toda mi vida vivi una vida donde fui despresiada y sola pero ahora que e renacido en la hija de un duque disfrutaré esta segunda oportunidad como hija mimada del duque William valtorian
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capitulo 12 Me quedo en su corazon
El llanto de Astrix se escuchaba claro en el pasillo. Anton estaba junto a ella, intentando consolarla con su pañuelo cuando, de pronto, Elena apareció apresurada.
—¡Astrix! —dijo con ternura, inclinándose para cargarla en brazos. La niña dejó escapar un sollozo y se aferró a ella.
Elena acarició suavemente su cabecita, meciéndola con cuidado.
—Shhh… aquí estoy, mi pequeña, tranquila.
Astrix, entre lágrimas, se acurrucó en su cuello como si encontrara por fin calma.
Los abuelos de Alexander, que estaban cerca, se quedaron petrificados al ver la escena. No podían creer lo natural que se veía Elena, tan atenta, protectora y dulce con una niña que ni siquiera era de su sangre.
El Duque sorprendido, murmuró en voz baja:
—Esa… ¿esa es realmente nuestra Elena?
Y la condesa, con los ojos brillosos, respondió:
—Nunca la había visto así…
Mientras tanto, Astrix, aunque seguía un poquito sensible, balbuceó bajito:
—E… lena…
Elena sonrió con el corazón lleno, abrazándola más fuerte.
—¡Mami! —corrió Alexander—. ¿Astrix!? —sonrió—. ¡Abuelos, miren, ella es mi hermana menor Astrix!
Los abuelos de Alexander, algo dudosos, se acercaron hacia la bebé.
—Hola, bebé —sonrió la condesa—. Soy la abuelita de Alexander.
[Bebé Astrix]
Lo sé, por eso vine aquí. Porque yo ganaré sus corazones, haré lo posible para tener toda la guardia y vivir una vida bien.
—Ah sí… abuela, él es Anton —le presentó Alexander—. Es mi amigo y el amigo de Astrix.
—Hola, señor. Soy Anton Thurnder, tengo 4 años —dijo firme y respetuoso.
Los abuelos quedaron sorprendidos debido a su apellido.
—¿Thurnder? ¿Tú eres hijo de Ópera? —preguntó curioso el duque.
—Sip… es mi papá —sonrió feliz.
—Ya veo que Ópera ya se estableció… Así que niños, ¿quieren comer algo? Aunque veo que Astrix es un bebé… Ya sé, ella tomará leche —sonrió el duque.
[Astrix bebé]
Bien, como soy un bebé solo podré limitarme entre llanto, agarrada de manos y sonrisa. Aunque Anton está aquí.
—¿Qué pasa, bebé? ¿Por qué estás feliz de que esté aquí? —preguntó Anton.
—¿Qué…? —se escuchó un grito—. ¿Crees que la bebé te habló? ¡Por favor, qué ridículo!
El ambiente se volvió tenso. Sophia parecía no tener pelos en la lengua. Anton, Alexander y Astrix estaban tomando algo mientras los adultos conversaban en el otro lado de la sala.
—¿Qué haces aquí, Sophia? —preguntó serio Alexander.
—Nada, mi tía me dio permiso de comer algo. ¿Tú crees que yo, la futura emperatriz, quisiera estar con una bastarda, un tonto y un fenómeno? —rió fuerte.
[Bebé Astrix]
Ya verás, Sophia… cuando sea grande te voy a agarrar ese estúpido cabello. No puedo creerlo, la protagonista es muy mala. Aunque capaz es normal, es una niña… pero pasará un evento que la hará caer y la hará una mujer buena.
—¡¿Quién crees que eres tú para hablar así de mi Astrix!? —gritó Anton—. ¡Tú eres mala! Aunque tengamos la misma edad, ¡tú eres mala! ¡ASTRIX NO ES NINGUNA BASTARDA!
En eso, los adultos salieron y Sophia lloraba.
—¿Qué pasó? —preguntó la condesa.
De pronto, unos golpes se escucharon en la puerta. Los mayordomos abrieron, y eran William y Ópera.
—¿Mi hijo dónde está? —preguntó Ópera. Y al ver al duque, se arrodilló—. Mi señor.
—No, no te preocupes, Ópera. Tu hijo está allí —señaló.
El niño estaba allí, parado, serio y firme. Había defendido a Astrix.
—¿Hijo, todo bien? —preguntó Ópera.
Anton lo abrazó fuerte y lloró.
—Papá, esa niña le dijo bastarda a mi Astrix… y a mí me dijo fenómeno… —sollozó.
—¡¿CÓMO QUE MI ASTRIX!? —gritó William.
Las sirvientas se llevaron a Sophia llorando. William estaba furioso.
—Por favor, William, solo tiene 4 años. Será mejor que nos vayamos. Gracias, señor Blackwood, por cuidar a mi hijo —dijo serio Ópera.
—No… pero vi la valentía de tu hijo. Sería un honor que después, en unos meses, vengas a mi casa y conversemos —respondió serio el duque.
Ópera aceptó y se llevó al niño. William levantó a Astrix.
—No sé cómo haces, bebé, para causar todo esto… ¡Vamos! —murmuró, mirando a sus suegros.
En eso, la bebé empezó a llorar y a decir el nombre de su hermano y de Elena. Los señores quedaron sorprendidos.
—Papá, ¿puede quedarse Astrix aquí, en mi casa? —dijo Alexander con puchero.
—No lo sé… tus abuelos están aquí… —respondió incómodo William.
—No, no, señor Valtorian. Su bebé es muy linda, sería un honor cuidarla —sonrió la condesa.
William miró a Elena. Ella asintió con la cabeza. Sin más, bajó a la bebé.
—Ella toma leche mágica cada 3 horas —dijo serio… y se fue.
La hora pasó, y Astrix ya se había ganado la atención del duque y la condesa. En tan solo una semana, ellos estaban completamente impresionados por lo que la pequeña mostraba ser.
Pero siempre había alguien que no soportaba aquello: Sophia.
—¡Esa bebé fea! —exclamó con enojo—. ¡YO SOY LA FUTURA EMPERATRIZ!
—Tranquila, mi cielo —le dijo su tía mientras le peinaba con calma—. Sophia, tú no debes preocuparte. Esa bebé no es nadie, es solo una bastarda disfrazada de noble.
Pasó otra hora, y Astrix estaba jugando con Alexander, riendo y gateando por la alfombra, cuando el abuelo de Alexander entró en la sala.
El hombre, un gran duque con años de experiencia en negocios y en la guerra, llevaba consigo unos papeles. Solía enseñar cosas a Alexander con severidad, moldeando su carácter como futuro heredero.
[Bebé Astrix]
Sé perfectamente quién es… aunque ellos no lo sepan, yo tengo treinta años de experiencia en mi cabeza. Aprendí mucho en mi vida pasada, pero ahora, con este cuerpo de nueve meses, todo es más limitado. Me siento atrapada, queriendo correr, hablar y demostrar, pero solo puedo sonreír, balbucear y mover mis manitas.
El duque Blackwood, siempre serio y con aire imponente, observaba a Astrix mientras la condesa la mantenía en su regazo.
—Los niños deben mostrar ingenio desde pequeños —dijo con voz grave—. La mente se entrena desde la cuna. Alexander ya aprendió a contar hasta cinco conmigo.
Alexander, orgulloso, levantó sus deditos.
—¡Uno, dos, tres, cuatro, cinco! —rió.
El abuelo sonrió satisfecho.
—Muy bien, Alexander. Y ahora… —miró a Astrix con curiosidad—. Veamos qué tan despierta es esta pequeña.
Colocó dos hojas sobre la mesa baja frente a ellos: una con dibujos simples (círculos y cuadrados) y otra con símbolos de cuentas comerciales reales, cálculos de impuestos y rutas de mercado.
—Una es un juego falso, la otra es una prueba que los mercaderes utilizan de verdad. Veamos qué toma la niña.
[Bebé Astrix]
¿En serio? ¿Creen que voy a escoger los dibujitos tontos? Jajaja, vamos a impresionar al abuelo.
La bebé, con esfuerzo, se inclinó hacia delante. Sus manitas temblorosas pasaron por encima de los círculos coloridos… pero al final agarró con fuerza el documento de comercio real y lo apretó contra su pecho.
—¿¡Qué!? —exclamó el duque Blackwood, sorprendido—. ¡Eligió la hoja verdadera!
La condesa rió, incrédula.
—¿No será casualidad, querido?
El duque negó con la cabeza, intrigado.
—No lo creo. Observa cómo la sostiene… como si supiera que es importante.
Alexander, emocionado, abrazó a su hermana.
—¡Viste, abuelo! ¡Astrix es lista como yo!
[Bebé Astrix]
Obvio, hermanito. Yo seré la reina de este tablero antes de que se den cuenta.
El abuelo, con un brillo de respeto en sus ojos, acarició la cabeza de Astrix.
—Quizás… quizás esta niña tenga más futuro de lo que imaginaba.
Ese mismo día, la condesa Rebeca se encontraba en la cocina revisando ingredientes junto a las sirvientas. Su aire elegante y calmado parecía no encajar con aquel lugar, pero de vez en cuando bajaba para asegurarse de que todo estuviera perfecto.
Astrix, que apenas gateaba con torpeza, apareció arrastrando su mantita y mirando con ojos curiosos todo lo que se movía allí.
—¿Qué haces aquí, pequeña? —sonrió la condesa inclinándose hacia ella—. Este no es lugar para una bebé.
[Bebé Astrix]
Oh, sí que lo es. Este es justo el lugar donde puedo ganarme tu corazón, abuelita. Verás cómo te sorprendo.
La niña, con sus manitas, señaló la cesta de verduras y balbuceó:
—¡Ena…! ¡Ena!
—¿Quieres ayudar? —la condesa se rió suavemente, pensando que solo era un balbuceo.
Pero Astrix, determinada, tomó una pequeña zanahoria con dificultad y la dejó caer dentro de la olla que la condesa usaba. Luego aplaudió con entusiasmo.
—¡Ah! —la condesa abrió mucho los ojos—. Qué lista eres, pequeña.
Las sirvientas rieron, pero Rebeca, por primera vez, sintió algo extraño en el pecho: aquella bebé le despertaba ternura y orgullo. Así, Astrix comenzó a pasar ratos en la cocina, observando, tocando ingredientes y “ayudando” con su manera torpe pero decidida.
⏳ Tres años después…
El tiempo voló. Astrix ya no era una bebé, sino una niña vivaz de tres años. Sus ojos brillaban con inteligencia, y en la cocina era casi una pequeña ayudante oficial. Sabía distinguir los ingredientes, probaba especias con la condesa y hasta corregía a Alexander cuando este quería colarse para robar dulces.
Rebeca Blackwood ya no podía ocultar su orgullo. Muchas veces, cuando miraba a Astrix entre cazuelas y pan recién horneado, pensaba que aquella niña no era una simple bastarda como decía Mary, sino una joya que cada día mostraba más luz.
[Astrix niña]
Lo logré. En solo tres años, la condesa me mira con orgullo, el duque Blackwood me sonríe con respeto, y Alexander me adora. El camino aún es largo, pero la familia ya empezó a aceptarme… y eso es mi mayor victoria.
🦋Dato corto🦋
Victoria en su vida pasada trabajo de todo un poco así aprendió mil cosas para sobrevivir
su padre es noble así que no se compara
llamarlo papá así el da ella da sería juntos para el pobre corazón
de William jajaja que adora a su hija aunque es divertido verlo celos pero ahora sí esa mustia no pudo que alaben a esa mustia igual a ella por lo menos alegro a su hermano