Llevaba años sufriendo el rechazo del chico que amaba, sin embargo en su corazón albergaba la esperanza de que él tarde o temprano correspondería a sus sentimientos pero una noche tras un desagradable descubrimiento se dará cuenta que necesitará algo más que amor incondicional para conquistarlo, un poco de ayuda de su profesor de confianza.
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Alex
Fue más o menos unos tres meses antes, cuando estuvo viviendo en la capital, en casa de su madre, que navegando por Facebook, se encontró con una foto de Adrián y Daniela en la que estaban abrazados festejando el cumpleaños de ella. El mismo Adrián había subido la foto. Como siempre tomándose demasiada confianza con ella. Alex se permitió perderse un momento en esos bonitos ojos verdes, era algo de lo que no se había dado cuenta o más bien no se permitía aceptar, pero la echaba de menos. Daniela siempre tenía una sonrisa para él, no importaba cuan grosero o indiferente se mostrará, ella seguía brindándole esa calidez y cariño al que él no estaba acostumbrado.
A su regreso, volver a verla movió algo en su interior que, a decir verdad no sabía bien que era, pero seguramente indicaba que ya era el momento de tener algo serio y estable con alguna chica, quien mejor que Daniela que siempre estaba para él, esperándolo; además era una chica dulce, inteligente y bonita. Alex se había tomado en serio el empezar algo con Daniela.
Las cosas iban marchando bien. Era más amable con ella, la había acompañado a su casa e invitado un almuerzo. Le gustaba ver cómo el rostro de Daniela se iluminaba y se teñía de rojo con esas pequeñas atenciones. Pero tenía que ir despacio con ella, Daniela era una chica tímida. Adrián alguna vez le comentó que, no se había dado la oportunidad de estar con alguien más porque estaba esperando a que él se enamorara de ella.
— Deberías de hacerle caso a mi prima —, había dicho Adrián —ella te adora.
Eso era tierno, pero entonces estaba Karen, habían pasado buenos momentos antes de que se fuera a la capital y ella misma le había propuesto revivir viejos tiempos. Alex se lo pensó un poco, no tenía nada que perder y solo sería un poco de diversión, lo que menos quería era que Daniela se diera cuenta de aquello, que a final de cuentas, no era nada serio.
—Claro Alex, será después… — había dicho Daniela con un ligero toque de enojo e indiferencia. Hubo algo en su voz que no había escuchado antes, entendía que se hubiera sentido herida cuando se dio cuenta de lo que pasaba, pero no era la primera vez que lo veía con otra chica, normalmente la notaba triste.
También estaba lo de la otra noche, que no quiso que la llevara a su casa y prefirió irse con el profesor. Algo pasaba con ella, y Alex sentía la imperiosa necesidad de arreglar lo que estuviera roto en su naciente relación. Claro que esto no sería fácil; Alex no tenía ni idea de cómo conquistar a una mujer; nunca había tenido verdadero interés en una, y por lo regular eran ellas las que se acercaban a él.
—¿Qué te pasa Alexito? —ronroneo la chica en su oído estirándose bajo las sábanas. Alex hizo una mueca de disgusto y se levantó de la cama —. ¿A dónde vas Alexito?
—No me gusta que me digas así… ya te lo había dicho —dijo Alex sin responder a las preguntas de la chica.
—Bueno no te enojes solo es de cariño.
—No me gusta —repitió sin voltear.
Alex se vistió bajo la atenta mirada de Karen, mientras esta pensaba en algo para retenerlo más tiempo, pero que podría hacer, él ni siquiera volteaba a verla y la ropa ya se la había quitado. Karen se incorporo en la cama y se movió hacia el con la intención de sujetarse a él, rentarlo de nuevo con su cuerpo, con besos y caricias, pero él se alejó sin darle oportunidad.
—¿Ya te vas? —dijo Karen haciendo un puchero.
—Si… ya es tarde —Alex salió sin más.
—Te veré mañana —grito Karen corriendo tras él envuelta en la sabana, Alex ya estaba a unos pasos de la puerta.
—Yo te llamo — el portazo hizo eco en el departamento, no saldría a perseguirlo no tenía caso, además que dirían sus vecinos si la vieran salir corriendo tras un hombre envuelta en una sábana. Karen se encogió de hombros, tampoco era algo que importara mucho, ella vivía sola y no tenía que rendirle cuentas a nadie, pero aún le quedaba un poco de dignidad como para ponerse en ridículo de esa forma. De una cosa estaba segura, Alex no le llamaría, si quería estar con él, ella tendría que buscarlo; la ventaja era, que Alex no oponía mucha resistencia, claro si le motivaba de la manera correcta.
