La historia gira en torno a dos amigos-enemigos que por errores del pasado tuvieron un futuro casi desvanecido.
Advertencia, la novela contiene decripción explícita sexual.
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Capítulo 12: Olimpo.
Aidan y Sayer iban en la moto del pelinegro hacia un conocido bar. El lugar era tranquilo y se podía disfrutar de buena música. Lo habían escuchado de unas compañeras que lo habían visitado. Para los chicos era primera vez que bebían en el "Olimpo", como se llamaba el local, y estaban felices por ir a un lugar exclusivo a relajarse un momento.
Estacionaron la moto afuera y entraron.
—Busquemos una mesa— le dijo Sayer.
Subieron al segundo piso, el lugar estaba algo, lleno habían muchas mujeres y hombres divirtiéndose. Encontraron una mesa cerca de un ventanal, se sentaron.
—Iré por los tragos— le dijo Sayer levantándose del asiento.
Fue hacia la barra, Aidan se puso a mirar a su alrededor, muchas parejas y grupos de amigos que disfrutaban del lugar. Sólo bastaron unos minutos hasta que el pelirrojo apareció con una jarra de cerveza de miel y dos vasos. El chico lo ayudó a dejar las cosas sobre la mesa, Sayer se sentó y sirvió.
—Bien amigo, porque brindamos— le sonrió el pelirrojo.
—Brindemos por pasar el primer semestre, y ahora nos toca descansar— le dijo Aidan levantando su vaso.
Chocaron los cristales y bebieron. La música sonaba fuerte, algunos salían a la pista a bailar y otros simplemente se quedaban en las mesas a disfrutar del buen ambiente. Llevaban la mitad de la jarra y junto a ello una conversación que fluía con calma.
—Creo que no me gustará ser la princesa del cuento de hadas— se quejó Aidan bebiendo de su vaso.
—¿Te refieres a la obra o a tu realidad?— le preguntó Sayer algo confundido. Sabía lo que Indigo le había dicho con respecto a decirle a todos del casamiento, algo que Aidan estaba completamente en desacuerdo.
—No lo sé— dijo el pelinegro—. No quiero que todo el mundo sepa que estoy casado con él. Y en cuanto a la obra, tampoco me entusiasma el hecho de vestirme de mujer. Pero lo haré sólo para ayudar a Kilian.
Sayer sonrió.
—¿Y qué harás si realmente le gustas a Indigo?— le preguntó el pelirrojo.
—¿Qué?, ¿es una broma?— le dijo Aidan con algo de burla—. Sabes perfectamente que Indigo sólo quiere molestarme. Nada de lo que sale de su boca es cierto, siempre está oculto con algún reto o algún insulto entre líneas. Yo no caeré en sus malditos juegos, sé como tratar perfectamente con él. Indigo no es tonto y no dejaré que se burle de mí, ese idiota sabrá quién soy.
Sayer dio un suspiro y bebió de su vaso, para él no era muy grato seguir con riñas innecesarias, más cuando se podía disfrutar de una conversación coherente sin tener que alterarse. Después del resort Sayer y Odris no volvieron a cruzar palabras, sólo sus miradas se buscaban de vez en cuando viéndose directamente.
—Bueno, tengo hasta fin de año para solucionar el tema del casamiento— continuó Aidan después de beber un trago—. Les diré a mis padres que me casaré cuando Indigo se vaya de la universidad, así ese imbécil no podrá molestarme con decir la verdad a nadie.
—Brindemos por eso— le sonrió el pelirrojo, después de todo como amigo debía apoyarlo.
Continuaron bebiendo. Mientras las horas pasaban la jarra se vació, ambos se sentían algo felices pero decidieron continuar con otra más. Aidan fue a la barra en busca del licor, pidió otra jarra de cerveza pero esta vez sabor chocolate. Se llevó el trago con una sonrisa de oreja a oreja, hacía tiempo que no se sentía tan relajado. Debía ser porque había terminado con los exámenes. De pronto vio en la mesa a dos chicos que hablaban con Sayer, pero el pelirrojo les negaba con la cabeza.
—¿Sucede algo?— preguntó Aidan colocando la jarra de cerveza en medio.
—No es anda, ellos sólo nos querían invitar a unos tragos— le dijo Sayer.
El pelinegro los miró a ambos. Sonrió.
—¡Bebamos!— dijo con una enorme sonrisa.
Sayer quedó algo descolocado pues no era usual ver a su amigo así, además que debían pensar que venían en la moto. ¿Quién la manejaría?. Los dos invitados fueron a buscar unos tragos.
—¿Estás seguro de seguir bebiendo con ellos?— le preguntó algo preocupado el pelirrojo—. No podrás manejar a Rayo— le dijo haciendo alusión a su moto Honda.
—Tranquilo, sólo será un rato más— le sonrió Aidan.
Los dos chicos llegaron a la mesa con sus tragos y se dispusieron a beber. Sayer trató de tomar menos que su amigo, al menos uno de los dos debía estar más despierto. Luego de un rato fueron a la pista a bailar, Aidan se veía lo bastante feliz disfrutando de la música.
Eran cerca de las cuatro de la madrugada cuando decidieron irse, Sayer le dio las gracias a ambos chicos que compartieron la noche con ellos. Sin embargo esos tipos estaban lejos de dejarlos tranquilos. Los siguieron hasta la salida.
—Vamos Aidan— le decía Sayer llevando a su amigo tomado por la cintura—. Tienes que ayudarme a caminar, eres pesado.
—Mph.
Se estaban acercando al estacionamiento donde estaba la moto, el pelirrojo llevaba las llaves en su bolsillo.
—Oye, podemos llevarlo a casa si quieres— dijeron de pronto.
Sayer se giró para ver quién había dicho eso, ahí frente a él estaban los dos chicos que les habían hecho compañía en el bar.
—Ha, hola de nuevo. No se preocupen, estamos bien— les dijo el pelirrojo continuando hacia la moto—. Mierda, Aidan despierta.
—Mph.
De pronto sintió que le sacaban a Aidan de encima y unas manos lo aferraban firme hacia una pared.
—¡¿Qué?!— Sayer abrió los ojos como plato viendo a uno de los chicos acorralarlo y besarlo con desesperación—. ¡No, suéltame!— miró hacia adelante viendo que el otro tipo de llevaba a Aidan inconsciente en alcohol—. ¡¡Aidan!!— gritó con todas sus fuerzas tratando de safarse del agarre.
Y no lo vio venir, un mano en forma de puño golpeó fuertemente el rostro de aquel tipo tirándolo al suelo. Sayer miró frente a él, ahí estaba Odris.
—¡Aaa!— Indigo le había dado unos cuantos combos al otro hombre, mientras que Aidan estaba en el piso.
Sayer y Odris fueron con él, lo levantaron.
—Llévenlo a mi auto— les dijo Indigo mientras le daba una lección al tipo que acosó a Sayer.
Los otros dos hicieron caso y metieron a Aidan en el vehículo del castaño. Luego Indigo se acercó a ambos.
—Odris llévate la moto— le dijo con voz de mando. Después de eso se subió a su auto.
El pelinegro miró a Sayer, el chico sin decir nada le entregó las llaves de Rayo, después de todo a él le costaba manejar la moto.
—¿Estás bien?— le preguntó Odris viendo sus ojos.
—Lo estoy por tu ayuda, gracias— le dijo Sayer—. ¿Cómo nos encontraron?.
—Invité a Indigo a beber, no nos imaginábamos que estaban aquí. Los vimos cuando esos tipos llegaron a su mesa. Nos quedamos vigilando a distancia, Indigo presentía algo malo en ellos y no se equivocó— le dijo Odris.
—A Dios gracias porque estaban aquí— sonrió Sayer—. Te daré la dirección de mi casa.
Se subieron a la moto, Odris les puso los cascos a ambos y siguieron el camino que le señaló el pelirrojo. Mientras en el Audi, Indigo manejaba bastante molesto, el castaño no se podía imaginar que hubiese sucedido si no estaban ahí. Aidan iba casi en coma etílico con todo lo que había bebido, se tomó prácticamente hasta el agua del florero. ¿En qué estaba pensando?, ¿cómo podía ser tan irresponsable?. Manejar una moto ebrio y más con un amigo que llevabas a casa no tenía nada de responsabilidad.
Minutos más tarde llegaban a su casa, los padres de Indigo estaban dormidos. El chico sacó su celular y le envió un mensaje a la madre de Aidan.
"Señora Cleissy, Aidan me llamó para que lo fuera a buscar. Se pasó algo de copas y se quedará en mi casa. Él está bien."
Apretó enviar. Se bajó del auto y sacó al pelinegro con algo de dificultad. Lo puso en su espalda y se lo llevó al interior de la casa.
Subir al segundo piso fue un caso, pero igual pudieron hacerlo sin meter mucho ruido. Llegaron a su habitación, entraron.
—Estás bastante pesado.
Lo dejó sobre la cama, luego fue a cerrar. Indigo lo quedó mirando, el chico dormía de lo lindo.
—Bien Aidan, supongo que mañana me odiarás por salvarte el trasero— le dijo el castaño mientras le sacaba las ropas. Lo dejó sólo con el slip, lo demás se lo llevó a la ropa sucia. Lo tapó—. Ya quiero ver mañana tu rostro. Todo un deja Vu.
Indigo se metió al baño antes de acostarse, Aidan se enrolló entre las sábanas y continuó disfrutando de ese hermoso sueño.