Tras la traición de su padre y la ruptura de su familia, Rose se muda a la ciudad buscando un nuevo comienzo.
En el exclusivo colegio Goldline, todo podría ir bien… si no fuera por Malory, su prima, que la odia y está dispuesta a convertir su vida en un infierno.
Pero Rose no es tan frágil como parece.
Hay algo en ella que despierta cuando está en peligro… algo que no se detendrá ante nada.
NovelToon tiene autorización de Aileen D. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Mala Reputación
En plena madrugada, Emily despertó con un sobresalto. El silencio era tan denso que podía escucharse su propia respiración. Se levantó lentamente de la cama y comenzó a hurgar entre los muebles de Rose, como si buscara algo que no debía encontrar.
Sus dedos toparon con un sobre blanco, marcado con letras firmes y oscuras: Importante.
No dudó en abrirlo.
—Acta de nacimiento... —susurró para sí misma—. ¿8 de agosto de 20XX? —frunció el ceño—. ¿Eres un año menor que los demás?
Emily se dejó caer en el sillón junto a la ventana. Afuera, la luna brillaba fría, indiferente. Sus ojos se apartaron de ella para posarse en el cuerpo dormido de Rose, cubierto de moretones y heridas.
—Este mundo es un asco.
Se recostó de nuevo en la cama y, con el sobre aún en la mano, se dejó caer en un sueño profundo.
A la mañana siguiente...
Rose despertó con el cuerpo entumecido y adolorido. Lo primero que hizo fue llamar a Emily. No obtuvo respuesta. "¿Estaré alucinando?" pensó.
—¡Rosie! ¿Aún no te levantas? ¡Se te hará tarde! —gritó su madre desde abajo.
—¡Ya voy! —respondió.
Se incorporó y, al ver el sobre abierto sobre su mesa, su respiración se aceleró.
—Me estoy volviendo loca... —dijo llevándose las manos a la cabeza—. ¡Todo es tan complicado!
Unos golpes en la puerta interrumpieron su crisis.
—Rose, ¿está todo bien, hija? —preguntó su madre.
—¡Sí, mamá! Solo... no encontraba mi cuaderno.
—Está bien, baja a desayunar.
—¡En un momento voy!
Rose se vistió apresuradamente, tomó sus cosas y bajó a la cocina.
—Emily, necesito que mantengas bajo control todas estas situaciones. Mira, yo... —empezó su madre.
—¿Estás enojada? —interrumpió Rose.
—No, es sol...
—Nunca me llamas Emily a menos que lo estés.
—¡No me interrumpas, Emily!
—Entonces deja de llamarme Emily —dijo con un filo en la voz que cortaba el aire.
—¿Qué pasa contigo, Rose? —la voz de su madre subió de tono—. Llegas llena de moretones, heridas... Estás distraída todo el día y ahora te molestas porque te llamé Emily. ¿No te llamas así?
Rose la miró en silencio, con una intensidad que quemaba.
—¡No te entiendo, Rose! ¿Qué necesitas? ¿Qué te falta? ¡¿Qué carajos estoy haciendo mal?!
—¡Solo déjame en paz!
—Rose, desde lo de tu papá...
—¡Te he dicho mil veces que no quiero que lo menciones! —la interrumpió, gritando con lágrimas desbordando—. ¡¿Por qué tienes que mencionarlo?! ¡Ocúpate de tus asuntos y déjame en paz!
Sin esperar respuesta, salió corriendo de la casa.
---
Mientras caminaba hacia la escuela, secaba sus lágrimas con el dorso de la mano.
—¿Acostumbran a empezar así el día? —dijo una voz familiar.
—¿Emily? —preguntó Rose.
—Sí, la... No puedo decir que soy la única, pero sí la más genial.
Rose guardó silencio.
—Parece que alguien está de mal humor.
—Exactamente. Así que no me molestes.
—Uy, pues qué delicada. Avísame si necesitas algo.
---
Al llegar a la escuela, Liam se acercó con cautela.
—Hola, Rose —dijo con una sonrisa tímida—. Lamento lo de ayer.
Ella lo miró sin expresión alguna.
—Creo que todos estamos estresados por obtener esta oportunidad de... un lugar importante —balbuceó, incómodo.
—Supongo... ¿Me dejas pasar?
—¿Está todo bien?
—Sí. Solo quiero ir a mi clase.
—Bien... cuídate.
Rose siguió caminando y entró al salón.
—¡Hola, hola! —exclamó Cintia, radiante como siempre.
—Hola —respondió Rose con frialdad.
—¿Estás bien?
—Sí.
—Pues avísale a tu cara.
—Mira, Cintia, ¡no estoy de humor para tus estupidos chistes! ¿No tienes nada mejor que hacer que molestar? —le gritó de pronto.
El salón entero volteó hacia ellas.
—Lo siento... —dijo Cintia, herida, y se fue a su lugar.
Agustín llegó en ese momento y escuchó el murmullo de sus compañeros.
—Rose le gritó a Cintia muy fuerte —dijo una chica.
—Sí, le dijo cosas feas —añadió otra.
—Pobre Cintia... Supongo que a Rose se le subió la popularidad.
Agustín fue directo hacia Cintia.
—Cin... ¿Estás bien?
—Sí... Solo hice enojar a Rose —respondió con un hilo de voz, aguantando las ganas de llorar.
Agustín la abrazó—. Tranquila, lo arreglaremos en el receso. Ya no llores, ¿sí?
Ella asintió.
—Qué cruel eres —dijo Emily.
—Ese es mi problema.
—Bájale de huevos, Rose. Estar enojada no te da derecho a tratar así a la gente.
—Buenos días, jóvenes... —entró la profesora Annie con una gran sonrisa—. Creo que no había tenido el gusto de darles clase. Yo les voy a estar impartiendo la materia de Desarrollo Personal, por favor, saquen su libreta.
Todos atendieron su pedido.
—Fíjense que comúnmente en estas fechas de elecciones, los alumnos tienden a tener mucho estrés. El estar bajo presión por tanto trabajo y situaciones que suceden, hace que los alumnos tengan cambios de humor muy bruscos, e incluso saquen ese malestar con otras personas —dijo la profesora en un tono tranquilo y equilibrado.
Rose volteó a ver a Cintia quien también la estaba viendo. Al darse cuenta Cintia que Rose la veía, volteó rápidamente.
—Y no únicamente sucede en estas fechas, sucede todos los días con diferentes o hasta con las mismas personas, ¿No les pasa que a veces se sienten cansados? Así con cara de mírame pero no me toques.
Los alumnos asentían con la cabeza.
—¿A cuántos de nosotros no nos ha pasado? Que estamos aquí todos enojados, tristes, con ganas de ya no existir y de pronto llega alguien con el típico "¿Estás bien?" —se levantó de su silla—. Y esa persona puede preguntarlo de la mejor manera, pero ese cambio de emociones nos hace simplemente actuar sin pensar. Entonces tú le gritas, lo mandas bien lejos, a saludar a la chinita allá por Asia.
Los alumnos se rieron por tal comentario.
—El punto es... Que hay que ser pacientes, chicos. Ya sea que nos toque ser el enojado o el que recibe ese enojo. Si ustedes en el día, en la semana, en el mes, hicieron esto... Les pido que ofrezcan una disculpa y traten de arreglar y mejorar esa situación. Los invito a que seamos más tolerantes con los demás —dijo feliz—. Abran su libro en la página 7.
Las clases fueron pasando y a Rose no se le salían de la cabeza las palabras de la profesora y el como había tratado a todos hace rato.
En el receso.
Agustín y Cintia iban saliendo juntos y Rose los detuvo en el pasillo.
—¡Cintia! —gritó Rose para llamar su atención.
Los chicos voltearon a verla.
—Yo lo siento de verdad no quería...
—¡Rose! Ven, por favor—la llamó la profesora Marisol.
Rose volteó a verla.
—Profesora, estoy ocupada en este momento —dijo Rose pero fue interrumpida.
—Ve con ella, Rose. Podemos hablar después —dijo Cintia con una sonrisa conciliadora.
Rose asintió con la cabeza y fue con la profesora.
—¿Qué pasa, profesora ? —preguntó Rose.
—Los profesores me dijeron que notaron un comportamiento extraño en Cintia. Ella suele ser muy activa y alegre, por eso les preocupó que le haya pasado algo ya que estuvo muy callada durante las clases —respondió la profesora —. ¿Tú sabes que está pasando? —preguntó.
—La traté mal hace rato, venía algo molesta y le grité —dijo con tristeza y arrepentimiento.
—Entiendo. Pero te daré un consejo: evita cualquier chisme o problema que te deje mal. Buscamos un presidente que sea responsable y nos represente de buena manera, así que claramente no sería alguien con mala reputación —miró a la chica preocupada—. Ten cuidado, porque lo más probable es que ahora estés en boca de todos. No tardarán en enterarse los directivos y los otros concursantes, y ten por seguro que lo usarán para sacarte de la competencia.
—Lo sé y de verdad agradezco su apoyo. ¿Me puedo retirar?.
—Adelante.
—Gracias, con permiso.
Rose salio de ahí bastante preocupada, pues ahora rondaban en su cabeza las cosas que podrían hacer en su contra...
-
-
-
-
Lyn 🥀