por los escalofríos que me causaba.
—Hace unos días me dijiste ramera, y ahora quieres acostarte conmigo.
—Cometí un error Hana, estaba molesto, no quiero ser un cornudo.
—Tienes razón, a mi tampoco me gusta eso, sabes, ya me duele la cabeza de soportar los cuernos, hazte a un lado, no te vaya a sacar un ojo. —dijo con molestia.
—Solo déjate hacer, prometo que esto no es solo sexo y ya. Sólo quédate quieta y disfrútalo.
La mano de JungSun descendió por el vientre de Hana hasta llegar a su zona íntima, donde se abrió paso para comenzar a acariciar su sexo y sentir como su cuerpo temblaba por los pequeños espasmos. Sintió la cabeza de ella recostarse sobre su pecho y sus pequeños gemidos mientras comenzaba a abrir las piernas poco a poco. Fueron solo unos momentos, minutos; cuando Hana sintió la creciente erección de JungSun en su trasero y despertó de su niebla de placer. Se quiso separar pero lo único que consiguió fue que él la volteara para poder verla a los ojos y besó sus labios, pero este beso no se comparaba con los anteriores, no era brusco ni desesperado, era suave, lento y con un poco de lascivia pero para Hana era perfecto; se rindió ante ello y colocó sus manos detrás del cuello de él; JungSun la tomó de los muslos y en un instante con un solo impulso ella ya había abrazado el torso de su esposo con las piernas.
A ciegas cerró la llave del agua caliente y escurriendo agua, salieron de la ducha para ir a su cama. Los besos repartidos por todo el cuerpo y los gemidos de Hana hacían de la situación algo más íntimo que la vez anterior.
JungSun se tomó la dedicación de hacerle sentir bien a ella, llevándola a su primer orgasmo solo con sus dedos y al segundo con su boca.
Ya en un punto de dolor en su punzante miembro fue que apresuró las cosas, soltando gemido de satisfacción que cuando se encontraba dentro de Hana. De ahí, el tiempo pasó tan lento y ambos se dieron la posibilidad de disfrutar el uno del otro. El sonido de sus pieles chocar era tan morboso hasta para ellos mismos que solo aumento su libido, los gemidos, las maldiciones.
La humedad entre las piernas de ella solo daba indicio de lo mucho que había esperado eso y de lo mucho que lo estaba disfrutando.
Cuando hubo silencio en la habitación solo existían las respiraciones calmadas de ellos mientras permanecían abrazados el uno al otro.