Soy "Jessica Sinclair" , ese es mi nombre a diferencia de lo que todos creen, no soy la hija mimada , ni la princesa de papá , es todo lo contrario, a pesar de ser la hija biológica parezco más la adoptada y en esta trama no sólo soy yo, también está él, Edward Jones y no menos importante ,Sara Sinclair _mi pequeña hermana adoptada.
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¿Me recuerdas?
Ethan miraba fijamente a Jessica. Percibió su fragilidad detrás de la coraza que había creado, para que está vez no la dañaran.
—Jess, sé que te sientes triste por el Abuelo, dijo a Ethan de repente. Saber que solo eres una herramienta para la codicia y ambición de los que considera familia debe ser duro, pero él es un hombre fuerte. No te preocupes por él.
Al oír aquello, Jessica miró a Ethan. "Una herramienta para la codicia y ambición". La frase se repitió unas cuantas veces en su cabeza, resonando con el dolor de su vida pasada y la actual.
Y entonces, sucedió. Ethan, sin darse cuenta había abierto una brecha con las mismas palabras que le dijo a ella en aquel momento para consolarla.
Derepente Jessica en su cabeza oyó algo más, algo que había olvidado
—... pero no te preocupes, yo te cuidaré, a ti y a ese pequeño niño que llevas en el vientre.
El aire se congeló.
Y la mención de un embarazo que ella, en su vida pasada, aún no había asimilado , fue demasiado.
Jessica miró fijamente a Ethan. El mundo giró.
Recuerdos o memorias que aún no estaban presentes empezaron a llegar como una avalancha. No eran imágenes de su vida actual, sino fragmentos de la niña que reía en el parque. El olor a hierba fresca, el brillo de un botón de oro, y la voz profunda de un niño: “Cuando crezcas, me casaré contigo, bonita”.
Se sujetó la cabeza, un grito silencioso atrapado en su garganta. El dolor era físico, la realidad de dos vidas colisionando sin previo aviso.
Cuando estaba a punto de perder la conciencia,
Ethan, con la velocidad de un lince, llegó a ella y la alcanzó antes de que tocara el suelo.
—¡JESSICA! —su voz, llena de pánico, fue lo último que escuchó.
Jessica cayó en un sueño profundo, una especie de trance autoinducido por el shock.
De repente, se encontró en un lugar que conocía íntimamente, pero que no había visitado desde la infancia: el viejo parque de juegos. En ese preciso momento una figura se acercó a ella.
Era el mismo joven que había visto en el mismo lugar durante esos último días.
Ethan, solo la había estado observando, pero ese día decidió dar un paso más.
—No me recuerdas —le dijo el hombre en sus sueños, una sombra del Ethan adulto, con una tristeza melancólica. —Mírame bien,"Pequeña flor" susurro.
Y aunque lo dijo en voz baja , ella lo oyó.
Esa frase le sacó una sonrisa a la deprimida Jessica. Su vida se desmoronaba con todo lo que se había enterado: su esposo no la amaba, y su hermana, la niña a la que había mimado y querido, era su amante. Todos lo sabían y se habían estado burlando de ella.
—¡Ethan, eres tú! —exclamó, la verdad liberándola de la carga de la soledad.
—Vaya, hasta que me recuerdas —decía el hombre con una sonrisa.
—Ven, ¿qué te parece si te invito un café? —preguntó Ethan, como si no hubieran pasado dos décadas y dos vidas.
Ella asintió, siguiéndolo. Aunque no había tenido comunicación con el hombre frente a ella, de pequeña fue su mejor amigo. Iba al parque a jugar con él y siempre que se despedía, la pequeña le regalaba una flor.
Ella revivió el recuerdo: “Cuando crezcas, me casaré contigo, bonita”, le dijo él con una sonrisa, sin imaginar que esa sería la última vez que la vería hasta ese día.
—Veo que te casaste, pero puedo preguntarte ¿por qué siento que no eres feliz? —preguntó Ethan en el sueño.
Al oír aquello, las lágrimas empezaron a salir como cascadas. Era la primera vez que se permitía llorar el dolor de la traición. Ethan, que se dio cuenta de que Jessica no se encontraba bien, la llevó a su departamento, olvidando el café.
—No es bueno que la gente te vea así. ¿Qué te parece si entramos donde vivo y me platicas? Parece que necesitas hablar con alguien. Te puedo ayudar —dijo, mirándola con una ternura que ahora la había puesto cautelosa.
—Yo lo siento. Pensarás que estoy loca. Ha pasado mucho tiempo, y no creo que mis problemas sean algo que quieras oír, dijo esto bastante apenada.
—Soy muy buen oidor. Así que, ¿qué dices? ¿Entramos?
Aunque Jessica había perdido la fe en las personas, esta persona en especial le recordó el momento más feliz de su vida. Asintió.
Una vez dentro, Jessica, poco a poco, le contó todo a Ethan: el abandono, la burla, la relación de Edward y Sarah. Necesitaba decirle a alguien todo el dolor que estaba sintiendo, sin imaginar el parentesco entre Edward y el hombre que la consolaba.
En el sueño, el Ethan del pasado la consolaba, le juraba que esta vez nada la dañaría, que el destino la había traído de vuelta y que él la había estado buscando durante mucho tiempo, no te permitas ser una herramienta para la codicia y ambición de los demás ,déjame ayudarte y sacarte de ese ambiente, yo cuidaré de ti y tu bebe, conmigo estarás segura.
De un momento a otro, Jessica abrió los ojos. Se encontró de vuelta en la realidad, y el rostro que la miraba con una ansiedad profunda era el mismo del hombre de sus sueños: Ethan Jones.
Él estaba a su lado, sosteniendo su mano.
—TÚ... —dijo, su voz ronca, pero llena de asombro.
Al ver la sorpresa en su rostro, Ethan sonrió, una sonrisa compleja de alivio y tristeza por la forma en que ella lo miraba, al parecer había recordado.
—¿Me recuerdas? —preguntó, con el corazón latiendo con fuerza, no estaba seguro, pero algo en su interior lo hizo sentir que así era.
Jessica lo miró a los ojos, los ojos que ahora entendía que eran los mismos del niño que le prometió amor en el parque. La niña interior que había dormido se había despertado.
—Sí —susurró—. Pero, ¿cómo...? ¿Y de dónde...?
Se detuvo. El dolor de cabeza había desaparecido, reemplazado por una lucidez aterradora. El fragmento de memoria regresó con la fuerza de un golpe:
Jessica se llevó instintivamente una mano a su abdomen. El shock de la reencarnación y la traición de Edward ahora se complicaban con la vida inocente que perdió.
Ethan se dio cuenta de su gesto. El pánico se reflejó en sus ojos. Él había revelado demasiado, sin tener la intención.
—Jessica, yo... no es el momento.
—¿Cómo lo sabes? — ¿Por qué esta vez si llegaste a la reunión?;exigió Jessica, su voz ahora era de acero, la dulzura de la memoria reemplazada por la furia de la traición—.
__No era tonta,las cosas habían cambiado demasiado, pero no se debía a que ella sola recordaba, el también, ¿porque no se lo dijo?.