Una Madre Para La Hija Del Mafioso

Caterina

Alex se pone detrás de mí, estoy de frente a la cama y de espaldas a él. Siento su mano en el peinado, él quita el velo y después quita los ganchos deshaciendo, y mi cabello cae por mis hombros.

Una de sus manos viene para mi cintura, y la otra la pone en mi cabello hacia un lado y acerca el rostro a mi cuello, donde me besa. Me estremezco entera y la sensación es buena. Él me gira de frente a él, y pasa los dedos por mi mejilla.

—No quiero que lo hagas por obligación, quiero que me quieras también, Caterina.

Él habla mirando en mis ojos, su habla es suave esta vez. Trago en seco y cierro los ojos.

"Estás casada ahora, Caterina, es normal tener sexo con tu marido. Él te va a tocar y vas a recordar aquello que sucedió, pero aquel repugnante ya está muerto y nunca más te va a acosar. Es tu marido quien te va a tocar"

Me hablo a mí misma en pensamiento, queriendo no asociar el toque de Alex, a lo que me sucedió.

—Yo quiero. —hablo y él se queda sorprendido, entonces tira y me besa, al comienzo suave, después se torna intenso.

Él para de besarme, y me gira de espaldas, abre el vestido y deja caer al suelo. Quedo solamente en ropa interior, me siento expuesta y con vergüenza, pero intento no demostrarlo. Él también se agacha para quitarme los tacones.

Yo necesito hacer esto, tengo curiosidad de saber cómo es tener sexo, necesito acostumbrarme y no puedo sentir vergüenza. Aunque Alex tenga ese modo de ser, es mi marido ahora.

Él me gira de frente a él de nuevo, se quita su traje y la camisa quedando apenas con el pantalón. Alex tiene un cuerpo musculoso y sexy, no se puede negar.

Una vez más él besa mi boca, ahora sosteniendo mis piernas, y yendo hasta la cama, él se sienta haciendo que yo me siente con una pierna a cada lado en su colo, toca mi cintura y la otra mano la pasa el dedo por mi cuello, descendiendo en el hueco entre mis senos, donde él deja un beso y yo vuelvo a estremecerme.

Su toque hace que mi cuerpo se caliente, sentir sensaciones nunca sentidas. Alex me acuesta en la cama, mientras vuelve a besarme, estoy quedando más cómoda y lo beso con la misma intensidad, tomando libertad de tocar en su cuerpo. Paso mis uñas por su cuello y su pectoral, él parece gustarle y el beso está muy sabroso.

Él alisa mi muslo, y después va yendo lentamente en dirección a mi intimidad. Coloca los dedos por encima del tejido, pero cuando él intenta meter la mano en mi braguita, mi cuerpo entero se traba y yo lo empujo.

Me levanto y él se queda sin entender nada.

—¿Qué fue ahora? —él preguntó.

—Yo no consigo...yo no...estoy lista.

Él me mira incrédulo, y respira hondo. Por su cara, ya sé que él está irritado.

—Tú dijiste que querías.

—Yo sé, pero yo nunca hice eso antes, Alex. Necesito una conexión...

—¿Conexión? Tú estabas toda entregada hace un minuto atrás, ¿cómo cambias de idea tan rápido?

—Tú no entiendes, yo...

¡Maldición! ¿Cómo voy a explicar que yo quiero, pero yo simplemente me trabo cuando recuerdo...?

Alex se levanta, y para frente a mí, su cara es seria y puedo sentir cuánto está furioso. Pucha, yo quería conseguir explicarle, pero nosotros nunca nos entendemos, luego él se estresa con todo y queda tratándome mal. Yo solo quería que nosotros consiguiéramos llevarnos bien, aunque él nunca me ame, quiero apenas ser tratada con más calma, Alex es muy estresado.

—¿Ese es algún tipo de juego? ¿Tú quieres jugar conmigo? Siempre desafiándome, respondiendo y ahora, me dejas excitado y huyes? ¿Qué quieres de mí, al final? ¿Volverme loco?

—Yo no quiero nada de ti, pero podrías parar de tratarme tan mal.

—¿Yo te trato mal? —él pregunta como si fuera un absurdo y yo río sin humor.

—Tú luego te estresas, te pones nervioso, irritado y a veces hasta gritas. Si estás acostumbrado a tratar a los otros así, conmigo es diferente.

—Yo avisé para no esperar romanticismo de mí.

—No espero que me ames, pero por lo menos respétame como tu esposa. Aquí en el cuarto, yo necesito que seas más suave y cariñoso conmigo. Si no, nunca voy a conseguir entregarme para ti.

Sé que no es totalmente verdad, porque yo estaba entregada y con voluntad. Pero no puedo contarle a él por qué yo me trabo, voy a necesitar trabajar en eso.

—¿Ahora la culpa es mía? Inacreditável.

—No es eso...

Él camina hasta el baño y entra. Quedo nerviosa, sin reacción. ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a explicarle a él?

Agarro una bata en el closet y me visto. Después guardo el vestido y agarro las ropas en el suelo y arreglo todo. Alex sale del baño, envuelto en una toalla y va para el closet, voy detrás de él.

—Alex...

—Puedes dormir tranquila, yo voy a salir. —él habla ríspido y yo me aproximo, mientras él agarra una ropa.

—Espera...¿para dónde vas?

Él me mira, parece preparado para responder, después balancea la cabeza y se queda en silencio y vuelve a agarrar la ropa.

Pienso en explicarle a él, para ver si él me entiende. Pero Alex parece ser cabeza dura, no sé si consigo contar.

—¿Para dónde vas? —insisto en preguntar, esta vez más seria, para que él responda.

—Yo necesito salir, enfriar la cabeza. No me esperes, no vuelvo hoy.

—¿Qué? Mas...

Él pasa por mí, cargando ropas en la mano. Voy detrás de él, que sale del cuarto y golpea la puerta.

Me siento en la cama, confusa, un poco aturdida. Quería que nosotros intentáramos llevarnos bien, pero él tiene ese modo de ser y yo tengo el mío. Parece incompatible. Él se estresa y yo no consigo quedarme callada.

Por lo visto entré en un matrimonio fracasado. Además de saber que Alex nunca me va a amar, tengo casi certeza que tampoco nos daremos tan bien, ya que siempre estamos peleando.