Yeong, líder implacable de una peligrosa mafia en Corea del Sur, no cree en el amor y vive en un mundo donde los sentimientos se pagan con sangre. Tae-Joon, un brillante estudiante de derecho, cree en la justicia y sueña con cambiar el mundo.
Cuando el destino los cruza, secretos y lealtades serán puestos a prueba.
¿Puede el amor sobrevivir cuando se construye sobre un crimen?
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Capitulo XVIII (El reencuentro)
La sala del tribunal ya estaba vacía, El juicio había terminado.
Uno de los más grandes ha caído, y la prensa aún seguía afuera. Tae se quedó unos minutos más, en silencio, sólo.
No por trabajo. No por obligación.
Algo le pesaba en el pecho. Una presencia invisible...o tal vez no tanto.
Entonces lo sintió.
Pasos lentos, firmes, conocidos.
Se giró, y ahí estaba. Yeong
Vestía de negro como siempre, con un abrigo largo y la expresión imperturbable que lo había hecho temido por año. Pero sus ojos....
sus ojos no tenían odio. Tenían nostalgia, tristeza ... Amor.
Tae sintió un dolor en el pecho. El cuerpo le respondío antes que la mente. La garganta se le cerró.
No lo veía desde hacia tres años. Y aún así , todo volvió. El calor, las caricias, el dolor.
Y: Te ves diferente (con voz baja)
T: Y tú igual (con sonrisa irónica)
Hubo un silencio incómodo.
Y: Por lo que ví hoy, has cambiado, Tae
T: Soy abogado y fiscal ahora. Ya no soy ese niño ingenuo...que creía que podías protegerlo de todo. (Le dolió decirlo Pero era la verdad)
Yeong bajo la mirada destrozado. Dió un paso adelante, lento,como teniendo que Tae lo alejara.
Y:¿Viniste para atraparme?
Tae se tensó. No respondió al instante. Era la pregunta que temia...y que deseaba.
T:Mi objetivo principal es Salvatore (Frío)
Y:Entonces...¿Me odias?
Tae trago saliva. Su pulso se aceleró. Lo miro con rabia y con amor...Una mezcla cruel.
Lo miró a los ojos, y está vez no hubo temblor en su voz.
T: Soy abogado ahora. No sólo eso.
Soy el hombre qué llevo a uno de los mayores criminales de este país a cadena perpetua.
El amor y el odio son sentimientos qué no puedo permitirme
Las palabras cayeron como una sentencia entre los dos.
Frías, Reales, Irrefutables.
Yeong no se movió . No reaccionó. Solo observó.
Pero sus ojos...esos ojos que una vez solo miraban a Tae con deseo y cuidado. Ahora se nublaron de tristeza.
Y:¿ Y después vendrás por mi? (preguntó resignado)
Tae tragó saliva.Sus manos estaban heladas. Su corazón , hecho un nudo.
T: Si tengo que hacerlo... Lo haré
Es mi deber
Yeong cerró los ojos por un segundo. No dijo nada. Solo asintió.
Pero su rostro, esa máscara impenetrable de siempre, se quebró un instante. Y Tae lo vió.
Vió al hombre que amo. Al hombre que nunca aprendió a decir lo que sentía.
T: No te odio Yeong (apenas en un susurro). Pero ya no puedo amarte como antes.
Por qué tú eliges a ese mundo...y yo elegí pelear contra él.
Yeong dió un paso atrás. Y en esa distancia, parecía que lo perdía para siempre.
Y: Entonces...quizás no veremos del otro lado (murmuró)
T: Si (susurro)
Un último cruce de miradas.
Y cada uno dió media vuelta.
Uno hacia la oscuridad que lo formó.
Él otro, hacia la luz que lo alejó.
Pero en el fondo, ambos sabían que jamás dejarían de amarse. Ni podrían hacerse daño.